Yendo ardorosamente en pos de Dios Santo
De Libros y Sermones BÃblicos
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Nuestro tema para la semana de plegarias ha sido “Yendo ardorosamente en pos de Dios Santo”. La semana pasada nos enfocamos en Dios Santo. Hoy nos enfocaremos en “ir ardorosamente”. La frase es adaptada de A. W. Tozer, cuyo libro, ''La búsqueda de Dios'', tiene un capítulo titulado “Sigamos ardorosamente en pos de Dios”. Tozer escribió ese libro en 1948, sin embargo, es más relevante hoy. Después de mostrar cómo Moisés, David, Pablo y todos los estupendos escritores de himnos seguían sedientos de más de Dios, escribió: | Nuestro tema para la semana de plegarias ha sido “Yendo ardorosamente en pos de Dios Santo”. La semana pasada nos enfocamos en Dios Santo. Hoy nos enfocaremos en “ir ardorosamente”. La frase es adaptada de A. W. Tozer, cuyo libro, ''La búsqueda de Dios'', tiene un capítulo titulado “Sigamos ardorosamente en pos de Dios”. Tozer escribió ese libro en 1948, sin embargo, es más relevante hoy. Después de mostrar cómo Moisés, David, Pablo y todos los estupendos escritores de himnos seguían sedientos de más de Dios, escribió: | ||
- | :Es lamentable en estos días de tinieblas que nuestra búsqueda la hayan realizado por nosotros nuestros maestros. Todo se hace para que nos centremos en el acto inicial de ‘aceptar’ a Cristo […] y después no se espera que ansiemos ninguna otra revelación de Dios para nuestra alma. Hemos estado atrapados en las espirales de una lógica falsa, la cual insiste en que si Lo hemos encontrado, no necesitamos buscarlo más. Nos imponen eso como la última palabra en la ortodoxia, y se da por sentado que ningún cristiano con instrucción bíblica ha creído lo contrario. Por tanto, todo el testimonio sobre ese tema de la iglesia de adoración, de búsqueda y de canto es puesto a un lado tajantemente. La teología experiencial del corazón de un gran ejército de santos fragantes es rechazada a favor de una interpretación orgullosa de las Escrituras, la cual, sin duda, habría sonado extraña a Agustín, a Rutherford o a Brainerd. (pp. 16–17 en el texto en inglés) | + | :Es lamentable en estos días de tinieblas que nuestra búsqueda la hayan realizado por nosotros nuestros maestros. Todo se hace para que nos centremos en el acto inicial de ‘aceptar’ a Cristo […] y después no se espera que ansiemos ninguna otra revelación de Dios para nuestra alma. Hemos estado atrapados en las espirales de una lógica falsa, la cual insiste en que si Lo hemos encontrado, no necesitamos buscarlo más. Nos imponen eso como la última palabra en la ortodoxia, y se da por sentado que ningún cristiano con instrucción bíblica ha creído lo contrario. Por tanto, todo el testimonio sobre ese tema de la iglesia de adoración, de búsqueda y de canto es puesto a un lado tajantemente. La teología experiencial del corazón de un gran ejército de santos fragantes es rechazada a favor de una interpretación orgullosa de las Escrituras, la cual, sin duda, habría sonado extraña a Agustín, a Rutherford o a Brainerd. (pp. 16–17 en el texto en inglés) |
==== La verdadera gracia crea un deseo de más gracia ==== | ==== La verdadera gracia crea un deseo de más gracia ==== |
Revisión de 15:58 23 oct 2015
Por John Piper sobre La Gloria de Dios
Traducción por Carlos Diaz
- Filipenses 3:2-16
Nuestro tema para la semana de plegarias ha sido “Yendo ardorosamente en pos de Dios Santo”. La semana pasada nos enfocamos en Dios Santo. Hoy nos enfocaremos en “ir ardorosamente”. La frase es adaptada de A. W. Tozer, cuyo libro, La búsqueda de Dios, tiene un capítulo titulado “Sigamos ardorosamente en pos de Dios”. Tozer escribió ese libro en 1948, sin embargo, es más relevante hoy. Después de mostrar cómo Moisés, David, Pablo y todos los estupendos escritores de himnos seguían sedientos de más de Dios, escribió:
- Es lamentable en estos días de tinieblas que nuestra búsqueda la hayan realizado por nosotros nuestros maestros. Todo se hace para que nos centremos en el acto inicial de ‘aceptar’ a Cristo […] y después no se espera que ansiemos ninguna otra revelación de Dios para nuestra alma. Hemos estado atrapados en las espirales de una lógica falsa, la cual insiste en que si Lo hemos encontrado, no necesitamos buscarlo más. Nos imponen eso como la última palabra en la ortodoxia, y se da por sentado que ningún cristiano con instrucción bíblica ha creído lo contrario. Por tanto, todo el testimonio sobre ese tema de la iglesia de adoración, de búsqueda y de canto es puesto a un lado tajantemente. La teología experiencial del corazón de un gran ejército de santos fragantes es rechazada a favor de una interpretación orgullosa de las Escrituras, la cual, sin duda, habría sonado extraña a Agustín, a Rutherford o a Brainerd. (pp. 16–17 en el texto en inglés)
La verdadera gracia crea un deseo de más gracia
Tozer rechazó la lógica falsa que dice que si hemos encontrado a Dios en Cristo no necesitamos buscarlo más. También rechazo eso. Estoy de acuerdo con el replanteamiento de Tozer: “Haber encontrado a Dios y seguir buscándolo es la paradoja de amor del alma, despreciada por el religioso que se satisface muy fácilmente, pero justificado en feliz experiencia por los niños del corazón ardiente” (p. 15 en el texto en inglés). San Bernardo lo cantó así:
- Probamos de Ti, Oh, Tú, Pan de Vida
Y anhelamos deleitarnos más en Ti:
Bebemos de Ti, el Manantial
Y nuestras almas tienen sed de Ti.
Matthew Henry está en lo cierto: “Donde hay verdadera gracia hay deseo de más gracia”. Cuando Pablo dijo: “Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18), su meta era que todos los creyentes fueran adictos a Dios. El Espíritu no adormece, sino que hace adictos. La evidencia de que tenemos al Espíritu es que deseamos más de él. La indiferencia continua al crecimiento en la gracia es señal de que no tenemos gracia.
Hoy me gustaría mostrarles en Filipenses 3 por qué debemos ir ardorosamente en pos de Dios y cómo podemos ir ardorosamente en pos de Dios. Quiero persuadirlos de que la búsqueda de Dios no es opcional, incluso luego de la conversión, y quiero darles una ayuda práctica para el cumplimiento de este deber.
Cuatro razones por las que debemos ir ardorosamente en pos de Dios
Ante todo, ¿por qué insisto en que debemos ir ardorosamente en pos de Dios, o, dicho de otro modo, por qué debemos ir ardorosamente en pos de Cristo? Hay al menos seis razones que el apóstol Pablo da en Filipenses 3:7-14. Solamente mencionaré cuatro. Las primeras dos responden la pregunta del porqué refiriéndose a las recompensas futuras de la búsqueda. Las últimas dos responden la pregunta del porqué refiriéndose a las causas pasadas de la búsqueda.
1. Para conocerlo
En primer lugar, debemos ir ardorosamente en pos de Cristo para conocerlo. Veamos los versículos 7 y 8: "Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor". Pablo fue ardorosamente en pos de Cristo, abandonando todas las cosas de las que las personas normalmente se jactan, y lo hizo para conocerlo. Observemos que el versículo 7 está en tiempo pasado —probablemente refiriéndose a la conversión ("lo he estimado como pérdida")—. Sin embargo, el versículo 8 está en tiempo presente: él continúa renunciando a todo lo que le impide conocer a Cristo.
¿Por qué? Porque conocer a Cristo es un valor que supera todo lo demás. La evidencia de la conversión es si nos convertimos en cristianos hedonistas. Los cristianos hedonistas siempre van ardorosamente en pos del valor más alto. Venden todo con alegría en pos del tesoro escondido y de la perla fina (Mateo 13:44–45). Debemos ir ardorosamente en pos de Cristo, ya que no ir en pos de él significa que no queremos conocerlo. Y no desear conocer a Cristo es un insulto a su valor y una señal de estupor espiritual o de falta de vida en nosotros. Pero cuando vamos ardorosamente en pos de Cristo, para conocerlo, la recompensa es nuestro gozo y su honor.
