El Evangelio y Los Pobres
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Por Tim Keller
sobre Pobreza
Una parte de la serie Themelios
Traducción por David Pablo Ortiz
The Gospel and the Poor[1]
La pregunta que en un principio se me solicitó abordar es: ¿como se relaciona nuestro compromiso a la primacía del evangelio con nuestra obligación de hacer el bien hacia todos, especialmente hacia aquellos de la familia creyente, de ser la sal y la luz del mundo, de hacer el bien a la ciudad ? Voy a dividir esta pregunta en dos partes: (1) Si estamos comprometidos a la primacía del evangelio, ¿Podemos encontrar en este mismo evangelio la base y la motivación para el ministerio hacia los pobres? (2) Si respondemos de manera afirmativa, ¿como entonces se relaciona este ministerio con la proclamación del evangelio?
1. ¿Nos Impulsa el Evangelio a Ministrar a los Pobres?
La Primacía del Evangelio
¿Que significa “la primacía del evangelio”? Voy a responder esta pregunta basándome en el discurso de apertura de Don Carson durante la primer conferencia del grupo “The Gospel Coalition” en mayo de 2007. Carson expone el evangelio de 1 Cor 15:1-19, resumiéndolo en diez palabras:
- Cristológico: El evangelio esta centrado en la persona y la obra (la vida, muerte y resurrección) de Jesucristo.
- teológico: El evangelio nos dice que el pecado es en primer lugar ofensivo a Dios, y que la salvación es del principio al fin un acto de Dios, no nuestro.
- bíblico: El evangelio es fundamentalmente el mensaje de toda la Biblia.
- apostólico: El evangelio fue pasado a nosotros por los discípulos de Cristo como testigos oculares con autoridad.
- histórico: El evangelio no es filosofía o consejos sobre como encontrar a Dios, sino noticias informándonos lo que Dios ha hecho en la historia para encontrarnos y salvarnos.
- personal: El evangelio debe ser personalmente creído y apropiado.
- universal: El evangelio es para toda lengua, toda tribu, todo pueblo y todo individuo.
- escatológico: El evangelio incluye las buenas noticias de la transformación final, no solo las bendiciones que disfrutamos en esta era.
Basándose en estas inferencias exegéticas, Carson infiere en líneas generales que el evangelio normalmente es diseminado por medio de la proclamación. La gran mayoría de las referencias al evangelio en el Nuevo Testamento hablan de comunicar el evangelio por medio de palabras. Sin embargo, como un mayordomo del evangelio, la responsabilidad de Pablo no terminaba simplemente con diseminar el evangelio a las personas no creyentes. Pablo también «descubrió que era necesario insistir con la fortificación del evangelio en todo ámbito de la vida de los Corintios». Luego de enfatizar que el evangelio se disemina primeramente por medio de la proclamación, Carson escribe:
Sin embargo debemos agregar algo mas. Este capítulo (1 Cor 15) se encuentra al final de un libro que repetitivamente nos muestra como el evangelio resulta en la transformación masiva de actitudes, principios morales, relaciones personales e interacciones culturales. Como todos sabemos, Calvino insiste que la justificación es solo por fe, pero la fe genuina nunca está sola; Podríamos agregar que el evangelio se enfoca en un mensaje sobre lo que Dios ha hecho y continúa haciendo, y debe ser proyectado en verdades cognitivas que deben ser creídas y obedecidas, pero este evangelio nunca se limita a ser exclusivamente cognitivo.
El resto de las epístolas a los Corintios demuestra esta verdad una y otra vez. Cuando Pablo condena las divisiones y espíritu partidario de los Corintios (1 Cor 1:10-17), dice que éstos vienen del orgullo y la jactancia, una traición al evangelio de gracia soberana (1:26-31). Cuando Pablo trata el tema del pecado sexual y la disciplina en los capítulos 5-6, da instrucciones para el buen comportamiento y fundamenta su apelación en el evangelio de justificación (6:11) y en el hecho que ellos habían sido redimidos por la muerte de Cristo (6:19-20). En el capítulo 7, las preguntas sobre la soltería, el divorcio, y la posibilidad de volverse a casar, “son respondidas dentro del contexto de las prioridades del evangelio y la visión transformada como consecuencia del amanecer de la era escatológica y la anticipación del fin”. En 2 Cor 8-9, Pablo elocuentemente apela a la generosidad financiera basándose en el evangelio. Generosidad humilde y radical es “por vuestra obediencia a vuestra confesión del evangelio” (2 Cor 9:13), es decir, el materialismo no toma seriamente el evangelio de la muerte de Cristo en sacrificio por nosotros. De forma similar, Pablo cuestiona la actitud de Pedro hacia los Cristianos Gentiles al insistir que Pedro no estaba “andando con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio”. (Gal 2:14)
El evangelio también debe transformar las prácticas comerciales y prioridades de los empresarios Cristianos, las prioridades de los jóvenes sumergidos en un indeciso pero implacable narcisismo, la angustiosa soledad y frecuentes placeres culposos de las personas solteras que buscan el placer pero no logran encontrar la felicidad, la agotadora desesperación de aquellos que viven marginados, y mucho mas. Todo esto debe llevarse a cabo, no intentando extraer principios sociales del evangelio, menos aun enfocándonos constantemente en la periferia en un vano esfuerzo de aparentar ser proféticos, sino precisamente por medio de predicar, enseñar y vivir en nuestras iglesias el glorioso evangelio de nuestro bendito Redentor.
Entonces, ¿qué significa estar comprometido a la primacía del evangelio? Significa primeramente que el evangelio debe ser proclamado. Muchos hoy menosprecian la importancia de hacerlo. Dicen, en cambio, que la única verdadera apologética es una comunidad con amor; No se puede traer a la gente al reino por medio del razonamiento, sino amándolos. «Predica el evangelio. Usa palabras si es necesario». Pero si bien una comunidad Cristiana es sin duda alguna un testimonio crucial y poderoso de la veracidad del evangelio, no puede tomar el lugar de la predicación y la proclamación. No obstante, la primacía del evangelio también significa que este es la base y la causa principal de nuestra vida práctica como Cristianos, individualmente y en comunidad, dentro y fuera de la iglesia. El ministerio del evangelio no es solo proclamarlo a la gente para que lo acepten y lo crean; es también enseñar y discipular a los creyentes en el evangelio para que este de forma a cada aspecto de sus vidas, para que puedan «vivirlas en plenitud». Y una de las áreas mas prominentes en la cual el evangelio influye en nuestras vidas es en nuestra relación con los pobres.
No conozco una mejor introducción al tema de como el evangelio nos impulsa a ministrar a los pobres que el discurso “Caridad Cristiana” de Jonathan Edwards. Edwards concluye que el dar a los pobres y ocuparse de ellos es un aspecto crucial, no opcional, de “vivir el evangelio en plenitud”. Hay dos argumentos básicos que Edwards propone para arribar a esta conclusión.
