Mencionando su importante Nombre Santificado
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Última versión de 19:31 30 mar 2016
Por Jenny Frank sobre Oración
Traducción por Carlos Diaz
En el nombre de Jesús, amén.
A menudo hilvanamos esta frase justo al final de nuestras oraciones por costumbre. Quizás debido a nuestro condicionamiento cristiano, o quizás debido a que señala que hemos terminado nuestro turno las veces que oramos en grupo, repetimos regularmente esta frase, pero ¿realmente pensamos acerca de su significado? Orar en el nombre de Jesús no es una formalidad. Nos acercamos a Dios en la oración a través de Jesús porque Jesús es el motivo por el cual Dios escoge escucharnos.
Jesús habla a sus discípulos extensivamente sobre la oración en Juan 16, preparando a sus seguidores no sólo para su muerte, sino para su posterior ascención en resurrección a la mano derecha del Padre — un momento en el que no podrán depender más de su presencia física. Este capítulo en particular es útil al recuperar el significado potencialmente diluido del orar en el nombre de Jesús. A través de este pasaje, obtenemos una impresionante vista dentro de la relación entre Jesús y su Padre. Vemos una bonita mezcla de la sumisión con agrado de Jesús hacia su Padre, y la exaltación imperturbable del Padre a su amado Hijo.
La prueba está en la oración
Con respecto a la oración, esta relación única entre el Padre y el Hijo tiene implicaciones profundas sobre la forma en que los seguidores de Jesús deben acercarse a Dios en oración. A medida que Jesús habla a sus seguidores sobre los pesares y alegrías que pronto experimentarán, Él establece un patrón de oración que busca glorificar a su Padre y simultáneamente valida su identidad, todo para la plenitud de nuestro gozo:
En aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. (Juan 16:23–24)
De forma similar en Juan 16:26–27, en lugar de considerar al Padre inalcanzable, Jesús esclarece que el Padre está dispuesto y animado a responder nuestras solicitudes cuando venimos en su nombre:
En ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí del Padre.
Dios escoge escucharnos porque hemos amado a Jesús y creemos que Dios lo envió. Dios responde a aquellos que le buscan en base a Jesús y a su obra en el evangelio, ya que Dios está comprometido en confirmar la legitimidad de quién es Jesús. Dios ama a aquellos que reconocen a su Hijo como la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15), la marca exacta de su naturaleza (Hebreos 1:3).
Mencionando su Nombre Divino
Hasta cierto punto, la “mención de nombre” — ese arte delicado de implicar una conexión personal con alguien de significancia a fin de establecer una audición y sentido de credibilidad más grande — es lo que está pasando cuando oramos en el nombre de Jesús. Estamos empleando un tipo de “mención de nombre” santificado — aunque no implicamos solamente una relación. Todos los que creen en Jesús son hijos de Dios (Juan 1:12). Oramos como los hijos e hijas del Padre en Cristo — aquellos a quienes Él ha escogido antes del tiempo, que ha rescatado en la plenitud de tiempo, y que estarán con Él por el resto de todo el tiempo.
Debido a que sabemos del amor inquebrantable de Dios por su Hijo, y debido a que somos hallados en su Hijo, podemos estar seguros que Dios nos escucha. Dios está deseoso de responder a nuestras solicitudes cuando vamos hacia Él en nombre de Jesús — ya que Dios quiere exaltar a Jesús.
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