Nuestras penas tienen sentido
De Libros y Sermones BÃblicos
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Revisión de 04:44 7 ene 2020
Por John Piper
sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Message Excerpt
Traducción por Andrea Ledesma
Transcripción del audio
No solo todo tu sufrimiento es momentáneo, no solo todo tu sufrimiento es leve en comparación con la eternidad y gloria de allí, sino que todo tiene sentido. Es una declaración muy controversial, debido a todo el sufrimiento irracional que hay en el mundo.
Cada vez que sucede algo espantoso, un entrevistador dice «sin sentido». Y eso parece, al menos desde nuestra perspectiva. Lo miran y dicen: «no tiene sentido». El sufrimiento está en todas partes. Ahora que contamos con internet, no existe excusa para no llorar todos los días. «Llorad con los que lloran» (Romanos 12:15), ¿cierto? Si no tienes una teología para lidiar con los horrores de internet, mejor comprueba o consigue una.
Según 2 Corintios 4:17, nuestra «aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria». No dice que «conllevará a un eterno peso de gloria», que sería lo suficientemente bueno. No es lo que dice. Katērgadzomai. Perdón por la palabra griega. Simplemente me encanta; siento que debo usarla de vez en cuando. Significa producir, preparar, hacer que suceda. Voy a decir lo siguiente: cada milisegundo de tu dolor (ya sea por la naturaleza pecaminosa o por el hombre caído), cada milisegundo de tu pena en el camino de la obediencia produce una gloria peculiar que recibirás a causa de ese sufrimiento.
Es una declaración muy controversial, y creo en ella. Por ello, si nadie me dice que el sufrimiento de un creyente no tenía sentido, estaré tranquilo, probablemente porque la están pasando muy mal ahora mismo. Voy a esperar y ver cuándo es el momento correcto, pero al final voy a volver y decir: «tenía sentido». No me interesa si fue cáncer o si fueron críticas. No me interesa si fue difamación o enfermedad. Tenía sentido, porque según 2 Corintios 4:17, mi aflicción leve, pasajera, de toda la vida y total está haciendo algo. Lo está haciendo. Tiene sentido.
Es obvio que no puedes ver lo que está haciendo. Creo que estas son las principales cosas que no se pueden ver, de las que se habla en 2 Corintios 4:18. ¿Qué es lo que debemos mirar y no se ve? Debemos mirar la promesa de Dios en el versículo 17, según el cual tu dolor está haciendo algo por ti. No puedes verlo. No puedes sentirlo. O lo ves con los ojos de la fe y crees en lo que dice el texto, o pierdes la esperanza.
Quiero a Juan el Bautista y me encanta su historia; y lloro por la forma en la que terminó (Marcos 6:14–29). Juan el Bautista está en la cárcel, ¿sabes por qué? Jesús dijo que «entre los nacidos de mujer, no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista» (Mateo 11:11). Juan está en la cárcel. ¿Sabes por qué? Porque miró al rey a la cara y le dijo: «No puedes tenerla. Es la esposa de Felipe. Eres un adúltero». Bueno, eso es algo peligroso para decirle a un rey que tiene completa autoridad sobre todos y puede hacer lo que quiera.
Así que envió a Juan a prisión. Le teme a Juan. Por eso no lo mata, pero está allí sentado. Y ahora es el cumpleaños de Herodes, quien da una fiesta y añade un pequeño extra (un pequeño extra sexual) para sus invitados. Su hijastra les brinda una danza que de verdad complace a todos. A todos les encanta. Cuando termina, Herodes sabe que ella les agradó a los invitados. Para recompensarla, le dice: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Ella busca a su madre, Herodias, quien odia a Juan el Bautista. Le pregunta: «¿Qué pediré?», y su madre le contesta: «Pide la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja».
Su hija regresa adentro. Todos están escuchando. ¿Qué pedirá? «Quiero que me des ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja». Todos se quedan en silencio. El rey no puede retractarse. Le susurra a su asistente: «Consíguela».
Juan está sentado en su celda, mientras se pregunta cómo estará el reino. Se abre la puerta. Dos hombres están allí parados. Uno tiene una espada. Hay un momento de silencio. Juan no sabe lo que sucede. El hombre con la espada le dice: «Ven aquí y arrodíllate. Y si te resistes, te ataremos».
A lo que Juan responde: «¿Qué pasó? ¿Qué? ¿Qué está sucediendo?» Y el verdugo contesta: «La hija del rey danzó en la fiesta, y pidió tu cabeza. Hemos venido a conseguirla. Vamos a quitarte la cabeza». Es lo último en lo que tiene que pensar por los próximos veinte segundos. ¿Qué pensarías tú?
Todo en mí dice: «Dios, qué puede tener menos sentido que una fiesta donde una chica baila, pide la cabeza del mayor hombre en el planeta, y dentro de dos versículos de la Biblia, está muerto. Sin sentido. Es una forma de morir sin ningún sentido. No tiene nada de glorioso. Huele a pocilga».
Espero que, en su misericordia, Dios haya puesto en la cabeza de Juan en esos veinte segundos «Esta aflicción leve y pasajera nos produce un peso eterno de gloria». Por eso, creo que el principal porqué para no perder la esperanza en este texto es que todos nuestros sufrimientos tienen sentido.
Será como si no tuviera sentido. Por eso el versículo 18 nos dice que no miremos lo que se puede ver. Imagina que estás parado viendo lo que le sucede a Juan el Bautista. Lo van a matar. «No hizo nada. Ella solo bailó. Simplemente no hagas eso. Tiene sentido. Esto es totalmente loco. Es una novela absurda. Esto no sucede». Así es como lo dirías, ¿cierto? Lo que tus ojos te dicen no tiene sentido.
No mires lo que se puede ver. Cuando tu madre fallece, cuando tu hijo fallece, cuando tienes cáncer a los 40, cuando un auto se inclina hacia la vereda y se la lleva, no digas que eso no tiene sentido. Sí lo tiene. Te está produciendo un eterno peso de gloria. Por consiguiente (por consiguiente), no pierdas la esperanza. Toma estas verdades, todas las que has oído en cada mensaje, y día tras día, enfócate en ellas. Predícatelas cada mañana. Quédate a solas con Dios y predícale su palabra a tu mente hasta que tu corazón cante con confianza que eres nuevo y estás cuidado.
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