(1) Creer el Evangelio nos Impulsará a Dar a los Pobres
Edwards nos muestra constantemente como un entendimiento de lo que el llama “las leyes del evangelio”, es decir las pautas y la lógica del evangelio, nos impulsa inevitablemente a amar y ayudar a los pobres. Si bien Edwards sostiene que el mandamiento de dar a los pobres es una aplicación de la enseñanza que todos los seres humanos estamos hechos en la imagen de Dios, también cree que la motivación mas importante para dar a los pobres es el evangelio: Dar a los pobres «es particularmente razonable, considerando nuestras circunstancias, bajo una dispensación de gracia como la del evangelio».
Uno de los textos claves que Edwards utiliza para presentar su argumento es 2 Cor 8:8-9 (dentro del contexto completo de los capítulos 8 y 9). Cuando Pablo pide generosidad económica hacia los pobres, señala el sacrificio generoso de Jesucristo, vívidamente describiendo como se hizo pobre por nosotros, tanto literalmente como espiritualmente, en la encarnación y en la cruz. Para Edwards, la corta introducción de Pablo “No digo esto como un mandamiento…. porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo” es significativa. El argumento parece ser que si una persona entiende el concepto de la expiación sustitutiva tanto mentalmente como de corazón, va a ser profundamente generosa hacia los pobres. ¡Piénselo! La única manera que Jesús nos sacó de nuestra pobreza espiritual y nos llevó a la riqueza espiritual fue saliendo de su riqueza espiritual hacia la pobreza espiritual. Esto ahora debe ser el modelo que debe seguir en su vida. Dé sus recursos a otros y entre en necesidad para que aquellos que estén en necesidad obtengan recursos. Pablo también da a entender aquí que todos los pecadores que son salvos por la gracia verán a los pobres de este mundo y sentirán que en cierta manera están mirando en el espejo. La superioridad desaparecerá.
Otro texto al que Edward nos refiere mas de una vez es Gal 6:1-10, especialmente el versículo 2, que nos insta a «llevar los unos las cargas de los otros». ¿Cuales son estas cargas? Pablo tiene en vista, al menos parcialmente, las cargas materiales y financieras, ya que Gal 6:10 nos dice que «hagamos bien a todos, especialmente a los de la familia de la fe». Edwards (acertadamente de acuerdo con los exégetas modernos) entiende que “hacer el bien” incluye el dar ayuda práctica a las personas que necesitan comida, refugio y ayuda financiera. La mayoría de los comentaristas entienden que “llevar las cargas” es comprensivo.
Compartimos el amor y la fortaleza emocional con aquellos que es están hundiendo en la tristeza; compartimos el dinero y las posesiones con aquellos que se encuentran en dificultades económicas. Pero, ¿qué quiere decir Pablo cuando afirma que llevar las cargas de otros «cumple la ley de Cristo» (Gal 6:2)? Edwards llama a esto “las normas del evangelio”. Richard Longenecker está de acuerdo, llamando a esto “los principios prescriptivos derivados del corazón del evangelio”.
Como señala Phil Ryken, el acto supremo de llevar las cargas de otros fue la expiación sustitutiva en la que Jesús cargó el peso infinito de nuestras culpas y pecados. Una vez mas vemos como Pablo argumenta que toda persona que entiende el evangelio va a compartir su dinero y posesiones con aquellos que tienen menos de los bienes de este mundo. Y si es el evangelio lo que nos está moviendo a ayudar a otros, Edwards razona, nuestras dádivas y nuestro compromiso hacia los pobres será mas significativo, mas notable, y mas sacrificado. Aquellos que dan a los pobres por un deseo de cumplir con una prescripción moral siempre harán lo mínimo necesario. Si damos a los pobres simplemente porque “Dios dice que lo hagamos», la siguiente pregunta será “¿cuánto tenemos que dar para no dejar de cumplir?”. Esta pregunta y esta actitud demuestran que no estamos dando basándonos en el evangelio.
En la última parte de su discurso, Edwards responde a la siguiente objeción: «Usted dice que debería ayudar a los pobres, pero me temo que no tengo nada para dar. No puedo hacerlo». Edwards responde: En muchos casos, basado en las normas del evangelio, es posible que estemos obligados a dar a otros cuando no podemos hacerlo sin sufrir nosotros. Porque, ¿de que otra manera se podrá cumplir la ley de llevar los unos las cargas de los otros? Si no estamos obligados a aliviar las cargas de otros a menos que podamos hacerlo sin cargarnos nosotros mismos, entonces ¿cómo es que estamos llevando las cargas de nuestro prójimo, cuando no es una carga para nosotros en absoluto?
Edwards propone que si el fundamento de nuestro ministerio a los pobres fuera simplemente un precepto moral, las cosas serían diferentes. Pero si el fundamento de nuestro compromiso hacia los pobres es «las normas del evangelio», es decir el sacrificio expiatorio, entonces debemos ayudar a los pobres aún cuando pensamos que «no podemos hacerlo». Edwards nos reta diciendo, “Lo que quieren decir es que no pueden ayudar sin sacrificarse y sufrir. Pero ¡así fue como Jesús les alivió sus cargas! Y así es como deben ministrar a otros con sus cargas”.
En la porción mas poderosa de su discurso, Edwards responde a una serie de objeciones que comúnmente recibe cuando predica sobre el deber, basado en el evangelio, de dar a los pobres. En casi todos los casos, usa la lógica del evangelio, de la expiación sustitutiva y la justificación gratuita, para responder a la objeción. En cada caso, la generosidad radical, extraordinaria y sacrificada hacia los pobres es el resultado de pensar y vivir en el evangelio. A la objeción “no tengo que ayudar a alguien a menos que sea indigente”, Edwards responde que “la regla del evangelio” indica que debemos amar a nuestro prójimo como Cristo nos amó a nosotros, literalmente participando de nuestras aflicciones. “Cuando nuestro prójimo está en dificultades, está afligido, y por eso debemos tener un espíritu de amor hacia el, para estar afligidos con el en su aflicción”. Luego continúa razonando que, si hacemos esto, debemos aliviar la aflicción, aún si la situación de nuestro prójimo no llega a la indigencia. Esperar hasta que las personas están totalmente en la miseria antes de ayudarlos demuestra que la lógica del evangelio todavía no nos ha transformado en las personas socialmente y emocionalmente empáticas que debemos ser.
Edwards responde a otras dos objeciones: “Yo no quiero ayudar a esta persona porque es malhumorada y desagradecida», y «creo que esta persona es pobre por su propia culpa”. Este es un problema constante al ayudar a los pobres. Todos queremos ayudar a personas de buen corazón y de rectitud moral, cuyos problemas de pobreza no se deben a ninguna culpa de ellos, y que responden a nuestra ayuda con gratitud y gozo. Francamente, casi no existen personas así. Y si bien es importante que nuestra ayuda a los pobres realmente los ayude y no les crea dependencia (vea mi última sección), Edwards rechaza esta objeción nuevamente basándose no en preceptos morales sino en el mismo evangelio.
