Predicando Gracia

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Una mañana hermosa y soleada, mi esposa y yo nos sentamos en nuestro pórtico mientras disfrutábamos juntos de un momento único e impasible, cuando de repente un sedán blanco que pasaba por nuestro callejón se detuvo a pocos metros frente a nosotros. El conductor bien vestido salió del auto mientras la mujer joven permanecía en él. Lo noté inmediatamente. Miré a mi esposa Nancy y le susurré: "Testigos de Jehová. Yo me encargo de esto". <br><br> El hombre se me acercó y dijo: "Buenos días". Antes de que pudiese pronunciar otra palabra, yo tomé la ofensiva: "Claro, mientras el mundo se torna cada vez peor, ¿no es así?" "Ah, sí –replicó– pero…" Antes de que pudiese decir algo más, yo me entrometí como Jet Li, el personaje de la película ''Fearless'' (''Sin miedo''): "El problema", le dije, "no radica en cómo voy a lidiar con los problemas del mundo. Yo sé que ambos estamos convencidos de tener la respuesta. Mi pregunta para usted es: ¿a dónde lo llevará su respuesta?" Él abrió su boca para responderme, pero Jet Li fue más rápido. Una vez más lo dejé con las palabras en la boca, y cambiando de tema le pregunté: "¿Puede usted asegurar que ha 'nacido de nuevo'?" "No, pero…", vaciló débilmente. Yo interrumpí "No hay peros, mi amigo. La Biblia está en contra de lo que enseña tu grupo. ¡Tú DEBES nacer de nuevo!" <br><br> Yo podía sentir al hombre intimidado ante mi asalto casi frenético, pero no podía detenerme. Mientras me acercaba a la matanza, recordé la escena en la que Jet Li aniquila a sus oponentes con una serie de patadas giratorias desconcertantes. <br><br> "Jesús, mi amigo, ¡es DIOS!" le grité en la cara. Ni siquiera necesitaba mi Biblia mientras le parloteaba audazmente verso tras verso "'En el principio existía el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el VERBO era Dios', Juan 1:1. Fíjate que no se trata de 'un dios' como lo sugiere tu Traducción del Nuevo Mundo". Dirigiéndome al auto le dije a la joven mujer que debería decirle a su amigo que use una traducción real. <br><br> Yo aún no había terminado, ni estaba cerca de terminar. Empecé a caminar de un lado para otro. Mi congregación conformada por un miembro y su acompañante sentada en el auto me miraban pasmados. Cuando el hombre intentaba interponerse, yo continuaba: "Él es 'Dios SOBRE TODAS LAS COSAS' dice Romanos 9:5. Y si eso no está claro para usted, ¿qué tal Colosenses 2:9? 'Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad'". Y le repetí las palabras para un mayor énfasis "¡PLENITUD DE LA DEIDAD!" <br><br> El hombre parecía estar extremadamente intranquilo para ese entonces, pero aquí venía mi patada giratoria: "Una última cosa", le dije, "y luego puedes responder lo que desees. En Apocalipsis 1:17-18 dice: 'yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades'. ¿Quién dices que es?" "No respondas", fue la replica a mi propia pregunta, "Ambos sabemos que se trata de Jesús. Murió y ahora vive. El primero y el último. Interesante, ¿no lo crees? ¿Quién dice el Antiguo Testamento que era 'el primero y el último'?" Para ese entonces noté que el hombre ya no intentaba interrumpir, simplemente dijo: "¿Por qué no me lo dices tú?" <br><br> Más animado por aquella concesión, me dirigí a la ventana del automóvil con firmeza, y con una mirada de asombro total en el rostro de la joven mujer le dije que la próxima vez debería pedir viajar con alguien que conociera su Biblia. Luego me dirigí al hombre y le dije: "En Isaías 44:6 dice: 'Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios'". Hasta yo mismo me sorprendí, y todo esto había ocurrido en menos de diez minutos. <br><br> Luego miré al hombre y le dije: "He terminado. ¿Qué tienes para decir?" Él me miró y replicó: "Bien, le puedo decir algo. Prometo que nunca llegaré a ser un Testigo de Jehová... pero ¿podría decirme dónde viven los Monaghans?" <br><br> De alguna manera, (no estoy seguro de qué manera, pero de alguna manera), cuando me di cuenta de que el hombre se había detenido solamente para solicitar direcciones, yo me las arreglé para darle la dirección de nuestro vecino, y de algún otro modo obtuve el valor para despedirme ondeando mi mano mientras se alejaban por nuestro callejón. <br><br> Lo “bueno” de esto tiene dos lados. Primero, yo recité numerosos versos bíblicos, lo cual me permitió consolarme en parte sabiendo que “la Palabra de Dios nunca regresa sin haber cumplido su propósito”. Segundo, me hizo meditar… me pregunté: ¿es posible que esta la posición que adopto cuando predico? Me di cuenta de que me es muy fácil lidiar con los “perdidos” de una manera arrogante y déspota que solamente causa que se alejen aún más; mientras pienso al mismo tiempo en mi asombrosa actuación. Me di cuenta de que si mi Evangelio, al igual que mi conducta, no rebosa de gracia y amor, yo no represento a ningún predicador diestro ni a un cristiano bien instruido, sino simplemente a un “metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1). <br><br> La gente necesita cada vez más a aquel Jesús lleno de gracia que los invitaba a acercarse a Él diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Necesitan ver y escuchar a Jesús quien “rebosa de gracia y verdad” (Juan 1:14), pues sus vidas ya han sido suficientemente golpeadas. No necesitan más golpes desde un púlpito. Ellos necesitan a Jesús, no a Jet Li. &nbsp;
