El Pesebre
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Última versión de 16:51 12 mar 2020
Por Vaneetha Rendall Risner sobre Sufrimiento
Traducción por Harrington Lackey
Una señal para los que sufren
Astillé el plato de porcelana de un amigo mientras luchaba por ponerlo en el mostrador. Mis brazos están fallando, y no puedo medir lo que puedo y no puedo hacer. Quería ayudar a limpiar, para hacer todo más fácil, pero en vez de eso empeoré todo.
Me puse en espiral hacia abajo después de eso, lamentando ir a su casa en primer lugar. Cuando entregué mi vida a Cristo, sentí que me iba a usar. Pero esperaba servir fuera de mis fortalezas, no de mis debilidades. Es difícil servir cuando te sientes inadecuado.
En medio de mis decepciones, comencé a leer la historia de Navidad, tratando de imaginar cómo se sentía María.
Para María, llevar al Hijo de Dios era costoso. Nadie habría creído que era virgen. Su embarazo prematrimonial fue escandaloso, trayendo desgracia a todos los afectados. Sin embargo, Dios la había llamado a esto. Le había confiado llevar a su precioso Hijo que reinaría sobre su pueblo, y todas las naciones, para siempre.
María había recibido un honor increíble. Así que ella podría haber esperado que algo notable sucediera antes del nacimiento de Jesús. Los reyes terrenales tenían fanfarria asociada con ellos. ¿Cuánto más para el Hijo de Dios?
Un pesebre simple de alimentación
Así que María pudo haberse sentido desanimada mientras caminaba, en las últimas etapas del embarazo, hacia Belén, a unos ochenta kilómetros de distancia sin que nadie la ayudara excepto José, su prometido. La Biblia no menciona que tenga el burro que nos gusta imaginar que monta.
¿Dónde estaba la familia de José? Deben haber ido a Belén para el censo también, pero no parecen haber acompañado a la joven pareja. ¿María y José no eran bienvenidos con el resto de su familia? Todo lo que nos dicen fue que la pareja fue juntos sin ningún lugar para dormir, pero un establo.
Y mientras entregaba a Jesús, ¿se preguntó María por qué Dios no había intervenido? La Escritura no registra que este nacimiento no fuera otra cosa que ordinario. Desordenado, sangriento, como nacen todos los bebés. Y luego envuelto en ropa de envainidad de acuerdo con la costumbre. Todo muy típico. Muy humano.
¿Y dónde ponerlo? En una sociedad tan familiar, seguramente la mayoría de las mujeres estarían rodeadas de parientes, deseosos de sacudir a un bebé recién nacido. Pero María y José estaban solos y exhaustos. Entonces, ¿dónde en un establo de animales pones a tu bebé recién nacido?
Eligeron un pesebre. Una vaguada simple para los animales. Era lo mejor que podían hacer dadas las circunstancias.
Un señal para los pastores
Me pregunto qué pensó María al colocar a Jesús en un comedero. ¿Estaba dudando en ponerlo allí? ¿Se sintió seguro? ¿Ella y José tuvieron que alejar a los animales cuando llegaron al pesebre en busca de comida? ¿Ver el pesebre destacó por ella la desesperación de su situación? Mientras observaba a su bebé dormido, ¿se preguntó si esto era realmente lo que Dios había planeado?
Y luego llegaron los pastores. Le contaron a la joven pareja todo lo que había pasado. Los ángeles proclamaron su nacimiento y cantaron de la gloria de Dios.
Debe haber emocionado a María escuchar el relato de los pastores. Aunque ella y José habían estado solos en su nacimiento, el cielo se había regocijado. Y la hueste celestial había enviado a los pastores a venir a adorar a Jesús, confirmando que su bebé dormido era en verdad el Hijo de Dios.
Y cómo los encontraron los pastores? ¿Cómo sabían que era el Salvador?
El pesebre. Los pastores sabían que era el Cristo-niño debido al pesebre. Esa fue su señal de Dios. Los ángeles habían dicho: <<Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre>> (Lucas 2:12).
Pudo haber habido otros bebés nacidos en Belén esa noche. Y pueden haber sido envueltos en ropa de entaño. Pero ningún otro niño habría sido puesto en un pesebre.
Este pesebre, este canal de alimentación desordenado, sucio y maloliente, era la señal que Dios usaba para mostrar a los pastores dónde ya ya estaba el Salvador.
El lío ordenado de Dios
Las señales en la Biblia eran significativas. El signo de Gedeón era el vellón húmedo y el suelo seco, y viceversa. La señal de Ezequías era la sombra que fue hacia atrás. Y la señal de Acaz era que una virgen concebería. Todos estos fueron milagrosos. Extraordinario. Y antinatural.
Y así como María puso a Jesús en el pesebre, debe haberse sentido antinatural para ella también. Nadie esperaría encontrar un bebé en un pesebre, y mucho menos en el Hijo de Dios. Era tan notable como los otros signos.
Cuando los pastores le dijeron a María de su "signo", debe haber sido una confirmación increíble para ella. Uno que ella atesoraba. El pesebre había sido ordenado por Dios todo el tiempo. No había escapado del aviso de Dios.
Tal vez María necesitaba una señal tanto como los pastores. Saber que estaba en la voluntad de Dios. Que Dios todavía estaba con ella. Que estaba siendo utilizada por Dios.
La extraña confirmación de Dios
Todos queremos esa señal. Queremos confirmación. En nuestro mundo natural, creemos que la confirmación de nuestras decisiones es que todas van bien. Se colocan en su lugar. Se atan con un arco.
Pero, ¿qué pasa si la confirmación en el reino de Dios es que las cosas se ponen cada vez más difíciles? ¿Lo opuesto a lo que queríamos? ¿Más humilde de lo que esperábamos?
¿Y si la confirmación es que Dios está con nosotros en nuestros lugares desolados? ¿Y si la confirmación es el pesebre?
Cuando nuestros sueños y planes se están desmoronando, y nuestra vida se siente humilde y oscura cuando esperábamos algo más bonito, tal vez estamos exactamente donde Dios quiere que estemos. Donde más puede usarnos.
Dios en el trabajo en nuestro dolor más profundo
Así que mientras lamento mi debilidad y decepciones, recuerdo el pesebre. Mi sufrimiento no es glamoroso. El sufrimiento de nadie lo es. Es desordenado, doloroso y humilde. Y sin embargo, Dios es glorificado en él.
El pesebre destaca la forma en que Dios usa nuestro dolor más profundo, nuestra humillación, las cosas que deseamos fueron diferentes, los despreciados y los humildes, para traerle la mayor gloria. El reino de Dios está al revés. El último será el primero, los débiles serán fuertes, y los necios avergonzarán a los sabios.
Dios encarnado será puesto en un pesebre.
Unámonos a esa multitud de huestes celestiales, alabando a Dios y diciendo: << Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace>> (Lucas 2:14).
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