Siete formas para mejorar tu equipo
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Revisión de 13:18 25 sep 2016
Por David Mathis sobre Liderazgo Espiritual
Traducción por Christina Henderson
La intención de Jesús no es que sus seguidores trabajen solos.
Él es el único y singular líder en su iglesia. Sin colegas. El resto de nosotros todos seguimos su ejemplo, haciendo nuestra labor en plural. Solamente Él es “el gran pastor de las ovejas” (Hebreos 13:20), el pastor principal (1 Pedro 5:4), el Pastor y Obispo de nuestras almas (1 Pedro 2:25). Su intención es que sus ancianos y obispos trabajen juntos. Él fue solo al Calvario. Nosotros pasamos por el fuego como un equipo.
Durante su ministerio, Jesús envió a sus discípulos de dos en dos (Lucas 10:1). Y a través del Nuevo Testamento, el liderazgo en la iglesia local es siempre plural: primero los apóstoles, después los ancianos/pastores/obispos (Hechos 14:23; 20:17, 28; Efesios 4:11; Filipenses 1:1; 1 Timoteo 4:14; 5;17; Tito 1:5; Santiago 5:14; 1 Pedro 5:1, 5). Vivir, dirigir, y trabajar en equipo es de vital importancia, tanto en la teoría como en la práctica de la vida de la iglesia.
Siete maneras, para equipos de ministerio (y especialmente a líderes de los equipos) para perseguir la salud y la aptitud correcta en la dinámica de equipo.
1. Cultivar activamente y proteger la confianza.
Equipos efectivos dependen a largo plazo de la confianza, y esa confianza representa un gran reto y una oportunidad. La confianza se gana de forma lenta y se pierde rápidamente. Vale la pena invertir tiempo y energía significativas en edificar la confianza, y en cuidar para no perderla.
La confianza se edifica tratando a aquellos más cercanos a nosotros (nuestros compañeros) con sumo cuidado. Al igual que con nuestras familias, nuestra tentación puede ser dar por descontado las relaciones a nuestro alrededor y dedicar nuestra mejor energía y atención a aquellos de afuera. Si no se controla tal instinto, nosotros pronto encontraremos que la confianza con aquellos que más importan se ha erosionado.
En el entorno de una iglesia local, la confianza entre los líderes es paradigmática para toda la congregación. Lo que es verdad de los líderes pronto será verdad de las personas. La disensión entre los pastores lleva a posiciones enfrentadas en el rebaño. Para que la iglesia viva a largo plazo la visión unificada de Filipenses 1:27-28 – “que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio y sin dejaros intimidar en nada por vuestros oponentes” – habrá necesidad de una confianza evidente entre los líderes.
2. Monitorear cuidadosamente el tamaño del equipo (y la comunicación).
Los seres humanos son finitos. Dios nos hizo de esa forma. Él santificó la finitud en la creación, y doblemente la santificó cuando Jesús se unió a nosotros en carne humana. La finitud no es un defecto, sino algo que ha de reconocerse y no descuidarse.
A pesar de lo positivo que podría ser incluir en el equipo tantas personas como sea posible, mientras más grande se hace el grupo, más difícil será mantenerlos a todos en la misma página. Las “líneas de comunicación,” tal como Larry Osborne observa, aumentan exponencialmente con cada nuevo miembro. Muchos equipos tienen tendencia hacia la falta de salud simplemente porque son demasiado grandes.
Con cada nueva adición a tu consejo de ancianos, equipo pastoral, u otro equipo ministerial, evalúa las dinámicas y sondea a los miembros del equipo. Ten en mente que añadir miembros no siempre significa añadir efectividad.
3. Invertir tiempo generosamente en tu equipo.
Los equipos saludables requieren tiempo. En un mundo caído, esos equipos no simplemente suceden, aun entre Cristianos. No puedes escatimar tiempo juntos (calidad o cantidad) y pensar que todo irá bien sobre la marcha y a largo plazo. Las relaciones dentro del equipo valen la pena tu inversión. Enfocarse “hacia adentro” de esta forma, no restará necesariamente a la misión conjunta, siempre y cuando tú tengas cuidado de que no se encarne, pero aprendiendo a disfrutar de la vida juntos en misión.
Puede parecer que se ralentiza al pasar tiempo de calidad con tu equipo de liderazgo, pero esa es una buena ralentización que te mantiene alejado de anticiparte a las líneas de abastecimiento. Tal como Osborne señala, “Siempre que un grupo de personas incrementa el tiempo que pasan juntos, hay un incremento correspondiente en su consideración y aprecio los unos por los otros” (40). Suena a sentido común, pero desafortunadamente no es una práctica común.
4. Persigue con humildad la unidad en todas las áreas.
Cuando un equipo ministerial está profundamente unido por una visión clara, compartida, de quién es Dios, y cómo Él se ha revelado a Sí mismo en Jesús y en las Escrituras, y lo que Él está haciendo en el mundo, y cómo nuestra misión está relacionada con la suya, es sorprendente la clase de camaradería y salud que pueden emerger en el equipo. Vale la pena trabajar durante años para lograr un equipo que teológicamente está en la misma página. Es algo hermoso, rico, inestimable estar profundamente unidos acerca de las verdades más importantes del universo.
Es también estratégico perseguir la unidad más allá de la doctrina. En el entorno de equipo, es vital estar unidos en filosofía, al igual que en amistad. Los equipos no son solamente cognitivos; tienen que ser prácticos. Ellos toman iniciativas y actúan juntos en el mundo. Lo cual significa que ellos necesitan hacer decisiones acerca de metodología y cómo ir desarrollando su visión de Dios en la vida cotidiana y en el ministerio.
Por lo tanto, el respeto y la amistad son vitales. Es bueno que los amigos, no meramente colaboradores, lideren juntos. Los equipos ministeriales no deben ser camarillas, pero es un beneficio para todos cuando los miembros son genuinamente amigos y disfrutan de estar juntos.
5. Con valentía mantener informes a corto plazo.
Energéticamente tener esas conversaciones que no deseas tener. Para la salud a largo plazo de tu equipo, está siempre dispuesto para hablar hoy acerca de lo que es desagradable y potencialmente problemático. Es típico que el tópico más importante que necesitamos enfrentar es aquel que tememos. Ellos revelan tensiones que a todos nos gustaría que desaparecieran.
Los tópicos que descuidamos no desaparecen con el descuido. Si tú sospechas que alguien se está frustrando o sintiéndo marginado, actuando de forma arrogante, con valentía abórdalo de forma inmediata. Habla la verdad en amor tan pronto como sea posible. No lo dejes pasar.
A menos que alguien tome la iniciativa para tener esa conversación incómoda, asumir la tensión será cada vez peor, no mejor. Y cuando baje a nivel subterráneo, solamente crecerá e infectará. Volverá a salir a la superficie peor de lo que era antes. La negligencia con las tensiones entre miembros del equipo señala la destrucción del equipo. Es solamente asunto de tiempo.
6. Amorosamente guardar la puerta.
Vale la pena el tiempo adicional y cuidadoso. Investigar minuciosamente a alguien antes de añadirle al equipo. A largo plazo, es mucho más fácil, y mejor, no traer a alguien que necesitar quitarlo más adelante. Haz todas las preguntas teológicas y filosóficas difíciles en las que puedes pensar. Haz las preguntas duras acerca de los puntos rugosos en sus pasados. ¿Qué le llevó a dejar su iglesia anterior o equipo? ¿Qué luchas han tenido con los miembros del equipo en el pasado? ¿Qué pasos se han dado, si alguno, para abordar su propia participación?
Piensa de tu equipo ministerial como un equipo en el cual cada miembro siempre juega. El equipo es obstaculizado por su jugador más débil. No transijas en la puerta de entrada.
7. Descansar gozosamente en la sabiduría del equipo.
Aprende a disfrutar de no siempre salirte con la tuya nos pone en equipos y hace que ministremos juntos porque así va mejor para nosotros y para aquellos a quienes servimos. Puede ser fácil reconocer esto en teoría, pero difícil de abrazar cuando la sabiduría colectiva del equipo va contra tu propia preferencia con respecto a una premisa. Pide a Dios que te ayude en estos momentos para creer en la sabiduría del equipo por encima de la tuya propia. Qué horrible si todo en el ministerio fuera siempre como tú quieres – con todas tus debilidades y ángulos muertos.
Puede parecer un extraño gozo para cultivar, pero es un gran indicador de madurez Cristiana. Aún cuando nuestra opinión personal en alguna decisión ministerial sea diferente, nosotros tenemos la oportunidad de dar un paso atrás, y tratar de ver la sabiduría en la forma como Dios está guiando a los demás en nuestro equipo, y darle gracias a Él por ellos – y por no dejarnos solos- para tomar estas decisiones.
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