Cristo nos amó, fue bueno con nosotros, y estuvo dispuesto a liberarnos, aunque estábamos llenos del mal y de odio, con una disposición diabólica, y no merecíamos nada bueno. . . por lo tanto debemos estar dispuestos a ser buenos con los que tienen una disposición mala y no merecen mucho. . . . Si llegan a su situación debido a una ociosidad viciosa y prodigalidad. Sin embargo, no por ello estamos exentos de nuestra obligación de liberarlos, a menos que continúen en sus vicios. Si ellos no continúan en estos vicios, las reglas del Evangelio nos indican que los perdonemos… [porque] Cristo nos amó, tuvo compasión de nosotros, y se entregó a sí mismo para librarnos de la necesidad y la miseria que nos habíamos traído a nosotros mismos por medio de nuestra propia insensatez y maldad. Fuimos nosotros quienes neciamente y perversamente desechamos las riquezas que se nos dieron, con las cuales podríamos haber vivido felizmente por la eternidad.
Edwards luego afirma, sabiamente, que por el bien de los niños que son miembros de la familia, a veces es necesario continuar ayudando a familias en las cuales los padres no abandonan su comportamiento irresponsable.
En resumen, Edwards enseña que el evangelio nos exige involucrarnos en la vida de las personas económicamente pobres, no sólo con ayuda financiera, sino también personalmente y emocionalmente. Lo que damos no debe ser un gesto simbólico, sino una ayuda tan radical que trae un cierto grado de sufrimiento a nuestras propias vidas. Y debemos ser muy paciente y generosos sin ser paternalistas hacia aquellos cuya conducta haya causado o agravado su pobreza. Estas actitudes y dimensiones del ministerio a los pobres no proceden simplemente de los principios éticos generales de la Biblia, sino de la esencia del evangelio mismo.
(2) El Ministerio a los Pobres es una Señal Fundamental que Creemos en el Evangelio
Edwards también presenta un grupo de textos que aparentemente hablan de nuestro cuidado y preocupación por los pobres la clave del juicio de Dios en el Día del Señor. Mateo 25:34 es conocido por enseñar que seremos aceptados o condenados por Dios en aquel día dependiendo de cómo hemos tratado a los hambrientos, los desamparados, los inmigrantes, los enfermos y los que están en prisión. ¿Como es esto posible? ¿No contradice esto las enseñanzas de Pablo que somos salvados por fe en Cristo, no por nuestras obras?
Edwards nota que en el Antiguo Testamento, dar al pobre es una marca esencial de un siervo de Dios. El famoso versículo en Miqueas 6:8 indica que un hombre debe "practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarse ante su Dios." Edwards llega a la conclusión (con razón, según Bruce Waltke) que esto requiere que el hombre de Dios se involucre con los pobres. [18] Waltke dice que tanto "practicar la justicia" y "amar la misericordia" significa ser bondadoso con los oprimidos y marginados y activamente ayudar a las personas que están económicamente y socialmente en. una condición más endeble. [19] Sin embargo, este énfasis no sólo se encuentra en el Antiguo Testamento. Ocuparse de los pobres es "algo tan esencial, que el contrario no puede ser parte de un amor sincero a Dios" (1 Juan 3:17-19). [20] Basado en esto (y en 2da Corintios 8:8, que habla de la generosidad a los pobres como una prueba de un corazón amoroso de gracia cambiado), Edwards concluye que el practicar justicia y misericordia no es una razón meritoria para que Dios nos acepte. [21] Por el contrario, practicar justicia y misericordia hacia los pobres es una señal inevitable que alguien tiene en el corazón por gracia la fe que lo justifica.
En el libro de Santiago encontramos otra versión de la enseñanza de Mat 25:34-46. Los Protestantes que han tenido dificultades con las enseñanzas de James capítulo 2 han concluido que “somos salvos solo por la fe, pero no por la fe que se queda sola. La fe sin obras es fe muerta, no es fe que justifica”. Esto es absolutamente correcto. Pero noten que, en el contexto, todas las “obras” que Santiago menciona como señales de la fe que salva son cuidar a las viudas y los huérfanos (1:27), respetar a los pobres y tratarlos como iguales (2:2-6), y ocuparse de sus necesidades materiales como la comida y ropa (2:15-16). Santiago dice claramente que aquellos que dicen que tienen la fe justificadora pero cierran su corazón a los pobres están equivocados o son mentirosos (2:15-18). Santiago concluye: “juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia.” (2:13). La misericordia de la cual Santiago habla aquí se refiere es la de preocuparse por los pobres y ayudar a los pobres. Nuevamente tenemos la misma enseñanza: No recibirás misericordia de Dios el día del juicio si no has mostrado misericordia a los pobres durante tu vida aquí en la tierra. Esto no es así porque ocuparse de los pobres te salva, sino porque es el resultado inevitable de la fe salvadora y justificadora.
El principio: una conciencia social sensible y una vida dedicada a obras de servicio a los necesitados es el resultado inevitable de la verdadera fe. Dios puede juzgar el verdadero amor hacia él basándose en las obras de servicio, no en palabras vacías (Isaías 1:10-17). Mat 25:40, donde Jesús se identifica con los pobres ("todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.") se puede comparar con Proverbios 14:31 y 19:17, donde se nos dice que quien se apiada de los pobres honra a Dios, y quien oprime al pobre ofende a Dios. Esto significa que Dios el día del juicio puede determinar la actitud del corazón de una persona hacia él basándose en la actitud del corazón de la persona hacia los pobres. Si hay dureza, indiferencia, o sentimientos de superioridad, esto traiciona la hipocresía de un corazón farisaico que no ha aceptado verdaderamente la verdad que él o ella es un pecador perdido salvado sólo por la gratuita pero costosa gracia.
El argumento de Edwards es muy poderoso. El comienza su estudio preguntando, “Donde en la Biblia hay algún mandamiento establecido en términos mas fuertes y en una manera mas urgente que el mandamiento de dar a los pobres? (23). Concluye su estudio bíblico con Proverbios 21:03. “Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda.” Edwards añade: “Dios ha amenazado a las personas que no exhiben caridad, que si alguna vez sufren calamidades y angustia, quedarán indefensos.” (24) Edwards nos recalca la demanda bíblica que los cristianos modelados por el evangelio deben notarse por estar preocupados e involucrados con los pobres. Literalmente debemos ser “famosos” por esta característica. Esto es implícito en versículos como Mateo 5:13-16 y 1 Pedro 2:11-12.
