Como Ayudar a un Niño a Rezar

De Libros y Sermones Bíblicos

(Diferencias entre revisiones)
Saltar anavegación, buscar
Pcain (Discusión | contribuciones)
(Página creada con '{{info|How to Help a Child Pray}}<br> Una tarde, cuando mi hijo Nathan tenía seis años, anunció que había rezado y pedido a Dios que trajera a su amigo Asa a casa para juga...')

Última versión de 11:16 18 jun 2024

Recursos Relacionados
Leer más Por Desiring God Staff
Indice de Autores
Leer más sobre Crianza de los Hijos
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: How to Help a Child Pray

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Desiring God Staff sobre Crianza de los Hijos

Traducción por Carlos Diaz


Una tarde, cuando mi hijo Nathan tenía seis años, anunció que había rezado y pedido a Dios que trajera a su amigo Asa a casa para jugar. Tuve la tentación de llamar a los padres de Asa para que viniera, pero no lo hice. También pensé en moderar la confianza de mi hijo, pero me mordí la lengua.

Entonces, mientras estaba en el comedor, mirando por la ventana, un automóvil se detuvo frente a nuestra casa. La puerta del pasajero se abrió y Asa saltó y corrió por nuestro jardín delantero. Le había pedido a su madre que lo trajera para ver si Nathan podía jugar.

Pocas cosas emocionan más el corazón de un padre que oír rezar a un hijo con fe sincera. Pero, ¿cómo ayudamos a nuestros hijos a conseguirlo? What builds their confidence to call out to a God they cannot see? Y por el camino, ¿cómo podemos evitar el formalismo y la hipocresía en la oración? Teniendo en cuenta la cantidad de libros que se han escrito para ayudarnos a rezar a los adultos, nuestros hijos necesitarán un poco de ayuda.

Contenido

Ser modelo de vida de oración

Nuestros hijos nos observan; aprenden mucho más de nuestro ejemplo de lo que creemos. Así que, como era de esperar, nuestro ejemplo como padres y abuelos orantes es nuestra herramienta de formación más importante. La mejor manera de enseñar a tus hijos a rezar es que tú mismo lleves una vida de oración.

Crecí viendo rezar a mis padres y abuelos. Me encantaba pasar tiempo en casa de mi abuela materna y siempre he sido madrugadora, así que ya estaba levantada cuando ella se ponía de rodillas a rezar. Los domingos, cuando visitábamos a los padres de mi padre después de comer, interrumpíamos sus oraciones de la tarde si llegábamos demasiado pronto. Hoy tengo grabada a fuego en mi memoria la foto de mis abuelos y mi tía Gene sentados alrededor de la mesita del salón, rezando.

Mi padre nos guiaba en la oración familiar. Su confianza al pedir ayuda a Dios es la primera vez que aprendí a confiar en Dios. Nunca olvidaré el difícil viernes por la mañana, cuando reunió a los niños para rezar por mi madre, que estaba en el hospital a la espera de una operación de corazón. Compartió la triste noticia de que mi madre había sufrido un derrame cerebral tras un cateterismo cardíaco antes de la operación. No podía hablar y se le había paralizado un lado del cuerpo. Entre lágrimas, mi padre nos llamó a rezar.

Yo tenía entonces dieciséis años y rezaba con confianza para que Dios sanara a mi madre. Los médicos nos dieron esperanzas; aunque cancelaron su próxima operación, dijeron que mi madre podría recuperarse y volver a funcionar en seis meses. Ese mismo día, los médicos informaron de que mi madre se había recuperado totalmente y programaron la operación para la semana siguiente.

Con mis propios hijos, rezábamos constantemente por la salvación de mi hermano. Se convirtió en una oración que mis hijos repetían a menudo sin que nadie se lo pidiera. Más de una década después, en el funeral de mi padre, mi hermano anunció su fe salvadora en Cristo y la atribuyó al ejemplo de mi padre. Eso enseñó a mis hijos sobre la persistencia en la oración mejor que cualquier lección que yo pudiera dar.

Cuanto más amemos a Jesús, más se derramará ese amor en nuestras oraciones, incluso en oraciones tradicionales como la bendición aarónica (Números 6:24-26). Aunque tales oraciones tienen su lugar, asegurémonos de rezar con el corazón inclinado hacia Dios. Haz todo lo posible por considerar a Dios mismo mientras rezas, en lugar de limitarte a repetir algo que has memorizado. Sus hijos notarán la diferencia.

Enseñar el camino de la oración

Además de ser un modelo de oración, es importante enseñar a nuestros hijos a rezar. Considere cuatro lecciones que puede enseñar a sus hijos para ayudarles a enmarcar su comprensión de la oración.

1. La oración es hablar con Dios como Padre.

Cuando los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a rezar, les dio una sencilla oración que les animaba a acercarse a Dios como a su Padre. Repasa el pasaje con tus hijos y recorre la oración para ayudarles a entender cada parte. (Si utilizas la versión de Lucas del Padre Nuestro en Lucas 11:1-4, también puedes incluir la petición del discípulo).

Padre, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. (Lucas 11:2)

Dios es nuestro Padre celestial que, como buen padre terrenal, está dispuesto a escucharnos. Una buena manera de comenzar nuestras oraciones es decirle a Dios lo maravilloso que es y rezar para que el reino de Dios crezca.

Creyendo y confiando en Jesús llegamos a conocer a Dios como Padre. Confiamos en Dios como Padre creyendo en el don de su Hijo. Con su muerte en la cruz, la cortina del templo se rasgó, abriendo el camino para que los que creen se conviertan en hijos de Dios.

