El Poder de Ejemplo

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“El ejemplo no es la cosa principal de vida—es la única.” Por esa frase, el famoso misionero y autor, Albert Schweitzer, declaró claramente la importancia y poder del ejemplo. ¿Cuántos nosotros al leer ésto, hemos sido influidos por la vida poderosa de algún pastor, diácono u otro cristiano que observamos en nuestra juventud. Si menciono “un pastor fiel,” ¿de quién piensas? Si menciono “un cristiano fiel,” ¿de quién piensas?  
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“El ejemplo no es la cosa principal de vida—es la única.” A través de esa frase, el famoso misionero y autor, Albert Schweitzer, declaró claramente la importancia y poder del ejemplo. ¿Cuántos de los que estamos leyendo esto, hemos sido influidos por la vida poderosa de algún pastor, diácono u otro cristiano que observamos en nuestra juventud? Si menciono “un pastor fiel,” ¿la imagen de quién surge en tu mente? Si menciono “un cristiano fiel,” ¿en quién piensas? <br><br> Claro que la declaración de Schweitzer es una sobredeclaración. Muchas otras cosas están involucradas en una vida fiel, pero esas mismas se combinan en el ejemplo que alguien se hace . <br><br> “Guiar” y “formar” parecen ser nuevos conceptos, pero no lo son. Parece por la manera en que Dios nos ha creado que esto ha estado en Su mente. El hizó a los humanos a Su imagen. Debemos seguir Su ejemplo, e imitar Su carácter. En la encarnación de Jesucristo, Dios vino en la carne de una forma en que pudieramos entender e identificarnos con Él, y, como dijo Pedro, “dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas,” (I Pedro 2:21) <br><br> Nosotros también llegamos a participar en este ministro de dejar y seguir ejemplos. Dios ha creado humanos para que nazcan y maduren en la compañía de otros humanos en la familia. No somos auto-generados, ni aparecemos al instante como personas maduras. Dios planeó que padres amables sean parte de la manera en que los humanos crezcan. <br><br> También es la manera usada por Dios para hacerse conocido en este mundo caído. En el Antiguo Testamento Dios llamó a Abraham y a sus descendientes para ser un pueblo santo, especial y distinto en el mundo. Iba a ser especial para que el mundo tuviera una imagen de una sociedad que refleja el carácter de Dios—personificando sus intereses y valores. Cuando Dios le dijo a Su pueblo en Levítico 19 “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios,” no hablaba solamente a una persona, a Moisés o Aarón o Josué. Sin duda estaba hablando con ellos, pero vemos en Lev. 19:1 que Dios especificamente instruyó a Moisés que diga esto a la asamblea entera de Israel. Las leyes dadas por Él en ese momento tenían mucho que ver con las relaciones, la equidad, la justicia, y las interacciones sociales. Él demuestra que estas personas, al cuidarse entre ellos a los perdidos y a los menores,&nbsp; al extranjero y al joven – demostrarían algo del carácter de su Creador justo y misericordoso. <br><br> El fracaso de Israel en este ministerio de modelar a otros es una de las acusaciones centrales de Dios contra la nación en el Antiguo Testamento. Así que en Ezequiel 5, el papel de Israel se convierte en uno de instruir a las naciones a través de un ejemplo negativo. Así dice el Señor DIOS: "Esta es Jerusalén; yo la coloqué en el centro de las naciones y de los territorios a su alrededor.…Te haré desolación y oprobio entre las naciones que te rodean, a los ojos de todos los que pasen. Y serás oprobio, escarnio, advertencia y objeto de horror para las naciones que te rodean, cuando haga juicios contra ti con ira, furor y terribles reprensiones. Yo, el SEÑOR, he hablado." (5:5, 14-15). Vez tras vez en Ezequiel, Dios dice que hace lo que hace a la nación de Israel por amor de Su nombre, es decir, para que se sepa la verdad sobre Él entre los pueblos del mundo. <br><br> Este testigo para mismo es lo que Dios también ha planeado para la iglesia en el Nuevo Testamento. En Juan 13, Jesús dijo que el mundo sabría que somos Sus discípulos por el amor de Cristo que tenemos los unos por los otros. Pablo escribió a la iglesia de Éfeso, “porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz,” (Efesios 