Ocioso Ocupado
De Libros y Sermones BÃblicos
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Última versión de 19:23 16 jun 2015
Por Tony Reinke sobre
Traducción por Laura Coloma
A mis hijos les encanta el zoológico. En medio de la jungla de concreto, les viene un instinto repentino de actuar, hablar y hasta girar de manera animal. Es un ejercicio de imitación y comunicación.
A los niños les gusta conectar con bestias salvajes – así que golpean los cristales con sus manitos, sacuden jaulas y hacen todos esos ruidos ridículos. Es una forma de llamar la atención de los animales. Y por supuesto, las bestias que responden son los favoritos de la multitud.
El solo hecho de que un león simplemente te mire a los ojos por tres segundos a través del cristal, es una victoria escalofriante. Esta es una conexión que satisface el deseo primitivo de un niño de conectar con un animal feroz y mortífero.
Contenido |
La Pereza
Pero no con la pereza. La pereza es una cosa fea, desgarbada, peluda, con patas y brazos largos y garras amarillas estiradas. Solo abraza un árbol. Se preocupa de sus propios asuntos. Nada la molesta. No sintoniza con nada. Lo siento niños, no habrá conexión, las mentes no se encontrarán. La pereza está tomando una siesta. Otra vez.
La Biblia no pinta una imagen muy alentadora de la pereza en nuestras vidas. Las imágenes bíblicas y los slogans son inolvidables:
- Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. (2 Tesalonicenses 3:10)
- “Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos.” (Proverbios 6:6)
- Como la puerta gira sobre sus goznes, así da vueltas el perezoso en su cama. (Proverbios 26:14)
- El perezoso mete la mano en el plato, pero se fatiga de llevárselo a la boca. (Proverbios 26:15)
- Y al igual que el antiguo Metrodome de Minneapolis en una tormenta histórica, por negligencia se hunde el techo, y por pereza tiene goteras la casa. (Eclesiastés 10:18)
Estas son las imágenes comunes de una pereza: sosa, ociosa, indiferente.
La pereza destruye las vidas lenta y sutilmente. Y se esconde en dos estereotipos engañosos.
Aclaración #1: La pereza es un pecado de deseo.
Pareciera no ser el caso, pero la pereza es un pecado de deseo.
- Proverbios 13:4: “El alma del perezoso desea, pero nada consigue…”
- Proverbios 21:25–26: “El deseo del perezoso lo mata, porque sus manos rehúsan trabajar: todo el día codicia…”
Todos nosotros ansiamos, deseamos, queremos gente y los mimo es cierto de la pereza.
Aclaración #2: La ociosidad prospera en el ajetreo.
Esta manifestación sorprendente de la ociosidad es lo que yo llamo el zombi. El zombi perezoso puede vivir una vida muy ocupada, pero hace solo lo necesario para realizar el trabajo y así poder volver a disfrutar de su comodidad. Realiza sus deberes, pero desea comodidad. El zombi vive su rutina en una neblina, caminando sonámbulo los fines de semana.
Esto dice Frederick Buechner acerca de los zombis:
- La pereza no debe ser confundida con ociosidad. Un hombre perezoso puede ser un hombre muy ocupado. Es un hombre que se limita a actividades básicas, que vuela en piloto automático. Como alguien con un resfriado muy fuerte, prácticamente ha perdido el sentido del gusto y el olfato…las personas van y vienen, pero debido a sus ojos vidriosos casi no las ve. Deja que las cosas sigan su curso. Está sobrellevando su vida.
Richard John Neuhaus define la pereza contemporánea como “tardes sin número anuladas por la televisión, tardes ni de entretenimiento ni de educación, salvo la narcotizada defensa contra el tiempo y la tarea.” (Súper Ocupados, Kevin DeYoung, capítulo 7)
Esto es pereza en su máxima expresión: tratar de conservar la comodidad personal a través de la dulzura de diversiones interminables. La pereza es una búsqueda crónica de comodidad mundana que compone el aburrimiento – aburrimiento de Dios, aburrimiento de las personas, aburrimiento de la vida.
La especie más común de pereza es el “ociosamente ocupado” – una agenda apretada basada en confusión espiritual, envidiando interrupciones, odiando a los necesitados, motivados por el deseo de la comodidad siguiente. Es una epidemia de nuestros días.
Definición de pereza
- La pereza es un deseo de comodidad personal a toda costa. Y es costosa:
- La pereza te costará le felicidad en Dios, en tu rutina diaria.
- La pereza no te dejará ver cómo Dios diseña la vocación como medio para que puedas amar a otros.
- La pereza no te dejará ver las necesidades que puedes cubrir.
- La pereza te costará el amor por tu iglesia local.
- La pereza te aburrirá con diversiones interminables.
- La pereza no te dejará ver la necesidad urgente que tienes de Cristo.
- La pereza te cerrará los ojos a las maravillas y la belleza de Jesucristo.
- La pereza enmudecerá tu veneración.
- La pereza te privará de entretenimiento y descanso verdaderos.
- La pereza matará tus alegrías más intensas.
La pereza es fanática del control de la comodidad – una ilusión de poder que roba toda nuestra alegría verdadera.
Libres de pereza
Hay esperanzas para una pereza “ociosa ocupada” como yo. Tengo esperanzas porque Dios odia mi pereza.
La pereza me dice que todo funcionará en conjunto para mi comodidad. Dios dice, trabajaré para que todas las cosas cooperen para tu bien (Romanos 8:28). Hay una gran diferencia.
Estar cómodo no es lo mismo que recibir comodidad. Dios no se encarga de darnos comodidad. ¿Salvados eternamente en Cristo? Sí. ¿Libres de su ira? Sí. ¿Victoriosos sobre el pecado? Amén. ¿Pero, cómodos? No.
Los seres humanos no fuimos diseñados para prosperar en un estado de eternas vacaciones. Esa promesa es una farsa.
Como acto de amor, Dios eliminará comodidades de nuestras vidas, lo cual es la esencia de las pruebas. Cuando estamos extremadamente cómodos con algo, comenzamos a hundirnos en un letargo espiritual. Entonces caen rayos desde el cielo. La comodidad es eliminada y volvemos a un estado de alerta espiritual.
A través de pruebas, Dios dice, “Te quiero lo suficiente como para eliminar las comodidades que anhelas para hacer campo a la alegría de Cristo que tanto necesitas.” Dios está a cargo. Esa es nuestra comodidad.
La verdad gloriosa es que en Cristo hemos sido liberados del dominio de la pereza. La adicción a la comodidad ya no nos domina. ¡No! Somos libres en Cristo. No dormimos todo el día tratando de encontrar alegría. Eso es suicidio. No vivimos en una niebla tipo zombi, arrastrándonos hacia el próximo día libre, la siguiente vacación, el próximo escape. ¡No! Somos libres de disfrutar a Jesús ahora, en sacrificio diario.
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