Cuatro oraciones para la lectura bíblica
De Libros y Sermones BÃblicos
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Revisión de 20:40 25 feb 2019
Por David Mathis sobre Oración
Traducción por Javier Matus
Cuando abrimos nuestras Biblias para leer, nunca estamos solos. El Espíritu Santo se mueve sobre y dentro de las palabras de Dios, listo para conmover nuestros corazones, iluminar nuestras mentes y redirigir nuestras vidas, todo para la gloria de Cristo (Juan 16:14). El Espíritu es el factor X en la lectura bíblica, haciendo sobrenatural a una rutina por lo demás ordinaria —y hace que sea absolutamente absurdo leer y estudiar sin orar por nuestros ojos, mentes y corazones.
La oración es una conversación, pero no una que comenzamos. Dios habla primero. Su voz suena en las Escrituras y climáticamente en la persona y obra de Su Hijo. Entonces, maravilla de todas las maravillas, Se detiene, Se inclina y dobla Su oído para escucharnos. La oración es casi demasiado buena para ser verdad. Con nuestros ojos en las palabras de Dios, Él también nos oye.
Entonces, ¿cómo debemos orar por nuestras Biblias? Aquí hay cuatro versículos que podrías orar al abrir la Palabra de Dios.
Contenido |
1. Salmo 119:18: Abre mis ojos a las maravillas
“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de Tu ley” (Salmo 119:18). Le pedimos a Dios que abra nuestros ojos espirituales para mostrarnos vistazos de la gloria que no podemos ver por nosotros mismos. Sin Su ayuda, somos simplemente personas “naturales” con ojos naturales. “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender [ver], porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14-15).
“Viendo no ven” fue la frase de Jesús para aquellos que vieron a Él y Su enseñanza solo con ojos naturales, sin la obra iluminadora del Espíritu (Mateo 13:13). Por eso Pablo ora por los cristianos, “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (Efesios 1:17-18).
Únete al salmista para orar no solo por el don de la visión espiritual, sino también por el don de ver cosas maravillosas en la Palabra de Dios. La maravilla es un gran antídoto para el deambular. Los que cultivan el asombro mantienen sus corazones cálidos y suaves, y resisten las tentaciones de enfriarse y retroceder.
2. Lucas 18:38: Ten misericordia de mí
Ora, como el hombre ciego que pide ayuda al lado del camino: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”. Mientras estemos en esta vida, el pecado obstaculiza cada encuentro con Dios en Su Palabra. Les fallamos a los amigos y la familia a diario —y aún más, le fallamos a Dios. Por lo tanto, conviene acompañar nuestra apertura de la Palabra de Dios con la humilde y quebrantada y pobre súplica de los redimidos: “¡Dios, sé propicio a mí, pecador!” (Lucas 18:13).
La lectura de la Biblia es un aviso diario para reconocer nuestros fracasos, arrepentirnos nuevamente y lanzarnos nuevamente sobre Su gracia otra vez. La oración es el camino para permanecer fascinado con Su gracia y cultivar un espíritu de verdadera humildad.
3. Santiago 1:22: Hazme un hacedor de Tu Palabra
Ora para que Dios, al haber abierto tus ojos para maravillarte y recordarte la suficiencia de Su gracia, produzca un cambio genuino en tu vida. Pídele que permita que las semillas de las Escrituras den frutos reales y notables en actos tangibles de amor sacrificial por los demás. “Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). No necesitas capturar artificialmente un punto específico de aplicación de cada pasaje, pero ora para que Su Palabra le dé forma e informe y dirija tu vida práctica.
Pídele que te haga más manifiestamente amoroso, no menos, debido al tiempo dedicado a leer y estudiar Su Palabra solo.
4. Lucas 24:45: Abre mis ojos a Jesús
Esta es otra forma de orar para que Dios abra nuestros ojos para maravillarnos, solo con más especificidad. Las obras de Dios se erigen como maravillosas cadenas montañosas en la Biblia, pero el pico más alto y la vista más majestuosa son la Persona y la obra de Su Hijo.
Como el mismo Jesús enseñó después de Su resurrección, Él es lo más cercano a una llave maestra de la Biblia para descubrir el significado de cada texto —cada libro, cada giro de la trama, toda la historia. Primero, “les declaraba [interpretaba] en todas las Escrituras lo que de Él decían” (Lucas 24:27), luego enseñó a Sus discípulos que “era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44). Y al hacerlo, “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lucas 24:45).
La gran meta de leer y estudiar la Biblia es esta: conocer y disfrutar a Jesús. Esta ahora es una prueba de los deleites venideros del cielo. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Esto le da dirección, enfoque y propósito a nuestro estudio. “Conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová” (Oseas 6:3). Esto forma un gran anhelo y pasión en nuestras almas: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” (Filipenses 3:8).
Mantén ambos ojos bien abiertos para Jesús. Hasta que veamos cómo el pasaje en cuestión se relaciona con la Persona y la obra de Jesús, aún no hemos terminado el aspecto más importante de nuestra lectura.
Estamos desesperados por la ayuda continua de Dios para ver, y por eso oramos.
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