Había un hombre enviado de Dios
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Última versión de 19:55 23 jul 2019
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carla B.
Justo en medio de las descripciones magistrales más bellas e impresionantes del eterno Hijo de Dios que jamás se haya escrito, el apóstol Juan, de repente, aparentemente, escribe estas palabras: “Había un hombre enviado de Dios, cuyo nombre era Juan” (Juan 1:6). Ellos casi se sienten como una interrupción, como una distracción.
¿Está el apóstol dirigiendo nuestros ojos lejos de Dios el Hijo, la Palabra, la Vida, la Luz, para mirar a un hombre? No. El apóstol nos está dirigiendo a ver al Hijo a través de un hombre. Esta inserción aparentemente extraña acerca de Juan el Bautista revela algo más profundo y misterioso: Dios ha elegido hacer testigos por las ventanas a través de las cuales los hombres ven a Jesús.
Para los humanos caídos, los testigos son ventanas a la verdad. Es por eso que siempre que debemos juzgar si alguien nos dice la verdad o no, casi siempre buscamos un testigo. Para nosotros, hay algo excepcionalmente poderoso en una persona objetiva que confirma la verdad del testimonio de otra persona, alguien que no tiene nada en el mundo que ganar al verificar lo que él cree que es verdad. Si ese testigo está dispuesto a sufrir pérdidas por su verificación, es aún más poderoso. Y si muchos testigos están dispuestos a sufrir pérdidas, incluso sus propias vidas, para confirmar la verdad del testimonio de una persona, es exponencialmente poderoso.
Juan el Bautista “vino como testigo. . . para que todos crean a través de él” (1: 7). Él fue el primero en lo que se ha convertido en una gran "nube de testigos" (Hebreos 12: 1) de la verdad del testimonio de Jesús. Esta nube se ha hinchado a millones y millones, y cada testigo ha visto a Jesús a través del testimonio de otro. Miles más se unen a esta nube todos los días. Y muchos en la nube han perdido, o perderán hoy, sus vidas a causa de su testimonio. Y debido a su pérdida, tanto más verá a Jesús a través de la ventana de su testimonio y creerá.
Cuando escuchamos el llamado de Jesús y lo seguimos, Jesús nos dice: “Vosotros sois mis testigos” (vea Hechos 1: 8). Nuestra fe no es un asunto privado. Es una ventana pública a través de la cual Dios quiere revelar a Jesús a los demás. Ese es nuestro principal llamado en la tierra, sin importar las otras tareas que Dios nos ha dado para cumplir. No somos los nuestros (1 Corintios 6:19). Nosotros también somos hombres enviados de Dios.
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