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Una mañana hermosa y soleada, mi esposa y yo nos sentamos en nuestro pórtico mientras disfrutábamos juntos de un momento único e impasible, cuando de repente un sedán blanco que pasaba por nuestro callejón se detuvo a pocos metros frente a nosotros. El conductor bien vestido salió del auto mientras la mujer joven permanecía en él. Lo noté inmediatamente. Miré a mi esposa Nancy y le susurré: "Testigos de Jehová. Yo me encargo de esto". <br><br> El hombre se me acercó y dijo: "Buenos días". Antes de que pudiese pronunciar otra palabra, yo tomé la ofensiva: "Claro, mientras el mundo se torna cada vez peor, ¿no es así?" "Ah, sí –replicó– pero…" Antes de que pudiese decir algo más, yo me entrometí como Jet Li, el personaje de la película ''Fearless'' (''Sin miedo''): "El problema", le dije, "no radica en cómo voy a lidiar con los problemas del mundo. Yo sé que ambos estamos convencidos de tener la respuesta. Mi pregunta para usted es: ¿a dónde lo llevará su respuesta?" Él abrió su boca para responderme, pero Jet Li fue más rápido. Una vez más lo dejé con las palabras en la boca, y cambiando de tema le pregunté: "¿Puede usted asegurar que ha 'nacido de nuevo'?" "No, pero…", vaciló débilmente. Yo interrumpí "No hay peros, mi amigo. La Biblia está en contra de lo que enseña tu grupo. ¡Tú DEBES nacer de nuevo!" <br><br> Yo podía sentir al hombre intimidado ante mi asalto casi frenético, pero no podía detenerme. Mientras me acercaba a la matanza, recordé la escena en la que Jet Li aniquila a sus oponentes con una serie de patadas giratorias desconcertantes. <br><br> "Jesús, mi amigo, ¡es DIOS!" le grité en la cara. Ni siquiera necesitaba mi Biblia mientras le parloteaba audazmente verso tras verso "'En el principio existía el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el VERBO era Dios', Juan 1:1. Fíjate que no se trata de 'un dios' como lo sugiere tu ''Traducción del Nuevo Mundo''". Dirigiéndome al auto le dije a la joven mujer que debería decirle a su amigo que use una traducción real. <br><br> Yo aún no había terminado, ni estaba cerca de terminar. Empecé a caminar de un lado para otro. Mi congregación conformada por un miembro y su acompañante sentada en el auto me miraban pasmados. Cuando el hombre intentaba interponerse, yo continuaba: "Él es 'Dios SOBRE TODAS LAS COSAS' dice Romanos 9:5. Y si eso no está claro para usted, ¿qué tal Colosenses 2:9? 'Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad'". Y le repetí las palabras para un mayor énfasis "¡PLENITUD DE LA DEIDAD!" <br><br> El hombre parecía estar extremadamente intranquilo para ese entonces, pero aquí venía mi patada giratoria: "Una última cosa", le dije, "y luego puedes responder lo que desees. En Apocalipsis 1:17-18 dice: 'yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades'. ¿Quién dices que es?" "No respondas", fue la replica a mi propia pregunta, "Ambos sabemos que se trata de Jesús. Murió y ahora vive. El primero y el último. Interesante, ¿no lo crees? ¿Quién dice el Antiguo Testamento que era 'el primero y el último'?" Para ese entonces noté que el hombre ya no intentaba interrumpir, simplemente dijo: "¿Por qué no me lo dices tú?" <br><br> Más animado por aquella concesión, me dirigí a la ventana del automóvil con firmeza, y con una mirada de asombro total en el rostro de la joven mujer le dije que la próxima vez debería pedir viajar con alguien que conociera su Biblia. Luego me dirigí al hombre y le dije: "En Isaías 44:6 dice: 'Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios'". Hasta yo mismo me sorprendí, y todo esto había ocurrido en menos de diez minutos. <br><br> Luego miré al hombre y le dije: "He terminado. ¿Qué tienes para decir?" Él me miró y replicó: "Bien, le puedo decir algo. Prometo que nunca llegaré a ser un Testigo de Jehová... pero ¿podría decirme dónde viven los Monaghans?" <br><br> De alguna manera, (no estoy seguro de qué manera, pero de alguna manera), cuando me di cuenta de que el hombre se había detenido solamente para solicitar direcciones, yo me las arreglé para darle la dirección de nuestro vecino, y de algún otro modo obtuve el valor para despedirme ondeando mi mano mientras se alejaban por nuestro callejón. <br><br> Lo “bueno” de esto tiene dos lados. Primero, yo recité numerosos versos bíblicos, lo cual me permitió consolarme en parte sabiendo que “la Palabra de Dios nunca regresa sin haber cumplido su propósito”. Segundo, me hizo meditar… me pregunté: ¿es posible que esta la posición que adopto cuando predico? Me di cuenta de que me es muy fácil lidiar con los “perdidos” de una manera arrogante y déspota que solamente causa que se alejen aún más; mientras pienso al mismo tiempo en mi asombrosa actuación. Me di cuenta de que si mi Evangelio, al igual que mi conducta, no rebosa de gracia y amor, yo no represento a ningún predicador diestro ni a un cristiano bien instruido, sino simplemente a un “metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1). <br><br> La gente necesita cada vez más a aquel Jesús lleno de gracia que los invitaba a acercarse a Él diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Necesitan ver y escuchar a Jesús quien “rebosa de gracia y verdad” (Juan 1:14), pues sus vidas ya han sido suficientemente golpeadas. No necesitan más golpes desde un púlpito. Ellos necesitan a Jesús, no a Jet Li. &nbsp;