5:8). <br><br> En nuestras vidas como cristianos, individualmente, y en efecto multiplicado en nuestras vidas juntos como iglesias, extendemos la luz de Dios de esperanza en este mundo oscuro y desesperado. A través de nuestras vidas como cristianos estamos enseñándonos unos a otros, y al mundo alrededor acerca de Dios. Si nos amamos, mostramos algo de cómo es amar a Dios. Y, por otro lado "el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (I Juan 4:20). En nuestra santidad, mostramos la santidad de Dios. Somos llamados a dar esperanza a la gente de que hay otra manera de vivir, en vez de las vidas de frustración egoísta que nuestras naturalezas caídas y el mundo alrededor nos animan seguir. <br><br> Pastores hermanos y diáconos, ¿qué le están enseñando nuestras iglesias al mundo observante acerca de Dios? ¿Les estamos enseñando que Dios se limita a nuestra raza? ¿Les estamos enseñando que Él tolera el pecado y la infidelidad, las vidas egocéntricas de mezquindad y las peleas? ¿Cúan seriamente hemos llevado a nuestra gente a tomar el gran papel y privilegio que tenemos de ser la demostración pública, la ventana, la publicidad, la página web del carácter de Dios para Su creación? <br><br> Qué privilegio tremendo Él nos ha dado, y cuán poco parecemos considerarlo. Creemos que si conseguimos más gente en nuestra iglesia, eso de alguna manera niega nuestra responsabilidad hacia ellos quienes ya son nombrados como miembros. ¿Pero cómo es el testimonio que cada uno de ellos provee ahora mismo? ¿Con cuántos de sus malos testimonios ustedes deben lidiar para que la gente vea el buen testimonio que Dios está proveyendo a través de aquellos que son verdaderamente convertidos, y lo están demostrando? <br><br> En última instancia, todo el ejercicio de disciplina eclesiástica no se trata de vindicación o venganza. ¡Esos son casos para Dios, no para pecadores perdonados como nosotros (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19)! Pero sí tenemos la responsabilidad de presentarles un buen testimonio a otros de cómo es Dios. Debemos ser ejemplares en nuestras vidas y comportamiento. ¿Te has dado cuenta de que en sus epístolas pastorales, Pablo parece estar particularmente preocupado sobre la reputación que tendría un diácono con los que están fuera de la iglesia? Aunque puede que haya una cantidad de razones para esto, una ciertamente debe ser el papel representativo del diácono de la iglesia al mundo. Esto, entonces, también es cómo debe ser la iglesia entera. Esto es por lo que Pablo estuvo tan enojado en I Corintios 5. ¿Has notado a quién exactamente le grita Pablo? No regaña al hombre que estaba en la pecaminosa relación sexual; en su lugar, ¡reprende marcadamente a la iglesia que tolera tal pecado entre sus miembros! Sabemos la triste verdad de que algunos en nuestra congregación se mostrarán perdidos en pecado, aunque hayan hecho una buena profesión al principio. Confiamos en que al menos algunos de ellos se arrepentirán y volverán. Pero nunca esperamos que la iglesia corporativamente incumpla su responsabilidad de representar bien a Dios asociándose con la santidad y contra el pecado. Fue este asunto – muy parecido al pecado de un Israel idólatra en el Antiguo Testamento – que era el enfoque de la reprehensión clara de Pablo hacia la iglesia corintia. <br><br> Amigos, ¿qué diría el apóstol Pablo de tu iglesia y la mía? ¿Cuánta falta de asistencia toleramos en el nombre del amor? ¿Cuántas relaciones adúlteras o divorcios no bíblicos permitimos pasar sin comentario en nuestras iglesias, que gritan al mundo, diciendo “no somos diferentes de ellos”? ¿A cuántas personas divisivas permitimos rasgar la iglesia sobre asuntos pequeños, o cuántos evangelios falsos dejamos que sean enseñados? <br><br> Querido hermano, si tú estás leyendo esto como un pastor, un diácono, profesor o miembro de la iglesia, piensa en la gran responsabilidad que tenemos. Considera cómo podemos dar testimonio de Dios mejor—¿es pasando por alto el pecado en nuestro medio, o trabajando para restaurar con cuidado a aquellos que están atrapados por el pecado, como instruye Pablo en Gálatas 6:1? ¿Cuál refleja mejor al Dios que adoramos? ¿Alguna vez la misericordia de Dios ofusca Su santidad en Su palabra? ¿Y sucede eso en Su iglesia? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en este asunto? <br><br> Ten cuidado del ejemplo que estás dando al mundo alrededor tuyo. Dios tiene un gran plan para Su gente y para Su mundo; Él nos llama a mostrar eso por medio de nuestras palabras y vidas. ¿Estás haciendo eso? Que Dios ayude a cada uno de nosotros a ser fiel en este gran llamado.
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Claro que la declaración de Schweitzer es una sobredeclaración. Muchas otras cosas se involucran en una vida fiel, pero ésas mismas se combinan en el ejemplo que se hace alguien.  
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“Guiar” y “formar” parecen ser nuevos conceptos, pero no lo son. Parece que de la manera en que somos creados por Dios, fue en Su mente. El creó a humanos en Su imagen. Debemos seguir Su ejemplo, e imitar Su carácter. En la encarnación de Jesucristo, Dios vino en la carne en una manera que pudimos entender y relatar con El, y, como dijo Pedro, “dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas,” (I Pedro 2:21)  
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También podemos participar en este ministro de dejar y seguir ejemplos. Dios ha creado a humanos para ser nacidos y madurar en la compañía de otros humanos en la familia. Ni somos auto-hechos, ni aparecemos al instante como personas maduras. Dios planeó que padres amables sean parte de la manera en que humanos creceran.  
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También es la manera usada por Dios para hacerse conocido en este mundo caído. En el Antiguo Testamento Dios llamó a Abraham y sus descendientes para ser una gente santa, especial y distinta en el mundo. Iba a ser especial para que tenga el mundo un imagen de una sociedad la cual reflejaría el carácter de Dios—personificando sus intereses y valores. Cuando Dios le dijo a Su gente en Levítico 19 que “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios,” no hablaba solamente a una persona, a Moisés o Aarón o Josué. Sin duda hablaba con ellos, pero vemos en Lev. 19:1 que Dios especificamente instruyó a Moisés que le diga éste a la asamblea entera de Israel. Las leyes dadas por El en ese momento tenían mucho que ver con las relaciones, la equidad, la justicia, y las interacciones sociales. Demuestra que estas personas se cuedan para los perdidos y los menores, para el extranjero y el joven – demostrarían algo del carácter de su Creador justo y misericordoso.  
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La fallanza de Israel en este ministro de ejemplar para con otros es una de las acusaciones centrales contra la nación en el Antiguo Testamento. Así en Ezequiel 5, el papel de Israel llega de ser uno de instruir las naciones por ejemplo negativo. Así ha dicho Jehová el Señor, “Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella…Y te convertiré en soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos de todo transeúnte. Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo Jehová he hablado, (5:5, 14-15). Vez tras vez en Ezequiel, Dios dice que hace lo que hace a la nación de Israel por amor de Su nombre, es decir, para que se sepa la verdad sobre El entre las gentes del mundo.  
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Este testigo para con sí mismo es lo que Dios también ha planeado por la iglesia en el Nuevo Testamento. En Juan 13, Jesucristo dijo que el mundo sabría que somos Sus discípulos por el amor que tenemos para con nosotros. Pablo escribió a la iglesia Efesia, “porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz,” (Efesios 5:8).  
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En nuestras vidas como cristianos, individualmente, y en efeto multiplicado en nuestras vidas como iglesias, extendemos la luz de Dios de esperanza en este mundo oscuro y desesperado. Por nuestras vidas como cristianos estamos enseñándonos, y el mundo alrededor sobre Dios. Si nos amamos, mostramos algo de cómo es amar a Dios. Y, al otro mano “pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (I Juan 4:20). En nuestra santidad, mostramos la santidad de Dios. Somos llamados para dar esperanza que hay otra manera de vivir, que las vidas de frustración egoísta que nuestras naturalezas caídas y el mundo alredeor nos animan seguir.  
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Pastores hermanos y diáconos, ¿qué le enseñan nuestras iglesias al mundo observante sobre Dios? ¿Estamos enseñando que Dios se limite a nuestra raza? ¿Les enseñamos que El soporta el pecado y infidelidad, las vidas egocéntricas de la mezquindad y pelear? ¿Les hemos enseñado tomar en serio el gran papel y privilegio que tenemos en ser la demostración pública, la advertencia de, la página web del carácter de Dios para Su creación?  
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Qué privilegio tremendo El nos ha dado, y qué poco parecemos considerarlo. Creemos que si tenemos más gente en nuestra iglesia, entonces en algún manera negaría nuestra responsabilidad hasta con ellos que ya son nombrados como miembros. ¿Pero cómo es el testimonio que cada uno de ellos provee ahora mismo? ¿Cuántos de sus testimonios malos se deben sobrevenir para que vea gente el bueno testimonio que Dios provee por ellos que son verdaderamente convertidos, y es obvio?  
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Ultimamente, el ejercicio de disciplina eclesiástica no es sobre vindicación o venganza. ¡Esos son casos para Dios, no para pecadores perdonados como nosotros (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19)! Pero sí que tenemos la responsabilidad para presentarles un buen testimonio a otros de cómo es Dios. Debemos ser ejemplares en nuestras vidas y comportamiento. ¿Ha dado cuento de que en sus epístolas pastorales, Pablo parece estar particularmente preocupado sobre la reputación de que tenga un diácono con los fuera de la iglesia? Mientras puede ser una cantidad de razones para éste, claro que uno debe ser el papel representativo del diácono de la iglesia al mundo. Esto, entonces, también es cómo debe ser la iglesia entera. Este es por qué Pablo estuvo tan enojado en I Corintios 5. ¿Y ha notado a quién le grita Pablo? No regaña al hombre que estaba en la pecaminosa relación sexual; en su lugar, ¡reprende marcadamente la iglesia que soporta tal pecado en sus miembros! Sabemos la verdad triste que algunos en nuestra congregación se muestran perdidos en pecado, aunque han hecho una buena profesión al primero. Esperamos que a lo menos algunos de ellos arrepentirán y se volverán. Pero nunca esperamos que la iglesia corporativamente incumpla su responsabilidad de representar bien a Dios por asociarse con la santidad y contra el pecado. Fue este asunto – mucho como el pecado de un Israel idólatra en el Antiguo Testamento – que era el enfoque de la reprehensión clara de Pablo hasta con la iglesia corintia.  
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Amigos, ¿qué diría el apóstol Pablo de tu iglesia y mía? ¿Cuánta no-asistencia soportamos en el nombre del amor? ¿Cuántas relaciones adúlteras o divorcios no bíblicos permitimos pasar sin comentario en nuestras iglesias, que gritan al mundo, diciendo, “no somos diferentes que tú”? ¿Cuántas personas divisivas permitimos rasgar la iglesia sobre asuntos pequeños, o cuántos evangelios falsos enseñados?  
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Queridos hermanos, si Ud. está leyendo éste como un pastor, un diácono, profesor o miembro en la iglesia, piense en la gran responsabilidad que tenemos. Considere como mejor podemos dar fe de Dios—¿es por pasar por alto el pecado en nuestro medio, o por trabajar para restaurar con cuidado a ellos capturados por pecado, como instruye Pablo en Gálatas 6:1? ¿Cuál refleja mejor el Dios que adoramos? ¿Obfusca la misericordia de Dios Su santidad en Su palabra? ¿En Su iglesia? ¿Qué es nuestro responsabilidad en este caso?  
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Haga caso del ejemplo dado para el mundo alrededor. Dios tiene un plan grande para Su gente y para Su mundo; El nos llama mostrarlo por nuestras palabras y vidas. ¿Lo hace Ud.? Que Dios nos ayude a cada uno ser fiel en esta llamada grande.
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Última versión de 16:06 21 sep 2009

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Sobre esta Traducción
English: The Power of Example

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Por Mark Dever sobre Ministerio Pastoral
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Traducción por Charity Brown


“El ejemplo no es la cosa principal de vida—es la única.” A través de esa frase, el famoso misionero y autor, Albert Schweitzer, declaró claramente la importancia y poder del ejemplo. ¿Cuántos de los que estamos leyendo esto, hemos sido influidos por la vida poderosa de algún pastor, diácono u otro cristiano que observamos en nuestra juventud? Si menciono “un pastor fiel,” ¿la imagen de quién surge en tu mente? Si menciono “un cristiano fiel,” ¿en quién piensas?

Claro que la declaración de Schweitzer es una sobredeclaración. Muchas otras cosas están involucradas en una vida fiel, pero esas mismas se combinan en el ejemplo que alguien se hace .

“Guiar” y “formar” parecen ser nuevos conceptos, pero no lo son. Parece por la manera en que Dios nos ha creado que esto ha estado en Su mente. El hizó a los humanos a Su imagen. Debemos seguir Su ejemplo, e imitar Su carácter. En la encarnación de Jesucristo, Dios vino en la carne de una forma en que pudieramos entender e identificarnos con Él, y, como dijo Pedro, “dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas,” (I Pedro 2:21)

Nosotros también llegamos a participar en este ministro de dejar y seguir ejemplos. Dios ha creado humanos para que nazcan y maduren en la compañía de otros humanos en la familia. No somos auto-generados, ni aparecemos al instante como personas maduras. Dios planeó que padres amables sean parte de la manera en que los humanos crezcan.

También es la manera usada por Dios para hacerse conocido en este mundo caído. En el Antiguo Testamento Dios llamó a Abraham y a sus descendientes para ser un pueblo santo, especial y distinto en el mundo. Iba a ser especial para que el mundo tuviera una imagen de una sociedad que refleja el carácter de Dios—personificando sus intereses y valores. Cuando Dios le dijo a Su pueblo en Levítico 19 “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios,” no hablaba solamente a una persona, a Moisés o Aarón o Josué. Sin duda estaba hablando con ellos, pero vemos en Lev. 19:1 que Dios especificamente instruyó a Moisés que diga esto a la asamblea entera de Israel. Las leyes dadas por Él en ese momento tenían mucho que ver con las relaciones, la equidad, la justicia, y las interacciones sociales. Él demuestra que estas personas, al cuidarse entre ellos – a los perdidos y a los menores,  al extranjero y al joven – demostrarían algo del carácter de su Creador justo y misericordoso.

El fracaso de Israel en este ministerio de modelar a otros es una de las acusaciones centrales de Dios contra la nación en el Antiguo Testamento. Así que en Ezequiel 5, el papel de Israel se convierte en uno de instruir a las naciones a través de un ejemplo negativo. Así dice el Señor DIOS: "Esta es Jerusalén; yo la coloqué en el centro de las naciones y de los territorios a su alrededor.…Te haré desolación y oprobio entre las naciones que te rodean, a los ojos de todos los que pasen. Y serás oprobio, escarnio, advertencia y objeto de horror para las naciones que te rodean, cuando haga juicios contra ti con ira, furor y terribles reprensiones. Yo, el SEÑOR, he hablado." (5:5, 14-15). Vez tras vez en Ezequiel, Dios dice que hace lo que hace a la nación de Israel por amor de Su nombre, es decir, para que se sepa la verdad sobre Él entre los pueblos del mundo.

Este testigo para Sí mismo es lo que Dios también ha planeado para la iglesia en el Nuevo Testamento. En Juan 13, Jesús dijo que el mundo sabría que somos Sus discípulos por el amor de Cristo que tenemos los unos por los otros. Pablo escribió a la iglesia de Éfeso, “porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz,” (Efesios 5:8).

En nuestras vidas como cristianos, individualmente, y en efecto multiplicado en nuestras vidas juntos como iglesias, extendemos la luz de Dios de esperanza en este mundo oscuro y desesperado. A través de nuestras vidas como cristianos estamos enseñándonos unos a otros, y al mundo alrededor acerca de Dios. Si nos amamos, mostramos algo de cómo es amar a Dios. Y, por otro lado "el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (I Juan 4:20). En nuestra santidad, mostramos la santidad de Dios. Somos llamados a dar esperanza a la gente de que hay otra manera de vivir, en vez de las vidas de frustración egoísta que nuestras naturalezas caídas y el mundo alrededor nos animan seguir.

