Cuando orar duele
De Libros y Sermones BÃblicos
(Página creada con '{{info|When Praying Hurts}}<br> ====Cómo acudir a Dios en el sufrimiento==== Mi deseo de orar cuando sufro puede cambiar drásticamente en un solo día, y a veces en una hora...') |
m (When trasladada a Cuando orar duele) |
Última versión de 19:37 21 abr 2025
Por Vaneetha Rendall Risner sobre Sufrimiento
Traducción por María Veiga
Cómo acudir a Dios en el sufrimiento
Mi deseo de orar cuando sufro puede cambiar drásticamente en un solo día, y a veces en una hora. A lo largo de las duras pruebas de mi vida (perder un hijo, tener una enfermedad debilitante, perder mi matrimonio), la oración ha sido a la vez ardua y estimulante. Un trabajo agotador y un deleite energizante.
En un sufrimiento implacable, puedo tener dificultades con la oración. Más precisamente, no quiero orar. Cuando no he visto ningún cambio, puede parecer inútil orar. Así que lo evito. O oro sin pensar. A medida que mi motivación se desvanece, mi corazón se aleja lentamente de Dios. Cuando eso sucede, primero necesito reconocer la batalla que se libra en mi interior. Solo entonces puedo admitir mi corazón errante y clamar: “¡Ayúdame a querer orar!”. Después de eso, sigo la admonición puritana: “Ora hasta que ores”. Oro hasta que realmente estoy hablando con Dios nuevamente.
En otras ocasiones, quiero orar, pero no puedo. Orar parece imposible cuando estoy abrumada por el dolor. Estoy demasiado agotada, demasiado entumecida o demasiado desesperada para concentrarme, y solo puedo suplicar: “Ayúdame”. No sé qué necesito, ni siquiera cómo articular lo que siento. En esos momentos, puedo confiar en el Espíritu con sus gemidos demasiado profundos para expresarlos con palabras. Dios sabe lo que necesito y el Espíritu intercederá por mí (Romanos 8:26-27).
En otras ocasiones, mi vida de oración florece en el sufrimiento. Veo que Dios provee para todas mis necesidades. Siento su presencia y le abro mi corazón a lo largo del día. Descubro que la vida con Dios, incluso cuando todo se desmorona, puede ser un lugar de alegría y abundancia. Esa conexión con Dios en la tormenta ha llevado a una intimidad exquisita, una comunión mística que nunca olvidaré, no porque mis circunstancias fueran buenas o incluso estuvieran cambiando para mejor, sino porque Dios se sentía cerca.
Sin palabras
También hay momentos en los que quiero orar, pero no encuentro las palabras. Cuando no sé qué pedir o decir, recurro a la sabiduría de los demás. Muchas mañanas, mi tiempo de oración ha comenzado con citas que he fijado en mi tablón de anuncios para realinear mi corazón. Por ejemplo:
Señor, conviérteme por completo en amor, todo mi amor en obediencia, y que mi obediencia sea sin interrupción. (Jeremy Taylor)
Señor, por favor aligera mi carga o fortalece mi espalda. (Oración puritana)
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia. (La oración de la serenidad)
Todo lo que Él envía es necesario; nada puede ser necesario si Él retiene. (John Newton)
Estas palabras me han ayudado a concentrarme mientras les añado mis propias peticiones. Puedo pedir que me rescaten de mis pruebas, sabiduría para mis decisiones, fortaleza para el día que tengo por delante. La provisión de Dios no siempre refleja mis peticiones, pero su gracia me acompaña infaliblemente. Cuando pido un cambio de situación, a menudo recibo un cambio de corazón. Cuando pido sabiduría, a menudo tengo que proceder sin claridad. Cuando pido fortaleza, a menudo todavía me siento débil e inseguro. He tenido que avanzar con fe, confiando en que Dios me proveerá lo que necesito. Sin embargo, es confiar en Dios con lo desconocido, no apoyarme en mi propio entendimiento o incluso saber hacia dónde voy, lo que ha anclado mi fe en él.
CONFIANZA
Además de nuestras necesidades apremiantes, ¿qué más podemos pedir en el sufrimiento? CONFIANZA resume lo que necesito en el sufrimiento —lo que todos necesitamos— pero a menudo descuidamos pedir:
Apártame de la tentación. Revíveme a través de tu palabra. Usa este dolor para bien. Muéstrame tu gloria. Enséñame tus caminos.
