Memorizar la mente de Dios
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Revisión de 19:46 2 dic 2014
Por David Mathis sobre La Biblia
Traducción por Laura Coloma
Han escuchado miles de veces el discurso de memorizar las Escrituras. Los convencen de que los beneficios son incalculables y que no hay mejor manera de utilizar el tiempo que guardar la palabra de Dios en sus corazones y almacenarla para utilizarla en un futuro. Pero lo han intentado una y otra vez y la magia pareciera no funcionar nunca.
Tal vez trajo algunos recuerdos que no pueden eliminar de cuando memorizaban repetidamente en la escuela, o cuando eventualmente se rendían y culpaban a la mala memoria. Sabían que sería maravilloso contar con un almacén atesorado de Escrituras, o un arsenal de armas almacenadas para uso del espíritu. Pero todo estaba dirigido a guardar para un futuro incierto, que no tenía nada que ver con el presente, seguramente no sentían mucha urgencia al respecto.
Tal vez el descubrimiento pudiera venir con un simple cambio de perspectiva. ¿Qué tal si memorizar las Escrituras se tratara del presente? Al menos por un minuto, olvídense de las décadas a partir de hoy; dejen a un lado la letanía de revisiones diarias de textos memorizados anteriormente; olviden la mentalidad de construir el almacén y acumular el montón, al menos como motivación principal. Por el contrario, concéntrense en el presente. La memorización de las Escrituras, en su mejor expresión, consiste en alimentar el alma hoy y en estructurar sus vidas y sus mentes en la vida y mente de Dios
Contenido |
Amolden sus Mentes para Hoy
Está bien y es bueno almacenar tesoros brillantes y armas filosas para uso futuro, pero si están cortados con las mismas tijeras que yo, encontrarán muy fácil dejarlos a un lado cuando cada día pareciera traer sus propios problemas (Mateo 6:34). Tal vez el descubrimiento que necesitaban para finalmente dejar huellas es simplemente aplicar esta frase del Padre Nuestro a la memorización de la Biblia: Danos hoy el pan nuestro de cada día (Mateo 6:11).
Cuando aprendemos las Escrituras de memoria, no sólo memorizamos textos antiguos, duraderos, sino que escuchamos y aprendemos la voz del mismo Creador y Redentor. Cuando memorizamos frases de la Biblia, amoldamos nuestras mentes en el momento para imitar la estructura y la forma de pensar de Dios.
La buena teología amolda nuestras mentes de manera general para pensar los pensamientos de Dios. Pero las Escrituras memorizadas amoldan nuestras mentes con tanta especificidad como es humanamente posible, para imitar los dobleces y pliegues de la mente de Dios. La teología nos lleva al parque de béisbol, las Escrituras memorizadas a la sede del club.
Por lo tanto, la memorización de la Biblia no sólo nos prepara para ese día o ese tal vez en el que utilizaremos un verso memorizado para asesorar o luchar contra el pecado, sino que contribuye de forma poderosa con el presente para convertirnos en el tipo de persona que camina con el espíritu hoy. Contribuye ahora mismo a que “seáis renovados en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23) y sean transformados “mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto” (Romanos 12:2). No sólo estará disponible para que podamos tomar decisiones en el futuro o luchemos contra la tentación en distintos contextos, sino que el sólo hecho de memorizar las Escrituras, mientras entendemos y nos involucramos con el significado del texto, cambia nuestras mentes hoy para convertirnos en la clase de persona que verifica “cuál es la voluntad de Dios.”
Entonces, memorizar la palabra de Dios ahora, no es sólo un depósito en una cuenta a futuro, es un activo que funciona para nosotros hoy.
Algunos lo Llaman “Meditación”
Vean la declaración anterior: “mientras entendemos y nos involucramos con el significado del texto.” Eso quiere decir, mientras inundamos el proceso de memorización con la disciplina espiritual y ese arte perdido que algunos llaman “meditación.”
