Ayúdame a encarar el día de hoy
De Libros y Sermones BÃblicos
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Revisión de 20:17 3 sep 2015
Por Amanda Knoke sobre Miedo y Ansiedad
Traducción por Caridad Adriana Zayas Velázquez
Suena la alarma de mi IPhone debajo de mi almohada y golpeo la pantalla de cristal hasta que me obedece. Nueve minutos más de sueño, si estoy de suerte se dormirá y yo tendré la oportunidad de repetir el ciclo una vez más.
Para entonces ya estoy lo suficientemente despierta como para percatarme de que estoy pensando y no soñando, la paz de la inconsciencia se desvanece y se produce un incremento ya familiar del ritmo cardíaco. Entonces sucede. ¡Es terrible!
Aunque la sensación no se produce todas las mañanas, no es inusual. Es como una ola, las ansiedades y cuidados del día que comienza me bañan de la cabeza a los pies.
Ese proyecto. Esa fecha tope. (¿Ha pasado ya?) Decisiones que me paralizan. Esa conversación que debo tener. El hecho de que cada tarde está llena para los próximos siete. Trámites .- facturas, formularios, impuestos-, siento como una opresión en el pecho. No hay que se siente al sufrir un ataque de pánico?
La escena de esta mañana no es algo que debería sobrevenirle con regularidad a alguien que ha andado con Jesús, para bien, a lo largo de tres décadas. Debería estar a la altura de ello. Tener mayor confianza en mi Padre que me ama.
Pero, me consuela el saber que estoy en buena compañía y que una hermana en la fe ha estado ahí y me ofrece la sabiduría desde su viaje de santificación.
La familiaridad del miedo
“EL miedo no es sólo algo con lo que estoy familiarizada, es una tentación que ha invadido mi vida desde que tengo uso de razón “, escribe Trillia Newbell en su recientemente publicado MIEDO Y FE: EN BUSCA DE LA PAZ QUE VUESTROS CORAZONES ANSIAN. Ella puede identificarlo.
Mientras realiza un recuento de los miedos y ansiedades que abarcan desde atravesar turbulencias en un avión, hasta “el temer no estar a la altura” de las expectativas de la familia, la iglesia o el mundo (u otras madres, esposas o imágenes de su físico), hasta tragedias imaginarias como la pérdida del esposo o de los hijos, Trillia invita a los lectores “ a gatear, bambolearse y andar (con ella) a través de las adversidades y miedos que afrontamos mientras aprendemos a reemplazarlos por la confianza y el temor al Señor”.
¿Qué nos dice el Señor acerca del miedo y la confianza en Él? Tantas cosas. Pero fue algo nuevo para mí el que (en dependencia de la traducción que hagamos del texto) más de 300 versos en la Biblia contengan la frase: No temáis. Dios está familiarizado con los cuidados de sus criaturas-, y tal vez más obviamente en Isaias 41:10. Me encanta como Trillia nos lo muestras:
- Cuando nuestro miedo del hombre parece mayor que nuestra confianza en Él o nuestro temor por el futuro abruma nuestros pensamientos, o nuestro temor y la comparación nos despoja de nuestro goce, el Señor proclama, no temáis, yo estoy con Vosotros…Cuando tus miedos te dicen…
- Que estás solo, Dios murmura…Yo soy tu Dios.
- Que tienes que ser fuerte, Dios te dice…Yo te daré la fuerza.
- Que caerás y fallarás…que tienes que reunir la fuerza para ser todo lo que tú crees que el Señor desea que tú seas y que debes lograrlo por ti mismo…que no te valoras y nunca lo harás, Dios te dice…Yo te sostendré con mi justa mano derecha.
Tus miedos te dicen que temas; Dios te dice, No desmayes.
Combatiendo el miedo actual
Lo que la tentación de temer parece a Aquel que se identifica con nosotros en todas las formas, ¿fue acaso sin pecado? Con la cruz ante Él y la lejanía absoluta de su Padre, cómo fue Jesús capaz de evitar el temor pecaminoso? Clamó por su Padre.
Su poder para sobreponerse (resurrección) es la fuerza disponible para todos los hijos de Dios. Trillia escribe: “ Nunca sobrepasarán el temor de no valorarnos hasta que no abracen la obra absoluta de Jesús en la cruz. ..No hay mejores nuevas que ésta: “ Y más adelante en el libro añade : “…Dios me ha dado su Espíritu y por su gracia santificará mis pensamientos, pero no tengo que pecar “.
Una verdad gloriosa. Puedo estar tentado a temer, pero no necesito sucumbir a él. Jesús es mi modelo para los temores deslizantes hacia mi amante Padre. Emitid todas vuestras ansiedades sobre Él…” (1 Pedro 5:7). Confiemos en Él cuyos hombros cargarán todo el peso de nuestros miedos.
Mientras más reconozcamos el miedo como un pecado, lo combatamos con las Escrituras y se lo entreguemos a nuestro Padre, mucho más Cristianos devendremos aferrándonos a las promesas de Dios, las repetiremos ante los pensamientos no deseados que pueden colocarnos ante un día terrible aún antes de que nuestros pies salgan de las sábanas.
Estoy contigo. No desmayes. Soy tu Dios. Te daré fuerzas. Te ayudaré. Te sostendré.
Padre, ayudame a encarar el presente.
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