Un Marco Teológico Para La Oración ‘88

De Libros y Sermones Bíblicos

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Última versión de 20:45 21 dic 2016

¡Cómo anhelan nuestros corazones ver el día en que la unidad del cuerpo de Cristo se manifieste en verdad y poder!

¡No habrá poder sin verdad! Porque el apóstol dice que los últimos días estarán llenos de demostraciones de poder con señales y maravillas mentirosas floreciendo entre las personas que “no recibieron el amor de la verdad” (2 Tesalonicenses 2:9-10).

¡No habrá verdad sin poder! Porque el apóstol describe a los que “tienen todo conocimiento”, pero no tienen el fruto espiritual del amor (1 Corintios 13:2), que “poseen conocimiento”, pero están envanecidos por el orgullo (1 Corintios 8:1).

Pero anhelamos una unidad del cuerpo de Cristo que está en la verdad de la Escritura y en el poder del Espíritu Santo.

Un movimiento de oración no es el producto final de tal unidad. El movimiento es una expresión imperfecta de ella y un camino hacia ella. ¿Cómo, pues, declararemos la verdad que nos une? No queremos menospreciar la verdad como algo insignificante, pero debemos admitir que tenemos un largo camino por recorrer antes de estar en acuerdo total —cuando todos los velos sean quitados y ya no veamos a través de un espejo oscuro.

David Bryant recientemente lo expresó así,

El fundamento para el movimiento de la oración unida … no es nada menos que las Escrituras, el señorío salvador de Jesucristo y un compromiso total con la voluntad revelada de Dios en Jesucristo por parte de todos los que dirigen el movimiento de oración. A lo largo de los años se ha vuelto cada vez más evidente: si los líderes del movimiento de oración están genuinamente comprometidos con las Escrituras y el señorío de Cristo, tal como lo expresa el espíritu y la visión básicos del Pacto de Lausanne para la Evangelización Mundial, entonces hay una seguridad amplia para tal esfuerzo cooperativo en oración a través de las principales líneas denominacionales y organizacionales.

Esta es la posición que queremos tomar mientras obramos bajo Dios para traer un movimiento unido de oración cristiana en Minneapolis y St. Paul, Minnesota.

Sabiendo que existirán muchas diferencias doctrinales entre los que oran, tomamos nuestra posición de buena fe en el “espíritu de la visión” del Pacto de Lausanne, orando para que el movimiento de la oración no solo exprese nuestra unión imperfecta de amor y esperanza, sino que también conduzca, bajo el señorío soberano de Cristo, a manifestaciones aún mayores de unidad que honra la verdad y está llena de poder. ¡Que un mundo perecedero se convierta en el beneficiario de nuestra creciente unidad y nuestra oración ferviente!