No hay nada necesariamente de la nueva era o transcendental acerca de la meditación. La versión de la vieja escuela, recomendada en la Biblia, es pensar profundamente acerca de una verdad que venga de la boca de Dios, y darle vueltas en nuestra mente hasta que sintamos su significado en nuestro corazón, y luego empezar a imaginar su aplicación en nuestras vidas. Hacer que la meditación trabaje conjuntamente con la memorización de las Escrituras es de gran importancia en la forma como enfrentamos este arduo proceso. Por un lado, nos hace ir más lento. Podemos memorizar cosas mucho más rápido si no tenemos que detenernos para entender y reflexionar. Cuando tomamos en serio la meditación, no sólo buscamos entender lo que memorizamos, sino también lo repasamos, lo sentimos, y hasta comenzamos a aplicarlo mientras lo memorizamos.
Cuando intentamos memorizar las Escrituras con meditación, no sólo estamos almacenando para transformarlo más adelante, sino que estamos disfrutando del alimento para el alma y experimentando la transformación hoy. Y cuando el enfoque es más en alimentar que amoldar, la revisión constante es menos importante. Textos una vez memorizados y ahora olvidados no son una tragedia, son una oportunidad para meditar y amoldar la mente aún más.
Reinicien la Mente en Cosas del Espíritu
Otro beneficio importante de hoy, no del futuro, es la forma en la cual la memorización de la Biblia con meditación enfoca nuevamente nuestras almas para los asuntos del día. Es una manera de reiniciar nuestra mente “en las cosas del Espíritu” y luego vivir “conforme al Espíritu” (Romanos 8:5) lo que significa “vida y paz” (Romanos 8:6).
La relación entre meditación y memorización nos ayuda a obedecer los mandamientos de Colosenses 3:2: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Nos prepara para el día “combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales” en vez de caminar como el “hombre natural” quien “no acepta las cosas del Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:13-14). Cuando nos reiniciamos en las cosas del espíritu amoldando nuestra mente con las palabras de Dios, el resultado es simplemente extraordinario. Pablo pregunta con Isaías, ¿“Quién ha conocido la mente del Señor para que le instruya?” y responde con esta increíble revelación: “nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1 Corintios 2:16; Isaías 40:13).
La Mente de Cristo es Vuestra
En otras palabras, el apóstol tiene dos respuestas a la pregunta, ¿Quién ha conocido la mente del Señor? La primera está implícita en la pregunta retórica de Romanos 11:34: “¿Quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero?” La respuesta es: Nadie. Su mente está infinitamente más allá de la nuestra. “¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33). Ningún ser humano puede conocer completamente la mente de Dios.
Aun así Pablo responde a la segunda pregunta en 1 Corintios 2:16: “nosotros tenemos la mente de Cristo.” Ya que nosotros no sólo leemos y estudiamos las Escrituras, sino que las entendemos, luego las meditamos y las memorizamos, cada vez más “tenemos la mente de Cristo” pues somos conformados a su imagen. No podemos conocer la mente de Dios exhaustivamente, pero podemos progresar realmente en ciertos grados. Pocas cosas, si es que existen algunas, marcan la mente de Dios en las nuestras como la memorización, con meditación, de lo que Él ha dicho tan simplemente en las Escrituras.
Dos Efectos Importantes
Otro texto menciona “la mente de Cristo” y señala dos efectos importantes de memorizar la mente de Dios.
Filipenses 2:5, como introducción al famoso “himno a Cristo” de Filipenses 2:6-11, dice, “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús.” ¿Qué significa eso? Dos elementos muy claros en el contexto inmediato son unidad (Filipenses 1:27-2:22) y humildad (Filipenses 2:3-4).
No existe mejor diapasón para la armonía del cuerpo de Cristo que la unión de un grupo esforzándose para amoldar sus mentes a la mente de Cristo, no sólo con conceptos cristianos, sino con las propias palabras de Dios. Tener la mente de Cristo nos hará catalizadores de una comunidad “firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio.” (Filipenses 1:27) y “siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito” (Filipenses 2:2).
Esa “unidad de espíritu” va de la mano con el “espíritu humilde” en 1 Pedro 3:8. Pocas cosas cultivan la humildad del espíritu como entregar nuestra mente a las palabras de Dios a través de la memorización. Así nos convertimos en personas listas para que, “nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás” (Filipenses 2:3-4).
Guarden sus palabras en el corazón; construyan un arsenal para luchar contra la tentación, pero no pierdan hoy el poder transformador de vida de memorizar la mente de Dios.
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