Última versión de 19:01 23 oct 2009

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Sobre esta Traducción
English: Preaching Grace

© Ligonier Ministries

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Por Richard L. Ganz sobre La Predicación y la Enseñanza
Una parte de la serie A Pastor's Perspective

Traducción por María Elena Carrión de Medina


Una mañana hermosa y soleada, mi esposa y yo nos sentamos en nuestro pórtico mientras disfrutábamos juntos de un momento único e impasible, cuando de repente un sedán blanco que pasaba por nuestro callejón se detuvo a pocos metros frente a nosotros. El conductor bien vestido salió del auto mientras la mujer joven permanecía en él. Lo noté inmediatamente. Miré a mi esposa Nancy y le susurré: "Testigos de Jehová. Yo me encargo de esto".

El hombre se me acercó y dijo: "Buenos días". Antes de que pudiese pronunciar otra palabra, yo tomé la ofensiva: "Claro, mientras el mundo se torna cada vez peor, ¿no es así?" "Ah, sí –replicó– pero…" Antes de que pudiese decir algo más, yo me entrometí como Jet Li, el personaje de la película Fearless (Sin miedo): "El problema", le dije, "no radica en cómo voy a lidiar con los problemas del mundo. Yo sé que ambos estamos convencidos de tener la respuesta. Mi pregunta para usted es: ¿a dónde lo llevará su respuesta?" Él abrió su boca para responderme, pero Jet Li fue más rápido. Una vez más lo dejé con las palabras en la boca, y cambiando de tema le pregunté: "¿Puede usted asegurar que ha 'nacido de nuevo'?" "No, pero…", vaciló débilmente. Yo interrumpí "No hay peros, mi amigo. La Biblia está en contra de lo que enseña tu grupo. ¡Tú DEBES nacer de nuevo!"

Yo podía sentir al hombre intimidado ante mi asalto casi frenético, pero no podía detenerme. Mientras me acercaba a la matanza, recordé la escena en la que Jet Li aniquila a sus oponentes con una serie de patadas giratorias desconcertantes.

"Jesús, mi amigo, ¡es DIOS!" le grité en la cara. Ni siquiera necesitaba mi Biblia mientras le parloteaba audazmente verso tras verso "'En el principio existía el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el VERBO era Dios', Juan 1:1. Fíjate que no se trata de 'un dios' como lo sugiere tu Traducción del Nuevo Mundo". Dirigiéndome al auto le dije a la joven mujer que debería decirle a su amigo que use una traducción real.

Yo aún no había terminado, ni estaba cerca de terminar. Empecé a caminar de un lado para otro. Mi congregación conformada por un miembro y su acompañante sentada en el auto me miraban pasmados. Cuando el hombre intentaba interponerse, yo continuaba: "Él es 'Dios SOBRE TODAS LAS COSAS' dice Romanos 9:5. Y si eso no está claro para usted, ¿qué tal Colosenses 2:9? 'Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad'". Y le repetí las palabras para un mayor énfasis "¡PLENITUD DE LA DEIDAD!"

El hombre parecía estar extremadamente intranquilo para ese entonces, pero aquí venía mi patada giratoria: "Una última cosa", le dije, "y luego puedes responder lo que desees. En Apocalipsis 1:17-18 dice: 'yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades'. ¿Quién dices que es?" "No respondas", fue la replica a mi propia pregunta, "Ambos sabemos que se trata de Jesús. Murió y ahora vive. El primero y el último. Interesante, ¿no lo crees? ¿Quién dice el Antiguo Testamento que era 'el primero y el último'?" Para ese entonces noté que el hombre ya no intentaba interrumpir, simplemente dijo: "¿Por qué no me lo dices tú?"

Más animado por aquella concesión, me dirigí a la ventana del automóvil con firmeza, y con una mirada de asombro total en el rostro de la joven mujer le dije que la próxima vez debería pedir viajar con alguien que conociera su Biblia. Luego me dirigí al hombre y le dije: "En Isaías 44:6 dice: 'Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios'". Hasta yo mismo me sorprendí, y todo esto había ocurrido en menos de diez minutos.

Luego miré al hombre y le dije: "He terminado. ¿Qué tienes para decir?" Él me miró y replicó: "Bien, le puedo decir algo. Prometo que nunca llegaré a ser un Testigo de Jehová... pero ¿podría decirme dónde viven los Monaghans?"

De alguna manera, (no estoy seguro de qué manera, pero de alguna manera), cuando me di cuenta de que el hombre se había detenido solamente para solicitar direcciones, yo me las arreglé para darle la dirección de nuestro vecino, y de algún otro modo obtuve el valor para despedirme ondeando mi mano mientras se alejaban por nuestro callejón.

Lo “bueno” de esto tiene dos lados. Primero, yo recité numerosos versos bíblicos, lo cual me permitió consolarme en parte sabiendo que “la Palabra de Dios nunca regresa sin haber cumplido su propósito”. Segundo, me hizo meditar… me pregunté: ¿es posible que esta la posición que adopto cuando predico? Me di cuenta de que me es muy fácil lidiar con los “perdidos” de una manera arrogante y déspota que solamente causa que se alejen aún más; mientras pienso al mismo tiempo en mi asombrosa actuación. Me di cuenta de que si mi Evangelio, al igual que mi conducta, no rebosa de gracia y amor, yo no represento a ningún predicador diestro ni a un cristiano bien instruido, sino simplemente a un “metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1).

La gente necesita cada vez más a aquel Jesús lleno de gracia que los invitaba a acercarse a Él diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Necesitan ver y escuchar a Jesús quien “rebosa de gracia y verdad” (Juan 1:14), pues sus vidas ya han sido suficientemente golpeadas. No necesitan más golpes desde un púlpito. Ellos necesitan a Jesús, no a Jet Li.  


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