Pastores hermanos y diáconos, ¿qué le están enseñando nuestras iglesias al mundo observante acerca de Dios? ¿Les estamos enseñando que Dios se limita a nuestra raza? ¿Les estamos enseñando que Él tolera el pecado y la infidelidad, las vidas egocéntricas de mezquindad y las peleas? ¿Cúan seriamente hemos llevado a nuestra gente a tomar el gran papel y privilegio que tenemos de ser la demostración pública, la ventana, la publicidad, la página web del carácter de Dios para Su creación?

Qué privilegio tremendo Él nos ha dado, y cuán poco parecemos considerarlo. Creemos que si conseguimos más gente en nuestra iglesia, eso de alguna manera niega nuestra responsabilidad hacia ellos quienes ya son nombrados como miembros. ¿Pero cómo es el testimonio que cada uno de ellos provee ahora mismo? ¿Con cuántos de sus malos testimonios ustedes deben lidiar para que la gente vea el buen testimonio que Dios está proveyendo a través de aquellos que son verdaderamente convertidos, y lo están demostrando?

En última instancia, todo el ejercicio de disciplina eclesiástica no se trata de vindicación o venganza. ¡Esos son casos para Dios, no para pecadores perdonados como nosotros (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19)! Pero sí tenemos la responsabilidad de presentarles un buen testimonio a otros de cómo es Dios. Debemos ser ejemplares en nuestras vidas y comportamiento. ¿Te has dado cuenta de que en sus epístolas pastorales, Pablo parece estar particularmente preocupado sobre la reputación que tendría un diácono con los que están fuera de la iglesia? Aunque puede que haya una cantidad de razones para esto, una ciertamente debe ser el papel representativo del diácono de la iglesia al mundo. Esto, entonces, también es cómo debe ser la iglesia entera. Esto es por lo que Pablo estuvo tan enojado en I Corintios 5. ¿Has notado a quién exactamente le grita Pablo? No regaña al hombre que estaba en la pecaminosa relación sexual; en su lugar, ¡reprende marcadamente a la iglesia que tolera tal pecado entre sus miembros! Sabemos la triste verdad de que algunos en nuestra congregación se mostrarán perdidos en pecado, aunque hayan hecho una buena profesión al principio. Confiamos en que al menos algunos de ellos se arrepentirán y volverán. Pero nunca esperamos que la iglesia corporativamente incumpla su responsabilidad de representar bien a Dios asociándose con la santidad y contra el pecado. Fue este asunto – muy parecido al pecado de un Israel idólatra en el Antiguo Testamento – que era el enfoque de la reprehensión clara de Pablo hacia la iglesia corintia.

Amigos, ¿qué diría el apóstol Pablo de tu iglesia y la mía? ¿Cuánta falta de asistencia toleramos en el nombre del amor? ¿Cuántas relaciones adúlteras o divorcios no bíblicos permitimos pasar sin comentario en nuestras iglesias, que gritan al mundo, diciendo “no somos diferentes de ellos”? ¿A cuántas personas divisivas permitimos rasgar la iglesia sobre asuntos pequeños, o cuántos evangelios falsos dejamos que sean enseñados?

Querido hermano, si tú estás leyendo esto como un pastor, un diácono, profesor o miembro de la iglesia, piensa en la gran responsabilidad que tenemos. Considera cómo podemos dar testimonio de Dios mejor—¿es pasando por alto el pecado en nuestro medio, o trabajando para restaurar con cuidado a aquellos que están atrapados por el pecado, como instruye Pablo en Gálatas 6:1? ¿Cuál refleja mejor al Dios que adoramos? ¿Alguna vez la misericordia de Dios ofusca Su santidad en Su palabra? ¿Y sucede eso en Su iglesia? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en este asunto?

Ten cuidado del ejemplo que estás dando al mundo alrededor tuyo. Dios tiene un gran plan para Su gente y para Su mundo; Él nos llama a mostrar eso por medio de nuestras palabras y vidas. ¿Estás haciendo eso? Que Dios ayude a cada uno de nosotros a ser fiel en este gran llamado.


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