Resistir tentaciones humanas comunes
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Última versión de 18:36 21 ene 2021
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla (1 Corintios 10:13, LBLA)
“Ninguna tentación”- Me encanta esta frase. Lo cubre todo. Pero las tentaciones de las que Pablo está hablando específicamente en los versos anteriores son la murmuración y la inmoralidad sexual.
No son tentaciones grandiosas como saltar desde el templo a los brazos de ángeles o negar a Jesús cuando somos amenazados con la tortura.
Son tentaciones “comunes a los hombres”. Son tentaciones que tú y yo vamos a enfrentar hoy. Y mañana. Y el día después... Nos pisan los talones y nos susurran en los oídos en la más mínima mirada o inconveniencia.
Son muy efectivas porque apuntan allí donde somos más débiles: nuestro caído egoísmo. Nos animan a alimentar la fantasía de que el mundo que percibimos es nuestro mundo. Y en este mundo de fantasía deberíamos poseer lo que deseamos y las cosas deberían funcionar como queremos.
Cuanto más complacemos esta fantasía, más queremos que sea verdad. Alimenta y expande nuestros pecaminosos deseos y apetitos. Va dando forma a nuestro pensamiento y comportamiento cada vez más. Si no se le resiste y se lucha contra ello vigorosamente, acabaremos dando por real la imagen que creamos.
Esto es pura idolatría, y es por eso que Pablo hace una conexión ente estas tentaciones y el becerro de oro de Israel unos versos antes (1 Corintios 10:7).
No deberíamos jugar con estos ídolos fantásticos “comunes a los hombres”. Son muy peligrosos. Destruyen a personas todos los días. “Engendran muerte” (Santiago 1:14-15).
Lo cual nos lleva al evangelio en este verso: Dios es fiel con nosotros. Jesús, “que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado” (Hebreos 4:15), proveerá una escapatoria más persistente (Hebreos 13:5), más poderosa (1 Juan 4:4), y mucho más satisfactoria (Hebreos 11:25-26) que nuestras tentaciones “comunes”.
Cada escapatoria será ligeramente diferente. Pero todas incluyen escuchar a Jesús y creer en lo que promete. Luchar contra la idolatría es creer en promesas por encima de las percepciones. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
Y cuando hayamos caído en el pecado, estamos invitados a ir directamente a la cruz, donde nuestro pecado cancelado ha sido ya pagado completamente. Allí, “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
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