Maternidad: Una llamada a las armas
De Libros y Sermones BÃblicos
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Revisión de 19:23 1 jun 2018
Por Rachel Jankovic sobre Crianza de los Hijos
Traducción por E. G.
Al llegar otro Día de la Madre, nos descubrimos flotando en un mar de amor sentimental y palabras dulces sobre las cosas que las madres hacen por nosotros. Es bueno reconocer, valorar y honrar todo eso, pero no es lo que quiero hacer hoy. Quiero alejar ese sentimiento y mirar hacia la increíblemente poderosa posición a la que Dios ha llamado a su mujer.
Sí, he dicho intencionalmente «a su mujer», y no sólo de aquellas mujeres que son madres. El concepto de mujer, en este sentido, es lo mismo que maternidad. Si es usted una mujer en Cristo y obediente a Él, es tan parte de este arquetipo del poder femenino como aquellas que han tenido hijos.
Una vez hablé en una sala llena de vientres embarazados, lactantes y bebés regordetes. Casi siempre vemos que este tipo de poder se diluye en una multitud, pero no era el caso en esta sala. Verlo de frente de una forma global resultó impresionante. Me acordé de este glorioso pasaje en el Cantar de los Cantares donde el esposo dice de su esposa, «¿Quién es esta, que se muestra como el alba, hermosa como la luna, radiante como el sol, imponente como ejércitos en orden de batalla?» (Cantar de los Cantares 6:10). La hermosura y el miedo solo se agravan cuando la esposa se convierte en madre.
No es de extrañar que el mundo sea tan inestable para las mujeres cristianas que tienen hijos: es una cosa terrible.
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Los bebés cambian el mundo
Hay un poema del siglo XIX que finaliza cada estrofa con este estribillo de alto voltaje: «La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo». La segunda estrofa de Salmos, 8 nos ofrece perspectiva asombrosamente parecida de cómo ve Dios la maternidad. Nos dice lo que piensa de los bebés.
De la boca de los niños y de los que aún maman,
fundaste la fortaleza
a causa de tus enemigos,
para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Si el propósito de nuestros niños es esta fortaleza ordenada por Dios, que Él usa para silenciar al enemigo, entonces la maternidad está difícilmente unida a la condición de mujer. Está difícilmente unida al trabajo del reino, o a la transformación cultural.
La maternidad es un elemento central de la vocación de la mujer, porque es primordial para el poder de la creación que Dios ha conferido en nosotros. Esta es nuestra fuerza, esta es nuestra gloria, y este es nuestro verdadero poder. Procreamos bebés, y los bebés cambian el mundo.
La mujer «moderna»
Las mujeres modernas están hambrientas de poder. Marchan, exigen y combaten, haciendo todo lo que está a su alcance para tratar de obtener un sentido de poder porque son dolorosamente conscientes de una escasez de poder femenino. La espantosa ironía es que pisotean cadáveres de bebés pidiendo el derecho al aborto como esencial para la fuerza femenina. Pero todo esto es una perversión de la verdad que choca con el poder femenino: la maternidad, lo que están despreciando.
Nos han hecho creer poco a poco que la mujer empoderada es aquella que se aparta de la fertilidad. Nos sentimos avergonzadas de nuestros vientres, mientras la infertilidad intencionada de las mujeres desprecia nuestra procreación, como si fuese un pasatiempo propio de perdedores e incultos. Toman la gloria y el temor del sexo, tanto el propio acto como los fabulosos arquetipos que Dios escribió en la sexualidad humana. Amor que crea. El concepto de hombre y mujer crea nuevos hombres y nuevas mujeres continuamente.
Nos han convencido de que no hay lucha en la maternidad, ni valor para los niños en el matrimonio.
Su parcela en el gobierno del mundo
«¿No hizo Él un solo ser, en el cual hay abundancia de espíritu?» ¿Y qué buscaba Dios con esto? «Descendencia divina» (Malaquías 2:15)
Su trabajo en los asuntos de los niños. El desborde de su vida por las cosas de los pequeños. Ellos importan. Porque Dios lo hizo así. Él ordenó fortaleza para venir al mundo de esta manera. Busca descendencia divina. Ese vientre que crece, los lloros hambrientos en la noche, el consuelo de sus senos, los brazos envueltos alrededor de la pierna, el niño en su cadera, el preadolescente en el coche con usted, la sonrisa que muestra los dientes recién perdidos, el peso al empujar el cochecito: esta es su fortaleza, este es su poder, esta es su mano que toma su parcela en el gobierno del mundo.
Mucho más que biología
Ya puedo escuchar todas las objeciones que me esperan, todo el horror de que diga que el poder de las mujeres está en tener hijos (como si eso no fuera increíble). ¿Realmente solo podemos tener poder en nuestras funciones biológicas? Por supuesto que no. ¿No hay nada más en nuestras vidas que producir bebés en serie? Absolutamente.
Necesita dar seguimiento a ese acto glorioso elevándolos al temor del Señor, para amarle con todo su corazón, mente, alma y fortaleza. ¿Y cómo vamos a hacerlo? Lo haremos primero por amor a Él con todo nuestro corazón. Vamos a amarlo con toda nuestra mente. Vamos a amarlo con toda nuestra alma. Y vamos a amarlo con toda nuestra fuerza, incluyendo la fuerza de crear bebés.
Spurgeon dice, «Aquellos que piensan que una mujer retenida en su casa por su pequeña familia no está haciendo nada piensa al revés de la verdad… Madres, la formación de su descendencia piadosa es su deber primero y más urgente». Si no tiene hijos, o no está casada, aún está llamada a vivir como parte de esta gloriosa maternidad arquetípica: llamada a vivir como una mujer que honraría a Dios con su maternidad, porque honra a Dios en toda su vida, abrazando su designio y finalidad para las mujeres como un todo, y para usted como mujer.
Ajustar para nada menos
Imagine todos los parques de su ciudad. Imagine todos ellos llenos de niños que saben lo que significa ser amado. Conocen a Dios y conocen a su pueblo, son corazones llenos de las historias de su fidelidad. Columpios repletos de niños que viven la alegría del Señor: niños que saben quiénes son y para qué sirven. Ahora pregúntese en qué tipo de ciudad ocurriría. ¿Qué significaría si cada área infantil en nuestro país estuviera llena de niños cristianos? Significaría que usted estaría en un país cristiano.
Cuando Pablo describe los deberes de las mujeres cristianas en Tito 2:3-5, no describe ninguna especie de casa de retiro para enfermos, en la que están para ser discretas y castas y para amar a sus maridos y a sus hijos porque no sirven para nada más. Describe nuestros puestos de combate. Está diciendo que no servimos para nada menos.
Pablo describe el papel de una buena mujer creando el tipo de infancia que acabo de retratar en el parque. Llama a las mujeres a su trabajo poderoso, glorioso, que cambia el mundo, el gran y buen trabajo de silenciar al enemigo y al vengativo.
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