Pablo ora por nosotros en Efesios 3:18–19: "Seáis capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios". ¡Hay mucho de Cristo que queda por conocer! Sus maravillas son inagotables y eternas. Quienes declaran que Cristo es su perla fina y su tesoro de gozo glorioso y, sin embargo, no van ardorosamente en pos de él para conocerlo están atrapados en una contradicción que no puede continuar. Debemos ir ardorosamente en pos de Cristo, o finalmente abandonar nuestra declaración de que él es nuestro Señor de gozo. Cuando un hombre se enamora, es impulsado por un deseo incontrolable de conocer a su adorada. Por tanto, él va ardorosamente en pos de ella y pasa el tiempo con ella. Cuando un estudiante admira a su profesor y atesora su sabiduría, y cuando ese profesor invita a la clase a su casa, ¡el estudiante va! Tuve un estupendo maestro en el seminario. Cuando él ofreció un curso en su casa llamado "Hermenéutica para Intelectuales", me apunté de inmediato. No me importaba lo que el título significara. Era el curso de mi maestro en la casa de mi maestro. Era todo lo que necesitaba, ya que deseaba conocerlo. La primera razón para ir ardorosamente en pos de Cristo es para conocerlo.
2. Para confirmar nuestra justificación
En segundo lugar, debemos ir ardorosamente en pos de Cristo para confirmar nuestra justificación. La justificación se refiere al acto maravilloso de Dios de perdón de todos nuestros pecados y de atribución de Su propia justicia a nosotros a través de nuestra fe en Cristo. Comencemos en la segunda mitad del versículo 8: "Por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe". Tengamos en cuenta el tiempo presente: "Y lo considero como basura"; abandona eso y busca a Cristo. ¿Por qué? Con el fin de ganar a Cristo y participar en la justicia de Dios. ¿Qué significa ganar a Cristo y participar en la justicia de Dios? Pablo es cristiano y busca eso. Por tanto, seguramente significa al menos ganar la aceptación de Cristo cuando venga a juzgar o cuando muramos. Perder a Cristo sería perder todo. Ganarlo sería disfrutar su compañía por siempre. Pablo habla como cristiano, mira hacia el futuro y hace lo que debe hacer para ganar a Cristo, para ser hallado en la justicia de Dios y para ser aceptado en el cielo. ¿Qué debe hacer Pablo? Debe buscar a Cristo, considerar todo como basura e ir ardorosamente en pos de Cristo.
Ahora bien, ¿no obtenemos la justificación por fe? Sí. El versículo 9 es claro: la justicia que Pablo busca está fundamentada en la fe, ¡pero él la busca! Como cristiano considera todo como pérdida con el fin de tener esa justicia (podemos comparar cómo se expresa "buscar" y "obtener" en Romanos 9:30 y en Filipenses 3:13). Conclusión: la fe que justifica es una fe que abandona los valores terrenales y busca a Cristo. Si la justificación depende de la fe y si abandonar el mundo y considerarlo como basura es necesario para tener los beneficios de la justificación, entonces es claro: la fe que salva no es meramente una decisión de tener Cristo un momento. La fe que salva es una preferencia continua por Cristo por sobre todos los demás valores. La búsqueda de Cristo es la prueba de una fe genuina en Cristo como nuestro tesoro. Por consiguiente, debemos ir ardorosamente en pos de Cristo para confirmar nuestra justificación.
3. Porque somos muy imperfectos
Existen al menos dos razones más por las que debemos ir ardorosamente en pos de Cristo, las cuales no se relacionan con recompensas futuras (como conocerlo y disfrutar la justificación, y las dos que no analicé: participar en su poder, versículo 10, y la resurrección de entre los muertos, versículo 11), sino con las causas pasadas. La primera de estas razones se encuentra en el versículo 12, Debemos ir ardorosamente en pos de Cristo porque somos muy imperfectos: "No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús". Debemos ir ardorosamente en pos de Cristo porque somos muy imperfectos. Un estudiante no muy bueno debería buscar un tutor especial. Los miopes deberían buscar un optómetra. Las personas con faringitis deberían tomar antibióticos. Los alcohólicos deberían buscar grupos de apoyo. Los aprendices jóvenes deberían seguir a su maestro en su trabajo. No ir ardorosamente en pos de Cristo significa o que no confiamos en su poder y en su deseo de cambiar nuestros defectos o que queremos aferrarnos a nuestros defectos. En ambos casos despreciamos a Cristo y estamos perdidos.
