Dios Te Llevará A Diario
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Última versión de 12:07 7 oct 2019
Por Scott Hubbard sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Javier Matus
Nuestros peores días tienen una manera de hacer que el futuro se sienta imposible.
Tal vez nos despertemos con una depresión que hace que nuestro pecho se derrumbe. O una relación al borde del colapso. O dolor en nuestros huesos que hace que el esfuerzo más pequeño sea una hazaña. La idea de aguantar toda una vida, o incluso una semana más, puede llevarnos a buscar un escape.
Sin embargo, en nuestros peores días, no necesitamos saber cómo Dios nos mantendrá para toda la vida. Ni siquiera necesitamos saber cómo nos mantendrá mañana. Necesitamos saber, incluso con una semilla de mostaza de fe, que Él nos a ayudará a sobrepasar el día de hoy.
Podríamos pensar que Dios, creador de continentes y estrellas, sería demasiado grande para notar nuestros días. ¿No pasan mil años ante Él como una vigilia en la noche (Salmo 90:4)? Sí. Pero el cuidado de Dios por Su mundo es tan complejo como grandioso. Él lleva un inventario de cada cabello (Mateo 10:30). Captura cada suspiro (Salmo 139:4). Reduce la velocidad para caminar cada 24 horas con Sus hijos.
Y así, Él no solo nos da promesas que cubren la totalidad de nuestras vidas, sino también unas cuantas promesas preciosas que se encuentran con nosotros en nuestros peores días, y nos recuerdan lo que Él hará por nosotros hoy.
Contenido |
Él te llevará a diario.
- Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación. (Salmo 68:19)
Nuestra salvación no descansa simplemente en algún lugar del pasado, en ese primer momento de arrepentimiento y fe. Dios sí nos salvó entonces. Pero mientras estemos en este mundo, necesitamos salvación diaria. “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios”.
Para David, el éxodo de Israel desde Egipto (Salmo 68:4-10) y la conquista de Canaán (Salmo 68:11-18) escriben con grandes letras la historia que Dios escribe cada día, aunque a menudo pasa desapercibida. Cada día guarda a los huérfanos y protege a las viudas (Salmo 68:5). Hace habitar al desamparado en familia y saca a los cautivos a la libertad (Salmo 68:6). Se encuentra con los pobres en sus problemas y los mantiene con bondad (Salmo 68:10).
Si el éxodo y la conquista escribieron el cuidado de Dios para Su pueblo con letras grandes, entonces la cruz de Jesús lo escribe con letras aún más grandes (Romanos 8:32). Si Cristo ha llevado nuestro pecado a la tumba, ¿no nos ayudará también a sobrepasar el día de hoy? Si Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos, ¿no levantará también nuestras cabezas por encima de la marea alta de hoy?
Nuestras penas a veces pueden hacer que hoy se sienta insoportable. Y ese es el punto de esta promesa: cuando nos encontremos con lo insoportable, Dios mismo nos llevará. Incluso a la vejez, incluso a las canas, incluso cuando nuestras piernas ya no puedan soportar nuestros cuerpos (Isaías 46:4).
Él te mostrará misericordia diariamente.
- Porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23)
Algunos consoladores, a pesar de todas sus buenas intenciones, eventualmente se van en retirada cuando ven que nuestras penas son más profundas y complejas de lo que imaginaban. Incluso el mejor de los amigos a veces se aferra de la simpatía. Pero la compasión de Dios nunca falla. Su amor firme nunca cesa. Sus misericordias “nuevas son cada mañana”.
Cuando escucho esta promesa, naturalmente imagino una escena de calma y paz —el sol saliendo sobre un lago de montaña, los pájaros cantando en el fondo. Pero Jeremías escribió estas palabras cuando el sol salió sobre una escena diferente: hombres muertos a espada en las calles (Lamentaciones 1:20), infantes muertos en el regazo de sus madres (Lamentaciones 2:12), sacerdotes asesinados en el templo (Lamentaciones 2:20). La destrucción era suficiente para hacerlo vomitar (Lamentaciones 2:11).
¿Cómo podía Jeremías mirar tal devastación y luego hablar de las nuevas misericordias de Dios? Porque los escombros de nuestras vidas nunca son la última palabra acerca del corazón de Dios hacia aquellos que esperan en Él. Incluso cuando Dios nos disciplina por el pecado, la misericordia, no la ira, es el estandarte que vuela detrás del sol de cada mañana. Jeremías lo sabía porque Dios declaró Su misericordia en Sinaí (Éxodo 34:6-7; Lamentaciones 3:21). Lo sabemos porque Jesús demostró la misericordia de Dios en el Calvario (Romanos 5:8).
Nuestros sueños fallan y fracasan; Dios no lo hace. Nuestros corazones se debilitan; Su amor firme es de la eternidad a la eternidad. Nuestras esperanzas suben y caen; las misericordias de Dios llegan en su momento señalado cada mañana —y nos ayudarán a sobrepasar el día de hoy.
Él te hará nuevo diariamente.
- Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (2 Corintios 4:16)
Muchos de nosotros estaríamos satisfechos simplemente sabiendo que Dios nos ayudará a sobrepasar nuestros peores días —que llegaremos al final de ellos todavía cuerdos, todavía confiando en Cristo. Pero Dios no quiere que paremos allí. Él también quiere que sepamos que ningún día, sufrido en fe, se desperdiciará. Incluso en nuestros días más miserables, cuando nuestro hombre exterior se va desgastando, Dios está en Su torno de alfarero, moldeándonos, formándonos. “El interior no obstante se renueva de día en día”.
Al igual que con las nuevas misericordias que proclamó Jeremías, por el momento nuestra renovación interna está oculta de nosotros en gran medida. Desde afuera, podemos sentirnos, como Pablo, “atribulados en todo… en apuros… perseguidos… derribados” (2 Corintios 4:8-9). Nos quedamos pareciéndonos a una ciudad sitiada.
Pero incluso cuando el cuerpo y la mente sean maltratados, Dios está obrando en el interior, construyendo algo que durará para siempre. “Esta leve tribulación momentánea”, que causa tantos estragos en nuestro ser exterior, hace algo muy diferente a nuestro ser interior. Mientras mantenemos nuestros ojos en las cosas que no se ven (2 Corintios 4:18), nuestras aflicciones se convierten en el horno donde Dios nos renueva y prepara “en nosotros un eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).
A veces, a través de nuestras pruebas, vislumbramos el nuevo ser que Dios está formando. Pero la gran revelación yace al otro lado de esta vida. Los santos de Dios entran en el Jordán arrugados y desgarrados; y surgen del otro lado nuevos, para nunca morir de nuevo. Hasta ese gran día, Dios nos estará preparando para nuestro hogar eterno. Él nos hará nuevos diariamente.
Mañana y noche
¿Cómo responderemos a un amor tan inquebrantable, a tal misericordia diaria? Podemos ponernos firmes con el salmista y decir: “Bueno es… anunciar por la mañana Tu misericordia [amor firme], y Tu fidelidad cada noche” (Salmo 92:1-2). Cada mañana, mira hacia adelante y recuerda: Dios me mostrará misericordia [amor firme] hoy. Y cada tarde, mira hacia atrás y declara Su fidelidad.
Si estás en Cristo, Dios te llevará hoy. Él te mostrará misericordia. Él te hará nuevo. Y cuando llegue el mañana, lo hará todo de nuevo.
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