Danos hoy nuestro pan de cada día. (Lucas 11:3)

Dios quiere que le pidamos las necesidades diarias como comida, techo, ropa y gracia para obedecer sus mandamientos - las cosas que necesitamos para ayudarnos a seguirle cada día.

Y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. (Lucas 11:4)

Podemos confesar nuestros pecados a Dios en nuestras oraciones y pedirle que nos ayude a perdonar a quienes han pecado contra nosotros.

Y no nos dejes caer en la tentación. (Lucas 11:4)

Todos nos enfrentamos a la tentación de seguir pecando. Dios nos invita a rezar para que nos mantenga alejados de estas tentaciones.

2. Dios siempre nos escucha, pero no siempre nos da lo que pedimos.

Dios nos da lo que necesitamos, no siempre lo que queremos, pero mientras confiemos en Jesús, siempre nos escucha. Considere la posibilidad de enseñar a sus hijos estos versículos de la Biblia:

Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están abiertos a su oración. (1 Pedro 3:12, citando al Salmo 34:15)
Pides y no recibes, porque pides mal, para gastarlo en tus pasiones. (Santiago 4:3)
Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en todo lo que le pedimos, sabremos que tenemos las peticiones que le hemos pedido. (1 Juan 5:14–15)
3. No necesitamos oraciones largas ni elocuentes.

Dios ya sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Considere lo que Jesús enseñó:

Cuando oren, no amontonen frases vacías, como hacen los gentiles, que piensan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan. (Mateo 6:7–8)
4. Los Salmos pueden enseñarnos a rezar.

Enseñe a sus hijos que los Salmos son las oraciones registradas de David y otros santos del Antiguo Testamento, dadas para guiarnos en la oración fiel. Entre los salmos más útiles que puedes rezar con tus hijos están los Salmos 1, 23, 63, 100, 121, 139 y 150.

Imaginar al Dios de la Oración

Por último, además de modelar la oración y enseñar sobre ella, imagine al Dios que escucha la oración.

El padre terrenal generoso, cariñoso y paciente enseña con su vida que Dios es un Padre celestial generoso, cariñoso y paciente. Pero el padre egoísta y malhumorado ha hecho una profunda mella en la comprensión de sus hijos. Recuerda que Dios compara su disposición a escuchar nuestras oraciones con la de un padre que concede la petición de su hijo (Lucas 11:11–13).

Cuando sus hijos le preguntan: "Papá, ¿puedes jugar conmigo a la pelota?" o "¿Puedes contarme un cuento?", ¿cuál es su respuesta típica? Si bien no siempre tenemos que decir que sí, debemos esforzarnos por que se nos conozca por decir que sí. Una de las mejores maneras en que nosotros, como padres, representamos el carácter de Dios es aceptando la invitación a ser interrumpidos y demostrando una historia de decir sí a nuestros hijos.

Entonces, ¿qué hacer si se es un padre enfadado e impaciente? Me encontré en ese lugar cuando mis hijos mayores estaban en primaria. Después de confesar mi pecado a mi esposa, reuní a nuestra familia y se lo confesé a mis hijos. Les conté que me había convertido en un padre enfadado y que, debido a mi mal ejemplo, nos habíamos convertido en una familia enfadada. Les pedí a mis hijos que me perdonaran. Mi esposa siguió con su propia confesión, y mis cuatro hijos mayores hicieron lo mismo. Desde aquel día, nos comprometimos a ayudarnos mutuamente y rezamos pidiendo la ayuda de Dios. ¿Adivinen qué? Dios respondió a nuestras oraciones con una efusión de gracia.

Es importante recordar que podemos formar a nuestros hijos incluso a través de nuestras fallas. Cuando llevamos una vida piadosa, damos ejemplo a nuestros hijos. Pero si, cuando fracasamos, confesamos nuestros pecados y corremos a la cruz, demostramos la aplicación del Evangelio a nuestros hijos y les ayudamos a saber qué hacer cuando fallan. Ya sea con nuestro ejemplo piadoso o con nuestros pecados y fallas confesados, podemos decir a nuestros hijos: “Ven y sígueme".

La ira y la impaciencia no confesadas estropearán la visión que nuestros hijos tienen de Dios. Pero cuando se confiesan, esos mismos pecados muestran el evangelio y dan a nuestros hijos un camino bien trazado hacia la cruz. Sus humildes oraciones de perdón, como las del recaudador de impuestos, contrastan fuertemente con las oraciones del fariseo que pensaba que no podía hacer nada malo (Lucas 18:10–14).

Rezando con Papá

Sigo siendo madrugador y paso el tiempo rezando por la mañana temprano. Cuando nuestros hijos mayores (gemelos) entraron en la guardería, me di cuenta de que rara vez me veían rezar. Así que empecé a despertarlos, de uno en uno, por la mañana temprano para que se unieran a papá para rezar. Una vez en la sala familiar, les preguntaba: "¿Por qué quieren rezar?" Luego rezaba en voz alta por su petición y los invitaba a rezar en voz alta. Si se quedaban atascados, yo les ayudaba. Cuando terminábamos, los llevaba a su habitación y los metía bajo las sábanas. Todo el proceso me llevaba unos quince minutos, y sólo lo hacía una vez a la semana. Pero con el tiempo, todos mis hijos aprendieron a rezar rezando con Papá.

Si han descuidado sus devociones, retomen la lectura diaria de la Biblia y la oración. Una vez que estén de nuevo en marcha, consideren la posibilidad de invitar a uno de sus hijos a que lo acompañen. Nunca olvidarán rezar con Papá por la mañana.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas