¿A quién ama más Dios?
De Libros y Sermones BÃblicos
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- | Antes de que entraras en escena, antes de que el universo fuese creado, Dios ya era santo – infinitamente valioso, incomparable y absolutamente único- y Él lo sabía. Esto le agradaba y lo atesoraba porque es sabio y justo, y una persona justa valora lo que es más valioso. | + | Antes de que entraras en escena, antes de que el universo fuese creado, Dios ya era santo – infinitamente valioso, incomparable y absolutamente único- y Él lo sabía. Esto le agradaba y lo atesoraba, porque es sabio y justo, y una persona justa valora lo que es más valioso. |
Por lo tanto, antes de que entraras en escena, Dios valoraba a Dios por encima de todas las cosas. Veía sus mismas perfecciones alumbrando a su propio e infinitamente glorioso Hijo. Él amaba a su Hijo y el Hijo amaba al Padre y el Espíritu Santo, de manera poderosa y personal, irradiaba entre el Padre y el Hijo. Y antes de que entraras en escena, había gozo en esta realidad. | Por lo tanto, antes de que entraras en escena, Dios valoraba a Dios por encima de todas las cosas. Veía sus mismas perfecciones alumbrando a su propio e infinitamente glorioso Hijo. Él amaba a su Hijo y el Hijo amaba al Padre y el Espíritu Santo, de manera poderosa y personal, irradiaba entre el Padre y el Hijo. Y antes de que entraras en escena, había gozo en esta realidad. | ||
- | Y luego llegaste tú. Y te diré algo: nada cambió. Dios no se volvió idólatra cuando creó al hombre, poniéndolo en el lugar de Dios. Dios no adora al hombre. Dios adora a Dios. ¿O acaso le negarías el mayor gozo del universo? Pero mi generación no te dijo eso. Te criamos en | + | Y luego llegaste tú. Y te diré algo: nada cambió. Dios no se volvió idólatra cuando creó al hombre, poniéndolo en el lugar de Dios. Dios no adora al hombre. Dios adora a Dios. ¿O acaso le negarías el mayor gozo del universo? Pero mi generación no te dijo eso. Te criamos en el egocentrismo. Te enseñamos un evangelio de la autoestima que cura enfermedades, y pusimos a Dios en la periferia, como si fuera un medio para tu autoexaltación. |
- | + | Y, por eso, hay una gran barrera –hay una gran barrera aquí. Mi generación se ha fallado a sí misma y te ha fallado a ti de muchas formas. No eres el centro de los valores de Dios; la gloria de Dios es el centro de sus valores. No eres el centro de su obra redentora; magnificar a Cristo en tu vida es el centro de su obra redentora. Tú no eres el tesoro del evangelio; Dios es el tesoro del evangelio. | |
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Revisión de 14:58 23 nov 2017
Por John Piper
sobre La Gloria de Dios
Una parte de la serie Message Excerpt
Traducción por Sandra Gresati
Transcripción de audio
Antes de que entraras en escena, antes de que el universo fuese creado, Dios ya era santo – infinitamente valioso, incomparable y absolutamente único- y Él lo sabía. Esto le agradaba y lo atesoraba, porque es sabio y justo, y una persona justa valora lo que es más valioso.
Por lo tanto, antes de que entraras en escena, Dios valoraba a Dios por encima de todas las cosas. Veía sus mismas perfecciones alumbrando a su propio e infinitamente glorioso Hijo. Él amaba a su Hijo y el Hijo amaba al Padre y el Espíritu Santo, de manera poderosa y personal, irradiaba entre el Padre y el Hijo. Y antes de que entraras en escena, había gozo en esta realidad.
Y luego llegaste tú. Y te diré algo: nada cambió. Dios no se volvió idólatra cuando creó al hombre, poniéndolo en el lugar de Dios. Dios no adora al hombre. Dios adora a Dios. ¿O acaso le negarías el mayor gozo del universo? Pero mi generación no te dijo eso. Te criamos en el egocentrismo. Te enseñamos un evangelio de la autoestima que cura enfermedades, y pusimos a Dios en la periferia, como si fuera un medio para tu autoexaltación.
Y, por eso, hay una gran barrera –hay una gran barrera aquí. Mi generación se ha fallado a sí misma y te ha fallado a ti de muchas formas. No eres el centro de los valores de Dios; la gloria de Dios es el centro de sus valores. No eres el centro de su obra redentora; magnificar a Cristo en tu vida es el centro de su obra redentora. Tú no eres el tesoro del evangelio; Dios es el tesoro del evangelio.
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