4. Porque fuimos alcanzados Por Él
La última razón por la que debemos ir ardorosamente en pos de Cristo es porque él ha venido ardorosamente en pos de nosotros y, ciertamente, por fe fuimos alcanzados por él. Veamos de nuevo el versículo 12: "No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús". Esta frase destruye la lógica falsa a la que Tozer se refiere y la cual expresa que si Cristo nos encontró no necesitamos buscarlo más, que si él nos alcanzó no necesitamos seguir adelante para alcanzarlo. Pablo razona exactamente lo contrario: "Sigo adelante con el fin de ganar a Cristo, porque Cristo ya me ganó". La conversión de Pablo no fue una jaula que lo retuvo, sino una catapulta hacia la búsqueda de la santidad. La irresistible gracia de Cristo que superó la rebeldía de Pablo y lo salvó del pecado no hizo de Pablo un ser pasivo, ¡lo hizo poderoso!
El mejor comentario sobre Filipenses 3:12 es Filipenses 2:12–13: "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros". ¡Vayamos ardorosamente en pos de Cristo, porque Cristo obra en nosotros! "Buscad [...] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14), porque el Señor obra en nosotros lo que es agradable delante de Él (Hebreos 13:21). La Biblia puede hacer que nuestra salvación dependa de nuestra búsqueda de la santidad sin convertirnos en legalistas autosuficientes sin certeza porque ella hace que nuestra búsqueda de la santidad dependa de la obra soberana de Dios en nuestras vidas. Ocupémonos de nuestra salvación, porque Dios obra en nosotros. Nuestra obra es la obra de Dios para Su gloria cuando se cumple con dependencia de Su poder. La razón más fundamental por la que debemos ir ardorosamente en pos de Cristo es porque Cristo está en nosotros y nos motiva a que vayamos ardorosamente en pos de él.
Tres pasos para ir ardorosamente en pos de Dios
Ahora pasaremos del porqué de nuestra búsqueda al cómo. Enfocaremos toda nuestra atención en el versículo 13, el cual dice cómo avanza Pablo: "Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado", o haberlo ganado, "pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo". Hay tres pasos acá en la forma como Pablo va ardorosamente en pos de Cristo.
1. El desarrollo de la insatisfacción de la santidad
El primer paso tiene que ver con la forma en la que él se ve a sí mismo. Literalmente dice: "Yo mismo no considero haberlo ya alcanzado". La búsqueda de Pablo de Cristo surge de una profunda insatisfacción con su forma de ser. ¿Es posible que haya una conexión entre la poca búsqueda verdadera de Dios que hay hoy en la iglesia y lo mucho que nos dicen que pensemos bien de nosotros mismos? Es algo maravilloso que Cristo haya tomado posesión de nosotros, pero es mil veces más maravilloso cuando nos damos cuenta de que él toma posesión de personas que permanecen en pecado.
El primer paso para ir ardorosamente en pos de Dios Santo es, por tanto, desarrollar una insatisfacción de la santidad en nuestra vida espiritual. Parémonos frente al espejo de la Palabra y reconozcamos que aún no hemos llegado a la santidad. El reconocimiento sincero de nuestros defectos espirituales es el punto de partida en la búsqueda de Dios.
Hagamos una pausa y aclaremos esto. Muchas personas hoy en día dirían: "Piper, estás completamente fuera de contacto con las personas reales. Las personas no necesitan un llamado negativo a pensar más en su culpa. El malestar de la cultura estadounidense dentro y fuera de la iglesia es una epidemia de culpa y malos sentimientos por nosotros mismos. No les digas a las personas que lo que necesitan es desarrollar más insatisfacción de ellas mismas. ¿Realmente piensas que las personas de tu congregación gustan de ellas mismas?".
No, no pienso eso. Pero pienso que la culpa que de verdad llena de humildad es extraordinariamente rara. También pienso que el 99 % de nuestros malos sentimientos por nosotros mismos tiene sus raíces en el orgullo. Por ejemplo, supongamos que vamos a un banquete y descubrimos cuando llegamos que estamos vestidos de forma inapropiada. Luego derramamos nuestro café. Después no sabemos cuál tenedor usar primero. Después hacemos un chiste que fracasa. Cuando nos marchamos, llamamos a la anfitriona por el nombre incorrecto. ¿Cómo nos sentimos con nosotros mismos cuando llegamos a casa? Muy mal. Nos odiamos, nos deprimimos, no queremos mostrar la cara, deseamos renunciar a nuestro trabajo. ¿De qué sirve ser tan torpes? Haré otra pregunta: ¿De dónde proviene toda esa autoimagen baja? ¿Cuál es la causa de todos esos sentimientos de depresión, de inmovilización y de autocondena? ¿Cuál es la respuesta: la gloria ofendida de Dios o nuestro orgullo ofendido? Las personas que se deprimen, se inmovilizan y se enfadan debido a que su comportamiento lastima la gloria de Dios son muy, muy raras. Pero las personas que se deprimen, se inmovilizan y se enfadan porque su comportamiento les impide tener una reputación de ser simpáticos y competentes son muy, muy comunes.
Cuando imploro con ustedes que desarrollen una insatisfacción de la santidad en su vida espiritual, pido algo raro, no común. No les pido que se sientan peor por su incapacidad para parecer simpáticos e inteligentes, les pido que se sientan peor por poseer tan poco de Cristo. El primer paso para ir ardorosamente en pos de Cristo es sentirse mal por las cosas correctas. Desarrollemos una insatisfacción de la santidad en nuestra vida espiritual.
2. El abandono de las cosas pasadas
El segundo paso para ir ardorosamente en pos de Dios es olvidar las cosas que quedan atrás (versículo 13). Digo esto para expresar que todo aquello de nuestro pasado que impida nuestra búsqueda de Dios debemos sacarlo de nuestra mente. No digo esto para expresar que la memoria no tiene espacio en nuestra artillería espiritual. La memoria tiene su lugar. Algunas batallas las ganamos mediante misericordias que recordamos (Salmos 77:11; Hebreos 11). El punto no es no mirar nunca hacia atrás. El punto es mirar hacia atrás solamente para avanzar. Nunca confundamos la nostalgia con la esperanza. Los recuerdos de los éxitos pueden hacernos presumidos y autosuficientes. Los recuerdos de los fracasos pueden volvernos desesperanzados y paralizados en nuestra búsqueda de Dios. Nunca miremos hacia atrás así. Demos humildes gracias por los éxitos, hagamos confesiones humildes de los fracasos y, después, miremos hacia el futuro y vayamos ardorosamente en pos de Dios.
3. La búsqueda de lo que nos aguarda
El último paso para ir ardorosamente en pos de Dios es buscar lo que nos aguarda (versículo 13). Pablo proporciona su propio ejemplo de avanzar en 1 Corintios 9:25–27: "Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado". La manera de ir ardorosamente en pos de Dios es con toda la disciplina y el sacrificio de un atleta. Dudo que haya existido un cristiano que haya alcanzado alturas de conocimiento, gozo y obediencia sin un plan, sin disciplina y sin sacrificio. Dios no promete Sus riquezas a las personas que no tienen meta. Pablo no corrió sin tener meta ni dio golpes al aire. Vivió con metas espirituales en mente y controló sus pasiones por esas metas.
Veamos un ejemplo de cómo Jonathan Edwards siguió el ejemplo de Pablo. Sereno Dwight escribió:
- Observó cuidadosamente los efectos de diferentes tipos de comida, y seleccionó los que mejor se adecuaban a su constitución y los que mejor lo preparaban para el trabajo mental [...] En este aspecto vivió por reglas, y practicaba constantemente un grandioso sacrificio, al igual que con el tiempo dedicado al sueño. Se acostumbró a levantarse a las cuatro o entre las cuatro y las cinco de la mañana. En invierno dedicaba varias de esas horas al estudio, las cuales se desperdician comúnmente al dormir. En la tarde usualmente se permitía un momento de relajamiento en medio de su familia.
Bien sea que sigamos a Jonathan Edwards o no, los invito, conforme al ejemplo de Pablo, a que seamos como quienes compiten. Fijémonos la meta de conocer más de la Palabra de Dios, de entender mejor la voluntad de Dios, de amar más las maravillas de Dios, y luego diseñemos un plan de oración, de estudio y de adoración, y sigámoslo con todo nuestro poder.
En resumen, el mensaje de hoy es este: Desarrollemos una insatisfacción de la santidad con respecto a nuestros logros espirituales, saquemos de nuestra mente todo aquello del pasado que dificulte nuestra búsqueda de Dios, avancemos como un competidor de 1984. Aunque no somos perfectos, Dios es Quien obra en nosotros el querer y el hacer para Su beneplácito (Filipenses 2:13). No corremos con nuestras propias fuerzas y, con mayor razón aún, podemos estar seguros de que ir ardorosamente en pos de Dios Santo nos llevará a conocerlo profundamente y a disfrutar la dulce confirmación de nuestra justificación.
Citas bíblicas tomadas de LBLA.
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