Recuperándose De La Enfermedad Del Pecado

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Última versión de 19:27 19 may 2016

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English: Recovering from the Disease of Sin

© Desiring God

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Por John Piper sobre Esperanza
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Javier Matus


Hay vida en [la iglesia de] Bethlehem. Con todas nuestras imperfecciones, hemos probado la miel de la Vida divina y ésta ha hecho brillar nuestros ojos. Cristo está caminando entre nosotros. No porque seamos muy divertidos, sino porque a Él le gusta hacer visitas a domicilio con pacientes quienes se glorían en Su experiencia médica. Él no es parcial a los sanos. Pero tiene una predilección especial por los pacientes más débiles, menos atractivos y más enfermos, cuyos ojos brillan cuando Él entra a la habitación.

La adoración del domingo por la mañana es cuando todos nos juntamos y gritamos: “¡Tres hurras por el Doctor Jesús!”

La Escuela Dominical es cuando nos dividimos en grupos para asegurarnos de que entendamos Sus recetas.

El domingo por la noche es cuando todos vamos al salón de recreo y contamos historias y cantamos baladas acerca de lo que es convalecer del pecado.

La reunión de oración el miércoles es la terapia de grupo que Él asigna. Dice que es bueno para nosotros que Él no sane totalmente después de que nos hemos conmovido entre nosotros como para llamarlo con gran fervor. La vieja infección comienza a extenderse de nuevo cuando tomamos por sentado la presencia del Doctor.

Un pastor es un lisiado convaleciente que el Doctor ha asignado para enseñar a otros cómo usar las muletas de la gracia.

¡Qué sanatorio variado somos! ¡Paralizados, cojos, jorobados, con cicatrices en la cara, miopes y comidos por el cáncer! ¡Pero hay vida en Bethlehem! ¡El doctor está aquí! Él tocará cualquier llaga sin acobardarse. Y oh, cómo alivia. Él pasa tiempo. Él habla. Él te mira a los ojos. Él te toma del codo cuando te levantas. Él pregunta cómo está Jake. Él promete regresar. ¡Y regresa!

A veces lee de Su libro acerca del día en que terminará toda Su terapia y nos hará perfectos —como Él. Apenas puedo esperar. El otro día me leyó esto acerca de los planes de Su Padre;

Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de Su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. (Isaías 25:7, 8)

Esto hizo que mis ojos brillaran. Habría hecho una voltereta como un gorila bebé —si no estuviera paralizado. Pero sí levanté mis manos. Aleluya. ¡Tres hurras por el Doctor!

Golpeando mi muleta al son de una canción feliz de esperanza,

El Pastor John


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