La Escatología
Es interesante que Edwards no apela a la escatología para presentar su caso a favor del ministerio a los pobres. Frecuentemente se ha argumentado (yo también lo he hecho) que como la obra de salvación de Jesucristo tiene como fin la restauración del mundo material, a Dios le importa el cuerpo al igual que el alma. Por este motivo debemos aliviar el hambre y la enfermedad, así como salvar almas. Muchos responden que el mundo físico va a ser destruido en fuego (2 Pedro 3:10-11, Apocalipsis 21:1), por lo cual debemos salvar almas y no preocuparnos demasiado por mejorar las condiciones materiales de las personas aquí en la tierra.
A continuación abordaremos el tema de la relación entre los ministerios de palabra y los de obra, pero primeramente observemos que es posible presentar un argumento muy fuerte a favor de un ministerio significativo hacia los pobres, sin referirnos a las cuestiones escatológicas. Se puede debatir si la destrucción del mundo por medio del fuego resultará en renovación o en destrucción y substitución. Pero, como podemos ver en la exposición y los argumentos de Edwards, el argumento a favor de la importancia del ministerio hacia los pobres no se apoya en estos temas controversiales. Como el dice, el mandamiento de ocuparnos de los pobres es tan fuerte como cualquier otro en la Biblia. En el Nuevo Testamento (y también en el Antiguo Testamento) se basa en el evangelio de substitución, rescate y gracia. La incertidumbre sobre si el mundo físico será remplazado no debe socavar nuestra aceptación a las demandas bíblicas a que abramos nuestro corazón a los pobres.
El estudio presentado por Edwards es retóricamente poderoso, pero un estudio exegético mucho mas completo y accesible de la relación entre el evangelio y los pobres es “Ni Pobreza ni Riqueza” de Craig Bloomberg. Nadie puede leer el estudio de Bloomberg o el de Edwards y no sorprenderse por la relativa ausencia del énfasis hacia el ministerio a los pobres en las predicaciones evangélicas de hoy, especialmente en las iglesias conservadoras y reformadas, en contraste con el poder y protagonismo que estas mismas enseñanzas tienen en la Biblia. ¿Cual es el motivo de esto? Tocaremos este tema a continuación.
¿Cual es la relación entre la proclamación del Evangelio y el ministerio a los pobres?
¿Como debe responder la iglesia ante las claras enseñanzas bíblicas acerca de la importancia de dar a los pobres? Es obvio a casi todos que la Biblia enseña esto. Los debates, sin embargo, son sobre a quien y como debe la iglesia dar su ayuda.
¿A Quien?
Hay quienes creen que todos los textos que instruyen a los creyentes a dar a los pobres son dirigidos hacia individuos creyentes y no hacia la iglesia como institución u organismo. Pero es difícil reconciliar este punto de vista con el poder de los mandamientos que hemos leído. Si es realmente cierto que la justicia y la misericordia a los pobres no es algo opcional para un cristiano, y es, de hecho, una señal inevitable de la fe justificadora, es difícil creer que la iglesia no debe, corporativamente, reflejar esta obligación. No hace falta conjeturar o inferir aquí sobre eso.
Dios dio a Israel muchas leyes referentes a la responsabilidad social, que debían ser implementadas colectivamente. La comunidad del pacto debía dar a sus miembros mas pobres hasta eliminar su necesidad (Deuteronomio 15:8-10). Los diezmos iban a los pobres (Deuteronomio 14:28-19). A los pobres no se les daba simplemente una “limosna”, sino herramientas, cereales (Deuteronomio 15:12-15), y terrenos (Levítico 25), para que puedan ser productivos y autosuficientes. Mas adelante, los profetas condenaron la insensibilidad de Israel hacia los pobres, declarando que habían quebrado el pacto con Dios. Los profetas enseñaron que el ser materialista y el ignorar a los pobres eran pecados tan repugnantes como la idolatría y el adulterio (Amos 2:6-7). La misericordia hacia los pobres es evidencia de un corazón verdaderamente comprometido con Dios. (Isaías 1:10-17, 58:6-7; Amos 4:1-6; 5:21-24). La acumulación de grandes riquezas, “de casa tras casa y campo tras campo hasta no dejar lugar para nadie mas” (Isaías 5:8-9), aunque sea por la vía legal, puede ser pecaminoso si los ricos son orgullosos e insensibles hacia los pobres (Isaías 3:16-26; Amos 6:4-7). De hecho, el exilio de setenta años fue un castigo por no haber cumplido las leyes del Sábado y del año del Jubileo (2 Crónicas 36:20-21). Durante los años del Jubileo los ricos debían cancelar las deudas, pero ellos e negaron a hacerlo.
Pero eso fue Israel. ¿Qué debe hacer la iglesia? La iglesia refleja la justicia social de la comunidad del antiguo pacto, pero con el mayor vigor y poder de la nueva era. Los cristianos también son llamados para ayudar a los necesitados siempre que haya necesidad (1 Juan 3:16-17; Deuteronomio 15:7-8). Dentro de la iglesia, la riqueza se debe compartir generosamente entre ricos y pobres (2 Corintios 8:13-15; Levítico 25). Al igual que los profetas, los apóstoles enseñan que la verdadera fe inevitablemente se manifestará a través de obras de misericordia (Santiago 2:1-23). El materialismo sigue siendo un grave pecado (Santiago 5:1-6; 1 Tim 6:17-19). No sólo los creyentes tienen estas responsabilidades como individuos, sino que una clase especial de funcionarios-diáconos- queda establecida para coordinar el ministerio de misericordia de la iglesia. No debería sorprendernos entonces que los dos primeros grupos de líderes de la iglesia son líderes de palabra (apóstoles) y líderes de obras (los diakonoi de Hechos 6). En Filipenses 1:1 y 1 Timoteo 3, hay líderes que supervisan el ministerio de palabra (ancianos) y el ministerio de obra (diáconos). Esto nos demuestra que los dones del ministerio de Jesucristo nos han sido asignados a nosotros (Efesios 4:7-12). El Cuerpo de Cristo recibe dones de palabra y diakonia (1 Pedro 4:10). Todo esto indica que el ministerio de misericordia es requerido de la iglesia por mandamiento de la Iglesia al igual que el ministerio de la palabra y el de disciplina (cf. Rom 15:23-29). 2 Corintios 8:13-14 y Gálatas 2:10 muestran ejemplos de casos reales de diaconía corporativa, en los cuales la iglesia da ofrendas y ayuda a los pobres (administrado por personas asignadas por la iglesia). Así que no sólo individuos, sino a la iglesia como un cuerpo debe estar involucrada en der ayuda a los pobres.
