Sobre trabajar en vano
De Libros y Sermones BÃblicos
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Revisión de 12:54 31 mar 2014
Por John Piper
sobre Trabajo y Vocación
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Misael Susaña
El desánimo viene en muchas formas y, así, nuestra gama de armas debe ser variada. Antes de que aceptar el llamamiento de convertirme en pastor de Bethlehem, mi padre me escribió y me dijo acerca de las muchas dificultades del ministerio pastoral. Una fue el desaliento que viene de aparentes períodos extensos infructuosos. Mi padre viaja de iglesia en iglesia y ha tratado con miles de pastores. Él me dijo cuán cerca estaban muchos de ellos de arrojar la toalla, oprimidos por la falta de vida de su pueblo y por su propia desesperanza.
Esta es una amenaza no sólo para los pastores, sino también para todos los creyentes. Todos nosotros podemos ser oprimidos pensando que nuestro trabajo no tiene valor. Cualquiera de nosotros puede ser aplastado por el sentimiento de que otros no aprueban la forma en la cual hacemos nuestro trabajo. ¿Quién no ha sentido que ha trabajado en vano y ha gastado su fuerza para nada? Cuando el desánimo viene en esta forma necesitamos un arma especial para batallar la batalla de la fe.
Mientras refrescaba mi espíritu la semana pasada con un magnífico libro antiguo, por Charles Bridges, encontré un arma adecuada para esta batalla. Bridges dijo: “Nuestra recompensa se mide no de acuerdo a ‘nuestro éxito’, sino de acuerdo a ‘nuestro trabajo’ y, como con nuestro bendito Maestro, es concedida aun en el fracaso de nuestro ministerio”. Entonces él pasó a citar este gran texto del profeta Isaías, quien fue enviado a predicar a un pueblo que Dios sabía que no se arrepentirían (Isaías 6:9): “Y yo dije: En vano he trabajado, en vanidad y en nada he gastado mis fuerzas; pero mi derecho está en el SEÑOR, y mi recompensa con mi Dios” (Isaías 49:4).
Ese versículo se hundió en mi corazón como una inyección de adrenalina. Imaginé a un pastor anciano, de gran corazón, gentil, constante, sirviendo en una pequeña iglesia en el país. Él estaba agotado, cansado y al final de su vida. Él ha sido fiel por dos décadas a través de cada crisis, nunca sucumbió a la tentación de renunciar. Cuando un reemplazo joven le preguntó cómo él tuvo la resistencia y la fuerza de corazón para continuar en el ministerio por todos esos años, él dijo: “El Señor mide la fidelidad de nuestra labor, no nuestro éxito. Yo miro siempre al Señor y no al hombre”.
Mientras tomaba esta arma en mi mano la semana pasada, ésta brilló con tanta intensidad que apenas pude contener mi gozo. Pensé: ¡Qué visión! ¡Qué esperanza! Llegar al final de mi vida después de 30 años de trabajos pastorales y ser capaz de decir (canoso y con lleno de gozo): “mi derecho está en el SEÑOR, y mi recompensa con mi Dios”. ¡Oh, qué seamos un pueblo fuerte en la Palabra, “no perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11) sin importar lo que pase!
Armado de esperanza,
Pastor John.
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