Una Pasión por la Santidad
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Última versión de 20:08 12 jun 2017
Por John Piper
sobre Biografía Cristiana
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
Reflexiones sobre la vida de John Owen
Tres de los seis primeros oradores principales en la Conferencia para Pastores de [la iglesia de] Bethlehem han dicho que el escritor más influyente en sus vidas (después de los escritores de la Biblia) fue John Owen. J. I. Packer, Roger Nicole y Sinclair Ferguson pusieron a Owen incluso por encima de Jonathan Edwards —¡imaginate!
John Owen nació en 1616. Probablemente fue el más grande pastor-teólogo entre los puritanos. Como diría J. I. Packer, él era el más alto entre las secoyas puritanas. Sus veintitrés volúmenes gruesos todavía están impresos, formando y alimentando a los pastores de hoy (como yo).
Fue un hombre de increíble actividad —políticamente (como el capellán de Oliver Cromwell y un orador frecuente en el Parlamento), “denominacionalmente” (como el hombre clave para todas las controversias entre los puritanos congregacionales y presbiterianos), teológicamente (como el principal defensor puritano de la verdad calvinista), académicamente (como decano y vicecanciller en la Universidad de Oxford), pastoralmente (sirviendo iglesias en y alrededor de Londres por casi toda su vida adulta, aun cuando era ilegal reunirse), y personalmente (con una familia de 11 hijos, 10 de los cuales murieron cuando eran jóvenes, seguidos por la 11ª cuando era una joven adulta).
Lo que me sorprende de este hombre es que, en medio de toda esta actividad, su pasión no fue el desempeño público, sino la santidad personal. Él dijo:
- El deseo de mi corazón hacia Dios, y el principal designio de mi vida … son que … la santidad universal pueda ser promovida en mi propio corazón y maneras y en los de los demás.
Necesito héroes como éste. No muchos líderes hoy en día declaran los objetivos de sus vidas en términos de santidad. Y más y más líderes confiesan abiertamente que su santidad personal no tiene importancia para su desempeño público. Por ejemplo, el Presidente de los Estados Unidos comunicó muy claramente que no creía que su pureza personal fuese un factor significativo en su liderazgo de esta nación. De la misma manera, leímos recientemente: “El Príncipe Carlos acaba de terminar con un antiguo caso de adulterio con Camilla Parker-Bowles para eliminar cualquier obstáculo a su sucesión al trono”. Así que, en ambos lados del Atlántico, nuestros estadistas dicen con sus vidas: la santidad personal no es gran cosa —el desempeño público y la pureza personal no están relacionadas.
No así Owen. La maravilla y el poder y la belleza de su vida pública fue la constancia de su comunión personal con Dios en pureza y gozo. Uno de sus biógrafos lo describió así:
- En medio del estruendo de la controversia teológica, de las actividades absorbentes y desconcertantes de un alto puesto público y de los escalofriantes obstáculos de una universidad, aún así vivía cerca de Dios, y como Jacob entre las piedras del desierto, él mantenía una interacción secreta con lo eterno e invisible.
En sus propias palabras dio el secreto de su santidad personal entre todas las presiones y dolores de la vida:
- ¿Qué mejor preparación puede haber para [nuestro futuro disfrute de la gloria de Cristo] que en una constante contemplación previa de esa gloria en la revelación que se hace en el Evangelio?
Ahí está la clave para la pureza y la santidad, y la clave para una eficacia duradera en toda la vida: la constante contemplación de la gloria de Cristo.
Viniendo (cada hora) a la Piedra Viviente,
El Pastor John
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