Quedan otros asuntos. Si bien se reconoce que la congregación (así como los individuos) deben dar a los pobres, la gran mayoría de las referencias a estos ministerios se refieren a ayuda dentro de la misma comunidad cristiana, el cuidado hacia los creyentes. Algunas autoridades concluyen que si bien los cristianos deben estar involucrados en ayudar a todo tipo de personas pobres, la iglesia debe limitar su ministerio a los pobres dentro de la iglesia. Sin embargo, hay muchos versículos que contradicen este punto de vista. Tanto Israel (Lev 19:33-34) como la comunidad del nuevo pacto (Hebreos 13:02; 1 Tim 5:10) son instruidos a dar hospitalidad a los extranjeros y desconocidos, aun los que no son miembros de la comunidad creyente. La principal enseñanza de la famosa parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37) es que el ministerio de la misericordia no debe limitarse a la comunidad del pacto, sino que debe también extenderse hacia quienes están afuera. En Lucas 6:32-36 Jesus exhorta a sus discípulos a practicar el ministerio de obras hacia los ingratos y los malvados, siguiendo el ejemplo de la gracia de Dios, que hace que la lluvia caiga y el sol brille tanto sobre los justos como sobre los injustos (Mateo 5:45). Esta exhortación final no debe interpretarse en el sentido que debemos dar a todo quien lo solicite, aun si el darle les haría más fácil pecar. Sin embargo, estos textos advierten claramente a la iglesia a no limitar el ministerio de misericordia exclusivamente a su propia comunidad.
Quizás el pasaje más útil es la breve declaración de Pablo en Gálatas 6:10 (escrita para ser leída por la iglesia como un cuerpo, no sólo por individuos), la cual establece explícitamente una lista de prioridades para ministrar a las necesidades prácticas y materiales de las personas. En primer lugar, debemos ministrar a "la familia de la fe", y en segundo lugar, a "todas las personas" sin tener en cuenta las diferencias de origen étnico, nacionalidad o creencias.
¿Cómo?
Entonces, ¿cuál es la relación del ministerio a los pobres con el ministerio de evangelismo y la predicación del evangelio?
1) El evangelismo es algo distinto.
La iglesia modernista de principios del siglo XX redujo el ministerio del evangelio a normas y actos sociales. El pintoresco dicho, “prediquen el evangelio; usen palabras si es necesario”, concuerda con esta idea que el evangelio es básicamente “una manera de vivir” y que el ministerio del evangelio consiste en “crear un mundo mejor”. Pero esto no sólo contradice la enseñanza bíblica que dice que el evangelio debe ser proclamado verbalmente y aceptado con arrepentimiento y fe. En esencia, esto niega el evangelio de la gracia a través de los actos de salvación consumados históricamente por Dios, y los reemplaza con las buenas obras y la mejoría moral. En el evangelio social, la evangelización simplemente desaparece. Amar a los pobres es "comunicar la buena noticia." Como respuesta a esto, la iglesia conservadora se ha vuelto profundamente sospechosa de el poner demasiado énfasis en el ministerio hacia los pobres. Han oído a muchos en la "Iglesia Emergente" hablar de trabajar por la paz y la justicia como la principal manera de evangelizar a la gente. Teniendo el cuenta el desastre que es la teología modernista liberal, la sospecha es válida. Pero, como he argumentado anteriormente, la predicación evangélica conservadora no da el énfasis a los pobres que encontramos en la Biblia. ¿Por qué? Es el legado del evangelio social. Tanto los que aceptaron y los que rechazaron el evangelio social han distorsionado el énfasis de la Biblia hacia los pobres (aunque de manera diferente).
Actualmente mucha gente está buscando lograr un equilibrio, basándose en las enseñanzas bíblicas. Por un lado, algunos dicen que si bien ambas cosas son necesarias, las obras sociales son una forma de llegar a la evangelización. Es decir, debemos ser justos y misericordiosos solo con el objetivo y solo en la medida en que nos ayuda a traer a la gente a la fe en Cristo. (28) Esto no parece estar de acuerdo con la parábola del Buen Samaritano, la cual nos llama a ocuparnos aún de aquellos que son “ingratos y malvados” (Lucas 6:35). La idea que ayudar a los pobres es solamente una manera de arribar a otro objetivo nos expone a acusaciones de manipulación. En lugar de amar a las personas genuinamente estamos ayudándolos solo para ayudarnos a nosotros mismos y aumentar nuestros números. Una de las grandes ironías de este enfoque es que debilita el objetivo. He conocido muchos evangélicos que evalúan ministerios de misericordia basado en el número de creyentes o miembros de la iglesia que produce. El sociólogo Robert Putnam describe este tipo de iniciativas basadas en beneficios a la iglesia como capital social exclusivo, en contraste a las iniciativas basadas en beneficio a la comunidad, que forman puentes como capital social inclusivo. Es decir, el ministerio de este tipo de iglesias no está realmente diseñado para edificar al vecindario, sino solamente para expandir la iglesia. Lamentablemente este enfoque es percibido por la gente como egoísta y tribal, lo cual no glorifica a Dios (Mateo 5:13-16), porque la gente no nos ve expresando la gracia incondicional sacrificada de Dios. Nos ven dando solo cuando recibimos algo a cambio. (Lucas 6:32-35).
Por otra parte, otros, como John Stott, ven al evangelismo y la atención hacia los pobres como socios en condiciones de igualdad.
Las obras sociales están asociadas con el evangelismo. Como socios, ambos van juntos, pero son independientes. Cada ministerio tiene su valor en si mismo, si bien va al lado del otro. Uno no es solo una manera del llegar al otro ni tampoco una manifestación del otro. Es decir, cada uno es un objetivo en si mismo.
Esta idea parece separar al ministerio social demasiado del ministerio de la Palabra. Crea la posibilidad de que pueda existir por si mismo sin la predicación del evangelio. Lo que yo propongo es distinto, una relación asimétrica inseparable.
2) El evangelismo es mas básico que el ministerio hacia los pobres.
El evangelismo debe estar en la “vanguardia” del ministerio de la iglesia en la tierra. Se le debe dar la prioridad. Es lógico pensar que si bien salvar a un alma perdida y alimentar a una persona con hambre son ambas acciones de amor, el primero tiene un efecto infinitamente mayor al segundo. En 2 Corintios 4:16-18 Pablo habla de la importancia de fortalecer al hombre interior aunque el hombre exterior se vaya desgastando. El evangelismo es el ministerio mas básico y radical posible hacia un ser humano. Esto es cierto no porque lo espiritual es mas importante que lo físico, (debemos cuidarnos de no caer en un dualismo estilo Griego), sino porque lo eterno es mas importante que lo temporal. (Mateo 11:1-6; Juan 17:18; 1 Juan 3:17-18).
3) Sin embargo, el ministerio hacia los pobres está conectado inseparablemente al evangelismo.
Todos conocemos el dicho: "somos salvos solo por la fe, pero no por la fe que esta sola." La fe es lo que nos salva, pero la fe está inseparablemente conectada con las buenas obras. Vimos en Judas 2 que este es también el caso con el evangelio de la justificación por la fe y la misericordia a los pobres. El evangelio de la justificación tiene la prioridad, ya que es lo que nos salva. Pero así como las buenas obras son inseparables de la fe en la vida del creyente, el ocuparse de los pobres es inseparable del evangelismo y el ministerio de la Palabra. En el ministerio de Jesucristo, el sanar a los enfermos y dar de comer al hambriento eran inseparable de la evangelización (Juan 9:1-7, 35-41). Sus milagros no eran simplemente muestras de poder supernaturales, sino que eran señales de la venida del Reino (Mateo 11:2-5).
La renovación de la salvación de Cristo incluye al final un universo renovado. Mientras tanto, no hay ningún aspecto de nuestra existencia que no sea tocado por su bendición. Los milagros de Cristo eran milagros del reino, presentados como señales de lo que significa el reino. Sus bendiciones fueron concedidas a los pobres, los afligidos, los agobiados y los cargados, quienes vinieron a el y creyeron en el. Las señales milagrosas que atestiguaron la divinidad de Jesucristo y autenticaron el testimonio de aquellos que transmitieron el Evangelio a la iglesia no continúan, ya que su propósito ya se ha cumplido. Pero el patrón del reino que fue revelado por medio de estas señales debe continuar en la iglesia. No podemos ser fieles a las palabras de Jesucristo si nuestras obras no reflejan la compasión mostrada por su ministerio. Por lo tanto el evangelio del Reino es santificado si transmite con palabras y obras las promesas de Jesucristo para el cuerpo y el alma, y también las demandas de Jesucristo para el cuerpo y el alma.
En varias instancias el libro de los Hechos muestra un vínculo muy cercano entre el compartir las posesiones con los necesitados y la multiplicación de los convertidos a través de la predicación de la palabra. La venida del Espíritu Santo y el crecimiento explosivo del número de creyentes (Hechos 2:41) está conectado con una distribución de bienes radical con los mas necesitados (2:44-45). Hechos 4 es una recapitulación, después de la venida del Espíritu Santo, la poderosa predicación de la resurrección es acompañada por el compartir de bienes dentro de la iglesia. (4:32-35). Luego que el ministerio de diakonia es establecido, Lucas agrega que la palabra de Dios se difundía y el número de los discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén. (6:7). Nuevamente Lucas señala la conexión estrecha entre el ministerio de las obras y el ministerio de la palabra.
En términos prácticos, las acciones de los Cristianos hacia los necesitados eran una demonstración de la verdad y el poder del evangelio. Obras de misericordia y justicia son vistos por los no-creyentes y pueden guiarlos a glorificar a Dios (Mateo 5:13-16). El Emperador Romano Juliano el Apóstata señaló que los cristianos eran muy bondadosos hacia los extranjeros. “Los Galileos impíos (es decir los cristianos) no solo ayudan a sus pobres, sino también a los nuestros. Todos pueden ver que nuestra gente no recibe ayuda de parte nuestra.” (32)
4) Inseparable no significa un orden rígido, temporal.
¿Qué se entiende cuando decimos “inseparable”? Ministrar a los pobres puede preceder el compartir el evangelio, como cuando Jesús ministró al ciego. Si bien la obra de bien llevó al ciego a la iluminación espiritual, no hay ninguna indicación que Jesús dio su ayuda condicionalmente. El no lo presionó para que crea cuando lo sanó. Simplemente le dijo “Ve y lávate “ (Juan 9:7). Al igual, cuando Jesús habló de dar dinero y ropa a quienes lo pidan, insistió que debemos dar sin esperar nada a cambio. (Lucas 6:32-35). No debemos ayudar solamente porque la persona es receptiva al evangelio, ni debemos retirar la ayuda si no lo es. Sin embardo, siempre debemos tener claro que la motivación para ayudar es nuestra fe en Cristo, y debemos esforzarnos para encontrar formas no-artificiales y no-explotadoras de mantener los ministerios de la palabra, la enseñanza y la comunión estrechamente conectados a los ministerios de ayuda.
Resumen
Jesús llama a los cristianos a ser "testigos", para evangelizar, pero también también para ocuparse profundamente de los pobres. Él llama a sus discípulos tanto al “evangelio del mensaje” (llamar a todos a creer el evangelio) como al "evangelio del buen vecino” (sacrificarse para satisfacer las necesidades de los vecinos, sean creyentes o no). Ambas cosas van de la mano.
- Van de la mano teológicamente. La Resurrección nos revela que Dios no sólo creó el cuerpo y el espíritu, sino que también redimirá el cuerpo y el espíritu. La salvación que Jesús finalmente traerá en su plenitud incluirá la liberación de todos los efectos del pecado, tanto espirituales como físicos y materiales. Jesús vino a predicar la Palabra, a sanar, y a dar de comer a los pobres.
- Van de la mano en términos prácticos. Debemos cuidarnos de no limitar al evangelismo a un ministerio de obras, como lo hizo el evangelio social. Pero las obras de amor son testigo insustituible del poder y la naturaleza de la gracia de Dios, y un testimonio insustituible de la verdad del evangelio.
2. Reflexiones sobre la práctica de este Ministerio
No creo que este ensayo es el lugar apropiado para exponer todos los detalles prácticos sobre el ministerio a los pobres. [33] S in embargo, hay dos claves que insto a las iglesias a lograr en su ministerio a los pobres.
El equilibrio entre la justicia y la misericordia
Es bueno querer ayudar a los pobres, pero no es fácil hacerlo con sabiduría. Es muy fácil involucrarse en la vida de una familia pobre y empeorar las cosas en lugar de mejorarlas. A menudo esto sucede debido a las dos ideologías políticas no bíblicas que predominan en nuestra cultura de hoy. Los conservadores, en términos generales, consideran que la pobreza es causada por la irresponsabilidad del individuo. Los liberales, en términos generales, consideran que la pobreza es causada por sistemas sociales injustos, a los cuales los pobres no pueden escapar.
La Biblia en algunas ocasiones clasifica al ministerio a los pobres como “justicia”, y en otras ocasiones como “servicio” (diakonia) o misericordia. Quizás el pasaje bíblico mas famoso que nos llama a ayudar a los pobres es la parábola del Buen Samaritano, en la cual la ayuda es considerada “misericordia”. (Lucas 10:37). Pero en otras instancias, el compartir alimentos, refugio y otros recursos básicos con aquellos que tienen menos que uno (Isaías 58: 6-10; cf. Lev 19:13, Jer 22:13) es llamado “hacer justicia”. El no compartir con los pobres se considera no solo una falta de compasión, sino también una falta de justicia.
Creo que la razón del uso de ambos términos, "justicia" y "misericordia", es que la explicación bíblica de las causas de la pobreza es mucho más compleja que la de nuestras ideologías actuales. [34] La literatura sapiencial contiene un punto de vista equilibrado y complejo de las "causas raíces" de la pobreza. Proverbios declara que "Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza. (Prov 14:23) pero también dice que "En el barbecho de los pobres hay mucho pan, pero se pierde por falta de justicia." (Prov 13:23). Tanto factores personales como sociales pueden llevarnos a la pobreza.