Apártame de la tentación (Lucas 22:40; Lucas 11:4).
Jesús animó a sus discípulos a orar para que no cedieran ante la tentación. Prestar atención a sus palabras significa orar antes de ser tentados, lo que requiere que sepamos qué podría descarrilarnos para poder estar alerta. Si bien la lucha de cada persona es única, en el sufrimiento me he visto tentada a
- dejar de hablar con Dios y alejarme sutilmente de él,
- querer la certeza más que a Jesús,
- guardar amargura hacia quienes me rodean, incluso hacia Dios, y
- huir del dolor en lugar de seguir dependiendo de Dios en él.
Revíveme por medio de tu palabra (Salmos 119:25).
Dios me ha restaurado incontables veces a través de las Escrituras. He recurrido a la Biblia sintiéndome desesperanzado y cansado, inseguro de cómo puedo superar el día, y él me ha revivido a través de eso. Dios me ha hablado directamente a través de su palabra, dándome exactamente lo que necesitaba: seguridad cuando dudo, consuelo cuando lloro, paz cuando entro en pánico.
Pero primero necesito abrir la Biblia, lo que en el sufrimiento puede resultar un desafío único. A menudo me resisto al principio, ya que imagino que tendrá un sabor a como cartón. Así que oro para que me motive a leer, y luego le pido específicamente a Dios que me dé ojos espirituales para ver su verdad en ello (Salmos 119:18). Y entonces, milagrosamente, las palabras se vuelven dulces (Salmos 19:10).
Usa este dolor para bien (Génesis 50:20; Romanos 8:28).
Saber que mi dolor tiene un propósito hace que sea más fácil soportarlo. Incluso cuando no puedo entender cómo Dios podría usarlo para bien, puedo estar seguro de que lo hará. Sé que Dios nunca permitirá que sufra innecesariamente, y que ha medido con precisión mis pruebas para que ni una sola gota de mi sufrimiento se desperdicie. Si bien estas verdades son inmutables, mi oración es vislumbrar lo que Dios está haciendo a través de mi sufrimiento. He visto a Dios usar mi dolor para acercarme más a él, para consolar a otros con el consuelo que he recibido, para aumentar mi resistencia y mi fe, y más.
Muéstrame tu gloria (Éxodo 33:18-19; 34:6).
Ver la gloria de Dios significa ver, con los ojos de la fe, su indescriptible belleza y sus atributos invisibles. Su amor y fidelidad. Su bondad y compasión. Su misericordia y gracia.
Cuando le pido a Dios que me muestre su gloria, parte de esa petición es ver y experimentar su amor. No quiero saber solo intelectualmente que me ama; quiero experimentar y sentir su amor en mi vida diaria. Dios demuestra su amor de innumerables maneras; esta oración es pedirle visión espiritual para verlas.
Finalmente, cuando vemos la gloria de Dios, sabemos que él está con nosotros. Su presencia es inconfundible. Y esa conciencia es nuestra mayor necesidad en el sufrimiento.
Enséñame tus caminos (Éxodo 33:13; Salmos 25:4-5).
No conocemos los caminos de Dios. Sus pensamientos son mucho más elevados que los nuestros, y nada puede compararse con su sabiduría. Nuestra perspectiva es parcial e imperfecta, mientras que la visión de Dios es ilimitada y eterna. Por eso, cuando le pedimos a Dios que nos enseñe sus caminos, reconocemos que no sabemos qué es lo mejor para nosotros y confiamos en Aquel que sí lo sabe. Solo Él puede prepararnos para lo que nos espera. Necesitamos sabiduría para tomar decisiones y orientarnos. ¿Actuamos ahora o debemos esperar? ¿Necesitamos valor o aceptación paciente? ¿Necesitamos cargas más ligeras o espaldas más fuertes?
La obra de la oración alinea nuestro corazón con Dios y nos enseña a confiar en Él para todas nuestras necesidades. En la oración, le pedimos a Dios que nos abra los ojos a las realidades que tenemos ante nosotros: su presencia en nuestras vidas, su provisión para todas nuestras necesidades y sus propósitos en nuestro dolor. Nuestra necesidad más profunda es encontrar nuestro descanso y satisfacción solo en Dios, y el sufrimiento ofrece una oportunidad única para hacerlo. Y cuando lo hacemos, aprendemos que Dios realmente es suficiente y que una vida de dependencia es una vida de gracia infinita.
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas