Sólo nuestro Dios Habla
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Última versión de 15:16 19 oct 2016
Por Ryan Shelton sobre Alabanza
Traducción por Carlos Diaz
La adoración cristiana no es como ninguna otra forma de ejercicio religioso, ya que adoramos al Dios vivo. Ya que nuestro Dios no es como los ídolos sin vida, practicamos nuestra fe de forma diferente al resto del mundo.
La Escritura contrasta la adoración de ídolos contra la verdadera fe en el encuentro entre Elías y los profetas de Baal en el 1 Libro de Reyes 18:20-40. Vemos una escena memorable sobre la montaña: cientos de falsos profetas bailando por doquier y gritando, “Oh, Baal, respóndenos”. Incluso intentaron cortarse para obtener la atención de su ídolo,
“Pero no hubo voz, y nadie respondió. Y aflojaron el altar que habían hecho.” (1 Reyes 18:26)
El recuento es trágico y divertido a la vez. Incluso Elías bromeó ante su ceremonia solemne, “Quizás su Dios está en el baño. . . . Tal vez está dormido” (1 Reyes 18:27). ¿Pueden imaginar qué tan impactados estarían esos falsos profetas si Baal en realidad hubiera respondido? ¿En cuántas ceremonias habían participado estos profetas sin escuchar ni una pizca de su deidad venerada?
Una de las razones por las que las personas adoran los ídolos es porque no les hacen demandas a ustedes. Parece bastante seguro doblegarse ante un dios que es incapaz de hablar. Quizás esta es la razón por la cual 450 profetas se estaban ofreciendo para hablar en nombre de Baal ya que su dios necesitaba ayuda para comunicarse, y él no lo objetaría si ellos alteraban un poco el mensaje.
Intercambiando Voces
Los ídolos son obra de las manos humanas y completamente diferentes al Dios vivo (Salmos 135:6, 15). En el principio, el Señor Dios nos moldeó del polvo y nos hizo a semejanza suya solamente para servirle y gobernar sobre toda la creación. Pero en un terrible intercambio de idolatría, nos doblegamos ante objetos a nuestra propia semejanza, o en imágenes de aves y bestias, y en vez de servir al Dios vivo y gobernar toda la creación, servimos al a creación para escapar a las leyes de Dios.
En el mundo occidental, puede ser menos común inclinarse en frente de esculturas, más sin embargo está vivo y bien el mismo impulso central para servir a las cosas creadas. Conocemos las reincidencias: dinero, sexo, o poder. O quizás una cierta persona en su vida o una actividad que ustedes disfrutan ha cambiado gradualmente de ser buena a ser endiosada.
Es sencillo comenzar a invertir cantidades extremas de tiempo y energía, dinero y afecto en una adoración sin valor a salvadores falsos. Y nuestras ceremonias religiosas, ya sea formalizadas en prácticas de culto o informales en hábitos, nos brindan la ilusión de adoración sin la intromisión de la voz autoritaria de Dios.
El Dios que Habla
Hablar es fundamental para Dios. Dios mismo es palabra, y su discurso ordena que nada se convierta en todo (Juan 1:1–3). “La voz del Señor es poderosa; la voz del Señor está llena de majestuosidad” (Salmos 29:4). Cuando Dios desea que el fallecido venga a la vida, él dijo “¡Vive!” (Ezequiel 16:6), y cuando Jesús deseaba que su amigo saliera de la tumba, habló, “Lázaro, sal” (Juan 11:43). Incluso ahora, Jesús está sosteniendo sus moléculas con sus palabras (Hebreos 1:3). Si Jesús fuese a dejar de hablar, ustedes dejarían de existir.
Qué tan diferentes son los ídolos de este mundo de nuestro Dios parlante. Ustedes nunca escucharán un graznido de los Baals o de las imágenes corporales, de Molech o del dinero, de los Asherah o del animismo.
Pero ustedes no pueden escapar de la revelación de Yavé (Salmos 19:3–4). Toda nuestra oratoria humana es un simple reflejo del verdadero discurso que creó el mundo.
Adoramos con Oído abierto
Ya que los Cristianos adoramos a un Dios parlante, logramos la adoración de forma diferente que cualquier secta religiosa o comunidad de adoración. Primero, no necesitamos gritar como los sacerdotes de Baal, “Oh, Dios, respóndenos”, ya que reconocemos que nuestra reunión sólo existe porque Dios nos ha llamado de la oscuridad en la comunión de la luz (1 Pedro 2:9–10). La iglesia es una reunión fundada verbalmente, y nuestra adoración comienza con la voz de Dios llamándonos, con escuchar la voz que adora falsamente nunca se puede engatusar de la nada. Cuando ustedes se reúnan con su iglesia este domingo, ustedes se reúnen con las personas quienes ya han escuchado la voz de Dios y respondieron.
Segundo, esperamos continuar escuchando su voz cada momento que abramos la palabra que ha escrito para nuestra audiencia. Toda la Escritura está oxigenada por Dios (2 Timoteo 3:16), y su palabra nunca se vuelve vacía (Isaías 55:11). No necesitamos a los sacerdotes de Baal, cortándose ellos mismos con cuchillos para obtener la atención de su dios, esperando escuchar una palabra divina. Tan pronto como un Cristiano adora los goteos con la Biblia, Dios habla. Demandamos que Dios nos hable con autoridad y poder en nuestras reuniones de adoración, y luego abrimos nuestras Biblias para escuchar.
Finalmente, podemos esperar ver evidencia de la voz de Dios en nuestras iglesias. La prueba de la voz del Señor en nuestro centro es poderosa, vida nueva. Este lado de Monte Carmelo, experimentamos un espectáculo más grande que fuego ardiente sobre un altar; conocemos el ardor de nuestros corazones a medida que las Escrituras concernientes a Cristo están abiertas (Lucas 24:32). Somos testigos oculares que el Dios “que dijo, ‘dejen que resplandezca la luz de entre las tinieblas”, ha hecho resplandecer nuestros corazones para brindarnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo’” (2 Corintios 4:6).
Así que, reúnanse con las personas de Dios este fin de semana para escuchar del Dios que habla.
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