El Pacto de David II
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Última versión de 18:51 21 jul 2014
Por Ligonier Ministries Staff
sobre Los Pactos
Una parte de la serie Tabletalk
Traducción por Javier Matus
“En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado” (Amós 9:11).
- Amós 9:11-15
Con el establecimiento del pacto de David, el pueblo de Dios se encontró en una nueva era. Ya no iban a ser acosados por sus enemigos ni vivirían en un estado de inseguridad moviéndose de un juez corrupto a otro. Más bien, ellos vivirían en paz y seguridad bajo un rey que promovería la justicia conforme a la ley de Dios.
Al menos esa era la intención. Sin embargo, sabemos por la Biblia que los reyes del antiguo Israel estaban muy lejos de este ideal. Hombres corruptos ascendieron al trono y se dedicaron a todo tipo de idolatría y pecado desenfrenados. Y como Dios lo prometió, Él envió a su pueblo al exilio.
Pero esta no fue la última palabra acerca del rey davídico. En 2 Samuel 7:14-15 Dios prometió que no iba a quitar Su amor firme de la línea de David. Sus descendientes serían disciplinados, pero ellos nunca serían completamente desamparados.
Esto fue una cosa difícil para aceptar para la nación de Israel. Sus profetas advirtieron repetidamente del exilio y la eventual experiencia de ese terrible castigo habría hecho difícil aceptar esta promesa sobre el trono de David. Pero aunque Dios trajo el castigo, Él también prometió la restauración. En Amós 9:11-15 leemos tal promesa. El versículo 11 nos dice específicamente que aunque el tabernáculo de David ha caído, será restaurado por Dios. La gloria regresaría a Israel bajo un rey davídico y todas las promesas de Dios se guardarían.
Cuando la voz de la profecía se quedó en silencio durante cientos de años después de la muerte de Malaquías, el pueblo de Dios esperaba la llegada de su rey prometido. Tenían la esperanza del día de Elías, quien vendría a anunciar el Día del Señor, el día en que este Rey se manifestaría. Ellos esperaban la venida del reino de Dios.
Este reino finalmente vino en una manera que fue inesperada por algunos del pueblo de Israel. Fue anunciado por Elías, pero no el exacto Elías mismo de los días de antaño. Más bien, uno salió en el espíritu y poder de Elías proclamando la necesidad del arrepentimiento y un bautismo para la remisión de los pecados (Lucas 3:1-6). El reino, aunque será visible y político, llegó primeramente como un reino invisible y espiritual.
Coram Deo
Dios habría tenido todo el derecho de desechar la línea davídica. La mayoría de los reyes del antiguo Israel llevaron al pueblo al pecado y persiguieron a los que proclamaron la ley de Dios. Pero Dios, por causa de Su juramento, se comprometió a renovar la línea davídica. Recuerde que cuando Dios hace una promesa, Él siempre la mantendrá.
Pasajes para Estudio Adicional
Os. 3:1-5
Zac. 12:10
Lucas 1:30-33
Ap. 22:16
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