En realidad, la Biblia revela al menos tres factores causales de la pobreza.
- Injusticia y opresión: En referencia a toda condición social o trato injusto que mantiene a la persona en una situación de pobreza (Salmo 82: 1-8; Prov 14:31; Éxodo 22: 21-27). La palabra hebrea usada usualmente para referirse a "los pobres" en el Antiguo Testamento significa literalmente "el injustamente oprimidos." Ejemplos de la opresión en la Biblia incluyen sistemas sociales establecidos para favorecer a los poderosos (Lev 19:15), préstamos de alto interés (Éxodo 22: 25-27), y salarios injustamente bajos (Efesios 6: 8-9; Jas 5: 4).
- Calamidades circunstanciales: En referencia a desastres naturales o circunstancias que causan o mantiene a una persona en una situación de pobreza. Las Escrituras contienen muchos ejemplos, como hambrunas (Gn 47), lesión incapacitante, inundaciones e incendios.
- Fallas del individuo: La pobreza también puede ser causada por fallas y pecados del individuo, tales como la indolencia (Prov 6: 6-7) y otros problemas de falta de disciplina (Prov 23:21).
Estos tres factores están interconectados. En términos generales no se producen categorías separadas de pobreza (excepto en situaciones extremas, como un huracán que deja a muchas personas desamparadas y en necesidad de ayuda material inmediata). Generalmente los tres factores se presentan conjuntamente. Por ejemplo, una persona criada en un barrio marginal étnico o económico (primer factor) puede tener problemas de salud (segundo factor) y también haber adquirido ciertas costumbres de su comunidad que no contribuyen al progreso material o social (tercer factor).
Sin embargo, el tercer factor puede ser visto como una versión del primer factor. Por ejemplo, la negligencia de los padres en no leer con sus niños, no proveerles una buena educación, o no enseñarles buenos hábitos como honestidad, diligencia y gratificación demorada, son indicios del tercer factor (irresponsabilidad personal) de parte de los adultos, y del primer factor (injusticia) de parte de los niños. Niños criados en barrios pobres pueden ser criados en escuelas inferiores y en un ambiente extremadamente perjudicial para el aprendizaje, sin que sea culpa de ellos. Los conservadores pueden argumentar que esto es culpa de sus padres o de su “cultura”, mientras que los liberales lo ven como un fracaso del gobierno y/o el resultado del racismo sistémico. ¡Pero nadie va a decir que es culpa del niño! Por supuesto que es posible que jóvenes nacidos en la pobreza salgan de ella, pero necesitan mucho mas fortaleza, independencia, creatividad y valor, simplemente para poder ir a la universidad o conseguir un buen trabajo, que un joven nacido en un hogar de clase media. Es decir, algunos niños tienen aproximadamente doscientas veces mas chances de triunfar académicamente y económicamente que otros. (No es justo pedir a un analfabeto de ocho años de edad, que luego se convertirá en un analfabeto de diecisiete años de edad, que salga adelante por si solo.) ¿Por que existe esta situación? Es parte de la gran injusticia que existe en nuestro mundo. El problema es simplemente una distribución injusta de oportunidades y recursos.
En resumen, muchos "conservadores" encuentran su motivación para ayudar a los pobres principalmente en la compasión. Esto puede generarse en la creencia que la pobreza es principalmente una cuestión de falta de responsabilidad individual. Pero ignoran el hecho que los “ricos” tienen lo que tienen en gran medida debido a la distribución injusta de oportunidades y recursos disponibles desde la cuna. Si tenemos los bienes que provee el mundo, son en definitiva un regalo. Si hubiéramos nacido bajo otras circunstancias, podríamos ser muy pobres, sin tener responsabilidad alguna de esto. El no compartir lo que tenemos no es solo falta de compasión, pero también es falta de justicia. Por el contrario, muchos “liberales” encuentran su motivación para ayudar a los pobres principalmente en un sentido de indignación por la falta de justicia. Esto ignora la realidad que la responsabilidad del individuo y su transformación son un gran factor en el poder escapar a la pobreza. La pobreza es vista estrictamente en términos de desigualdad estructural. Mientras que el depender solo de la compasión como lo hacen los conservadores conduce al paternalismo y la condescendencia, el ser motivado exclusivamente por el deseo de hacer justicia conduce a la ira y el rencor.
Irónicamente, ambos puntos de vistas llevan a actitudes farisaicas. Uno tiende a culpar al pobre por todo, y el otro a culpar al rico por todo. Uno sobre-enfatiza la responsabilidad individual y el otro la de-enfatiza. Pero un corazón tocado por la gracia produce una motivación equilibrada sin sentimientos de superioridad hacia ninguna clase de personas. Dejemos algo bien claro: El Evangelio es el motor que nos motiva a actuar tanto con justicia como con misericordia. Dios le dice a Israel: “El extranjero que resida con vosotros os será como uno nacido entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto; yo soy el Señor vuestro Dios.” (Lev 19:34). Los Israelitas habían sido extranjeros y esclavos oprimidos en Egipto. No habían podido liberarse por si solos y Dios los liberó por su gracia y su poder. Entonces ellos también debían tratar a las personas que tenían menos poder o posesiones como buenos vecinos, conduciéndose con amor y justicia hacia ellos. Esto demuestra que el fundamento para ser justo es la salvación por medio de la gracia
Al principio de esta sección decíamos que este equilibrio entre la misericordia y la justicia, de ver tanto los aspectos y causas personales y sociales de la pobreza, es necesario para que el ministerio de la iglesia hacia los pobres se conduzca con sabiduría. La ideología conservadora es demasiado impaciente y posiblemente dura con una familia pobre, al no ser consciente de los factores socio-culturales menos obvios que contribuyen a los problemas. La ideología liberal no pondrá suficiente énfasis en el arrepentimiento y los cambios personales.
División del Trabajo: El Individuo y la Iglesia
El ministerio global de evangelización de la iglesia incluye tanto evangelizar a los inconversos como formar todos los aspectos de la vida de los creyentes por medio del evangelio. Esto no significa que la iglesia como institución por medio de sus líderes debe realizar corporativamente todas las actividades a las que equipamos a nuestros miembros a realizar. Por ejemplo, si bien la iglesia debe discipular a sus miembros que son cineastas, con el objetivo que su arte cinematográfico se vea profundamente influenciado por el evangelio, esto no significa que la iglesia debe operar una compañía de producción cinematográfica. Aquí el concepto de soberanía de las esferas de Abraham Kuyper puede ser de alguna ayuda (si bien reconozco sus límites y sus problemas). Kuyper tiene razón en decir que la iglesia debe predicar el evangelio (evangelizar y discipular), presentar el culto de adoración, observar los sacramentos, y ocuparse de la disciplina dentro de la iglesia. Por medio de estas actividades se producen los miembros que participarán en el arte, la ciencia, la educación, el periodismo, la cinematografía, los negocios etc. Pero la iglesia como institución no debe participar en estas actividades. Kuyper ni siquiera permitiría, por ejemplo, que una iglesia local administre una escuela Cristiana, ya que el creía que la educación de los niños era una obligación que le pertenecía a la familia, no a la iglesia.
Con esto en mente, el ministerio de la iglesia hacia los pobres tiene mucho sentido como vehículo corporativo para que los cristianos cumplan con su deber bíblico hacia los pobres, como testigo corporativa del amor transformador de Cristo hacia la comunidad, y como una importante "estructura de plausibilidad" para la predicación del evangelio. Sin embargo , la iglesia debe reconocer los diferentes niveles del ministerio hacia los pobres y entender sus límites.
- Ayuda de auxilio: Esta es la asistencia directa con el objetivo de satisfacer las necesidades físicas/materiales/sociales. Los ministerios de ayuda típicos son los refugios temporal para las personas desamparadas, alimentos y ropa para las personas en extrema necesidad, servicios médicos, consejería a personas en crisis etc. Otra forma activa de asistencia directa defendiendo a las personas necesitadas, ayudándoles a obtener asistencia jurídica, encontrar vivienda y otros tipos de ayuda. Los programa de ayuda de auxilio por si solos pueden crear patrones de dependencia.
- Desarrollo: Esto es lo que se necesita es traer a una persona o comunidad a la autosuficiencia. En el Antiguo Testamento, cuando la deuda de un esclavo se borraba y éste era liberado, Dios dispuso que su antiguo dueño lo abastecería con grano, herramientas y recursos para poder comenzar una nueva vida autosuficiente. ( Deuteronomio 15 : 13-14 ) . El "desarrollo" de un individuo incluye la educación , la creación de empleos y el entrenamiento vocacional. El desarrollo de un barrio o comunidad significa reinvertir capital social y económico en el desarrollo de viviendas y otras inversiones de capital, etc.
- Reforma : La reforma social va más allá de la ayuda de auxilio inmediato y de la dependencia y propone cambiar las condiciones y estructuras que agravan o causan esa dependencia social. El libro de Job nos dice que Dios no sólo vistió a los que no tenían ropa, pero que “Quebraba los colmillos del impío, y de sus dientes arrancaba la presa." (Job 29:17 ) . Los profetas denunciaron los salarios injustos (Jeremías 22:13 ) ,las prácticas comerciales corruptas (Amós 8 : 2 , 6 ) , los sistemas jurídicos que favorecen a los ricos e influyentes ( Lev 19:15 ; Deuteronomio 24:17 ), y los préstamos usureros a las persona de escasos recursos ( Éxodo 22 : 25-27 ; Lev 19 : 35-37 ; 25:37 ) . Daniel condena a un gobierno pagano por su falta de misericordia hacia los pobres (Daniel 4:27 ) . Esto significa que los cristianos también deben trabajar dentro de la comunidad para obtener mejor protección policial, prácticas bancarias más justas y equitativas, reglamentos de zonificación, y leyes mas justas.
Pero ¿debería la iglesia ocuparse de reformas, o inclusive de desarrollo? Hay motivos teológicos y prácticos por los cuales la respuesta, en términos generales, es que la iglesia como institución debe concentrarse en el primer nivel de ayuda a los pobres, (en ayuda de auxilio), y también en el desarrollo del individuo. Con respecto al segundo y tercer nivel, el desarrollo de la comunidad, la reforma social, y el enfoque en las estructuras sociales, los creyentes deben trabajar por medio de asociaciones y organizaciones, en lugar de hacerlo por medio de la iglesia local. No es fácil establecer límites dogmáticos con respecto a esto. Las diferentes condiciones sociales y culturales pueden afectar directamente hasta que punto la iglesia debe estar involucrada en temas de justicia. Hay que felicitar por ejemplo a las iglesias de blancos que predicaban y trabajaban para combatir la maldad de la esclavitud de los Africanos en los EEUU. También la iglesia Afro-Americana, que en condiciones extremas de la esclavitud y semi-esclavitud asumieron el papel de dar asistencia a los pobres en los tres niveles, y continúan haciéndolo hasta hoy.
Sin embargo, en términos generales, creo que la iglesia debe estar involucrada en el primer nivel, mientras que grupos voluntarios, organizaciones y ministerios deben organizarse para ocuparse del segundo y tercer nivel. ¿Porque?
1. Algunos pueden argumentar que el segundo y tercer niveles son demasiado caros y distraen los recursos financieros del ministerio de la Palabra . 2. Otros pueden decir que involucran demasiado la política y requieren ciertas alianzas con determinados magistrados civiles y partidos políticos, las cuales podrían comprometer a la iglesia. 3. Otros dicen que el segundo y tercer niveles son demasiado complejos y que no está dentro de las capacidades o el mandato de los ancianos de la iglesia, cuyo trabajo es el ministerio de la Palabra de Dios y la oración (Hechos 6 : 1-7 ) .
Todos estos argumentos tienen sus méritos, pero deberían ser examinados en mas detalle para incorporarlos en mi tesis . No puedo darle aquí todo el tiempo y el espacio que esto requeriría. Solo voy a hacer la observación que la mayoría de las iglesias en los EE.UU que están profundamente involucradas en la ayuda hacia los pobres han descubierto que es más inteligente formar corporaciones sin fines de lucro para que éstas se ocupen del desarrollo de la comunidad y de la reforma de las estructuras sociales, en lugar de intentar hacerlo directamente por medio de la congregación bajo la supervisión de los ancianos.
El libro de Proverbios nos dice que Dios se identifica con los pobres. “Si lo haces para los pobres, lo haces para mi”. Mateo 25 dice lo mismo. Ya demostramos anteriormente que esto significa que en el día del juicio Dios podrá juzgar la actitud del corazón de una persona hacia Él basado en al actitud del corazón de la persona hacia los pobres. Pero también significa algo mas profundo.
En Proverbios y en Mateo 25 Dios se identifica con los pobres simbólicamente. Pero por medio de la encarnación y la muerte de Jesucristo, Dios se identifica claramente con los pobres y con los marginados. Jesús nació en un pesebre. En la ocasión de su circuncisión la familia de Jesús ofreció lo que se requería de los pobres. (Lucas 2:24). Jesús dijo: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo tienen nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza (Mateo 8:20). Al fin de su vida, Jesús entró a Jerusalén montado en un burro prestado, pasó su última noche en una habitación prestada, y cuando murió fue sepultado en una tumba prestada. Y echaron suertes por su única posesión, su túnica, porque en la cruz el fue despojado de todo. Esto da un nuevo significado a la pregunta: “Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento o desnudo o en la cárcel? La respuesta es en la cruz, donde murió rodeado de ladrones, entre los marginados. No debe sorprendernos que Pablo simplemente pudo decir que una vez que vimos a Jesús volverse pobre por nosotros, nunca mas veremos a los pobres de la misma manera.
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