Resistir tentaciones humanas comunes
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Revisión de 19:54 19 mar 2020
Nunca te ha rebasado una tentación que no sea común a todos los hombres. Dios es fiel, y no va a permitir que seas tentado más allá de tus habilidades, pero con la tentación Él también provee la escapatoria, para que la puedas resistir. (Corintios 1, 10:13)
“Sin tentación.” Me encanta esta frase. Las cubre todas. Pero las tentaciones de las que Pablo está hablando específicamente en los versos precedentes son la inmoralidad y lamentación sexual.
Estas no son tentaciones grandiosas como saltar desde el templo a los brazos de ángeles o denegar a Jesús cuando somos amenazados con torturas.
Son tentaciones humanas comunes. Estas son las tentaciones que tú y yo vamos a encarar hoy. Y mañana. Y el día después... Nos persiguen los talones y nos susurran en los oídos al menor signo de inconveniencia.
Son muy efectivas porque apuntan allí donde somos más débiles: nuestro caído egoísmo. Nos animan a alimentar la fantasía de que el mundo que percibimos es nuestro mundo. Y en este mundo de fantasía deberíamos poseer lo que deseamos y las cosas deberían funcionar como queremos.
Cuanto más complacemos esta fantasía, más queremos que sea verdad. Alimenta y expande nuestros pecaminosos y deseosos apetitos. Va formando nuestro pensamiento y comportamiento cada vez más. Si no se le resiste y lucha vigorosamente, eventualmente daremos por real la imagen que creamos.
Esto es pura idolatría, y es por eso que Pablo hace una conexión ente estas tentaciones y el becerro de oro de Israel unos versos antes (Corintios 1, 10:7).
No deberíamos de jugar con estos ídolos fantásticos comunes. Son muy peligrosos. Destruyen a personas todos los días. “Producen muerte” (Jacobo 1:14-15).
Lo cual nos lleva al evangelio en este verso: Dios nos es fiel. Jesús, “que fue tentado en todos los aspectos como nosotros, a pesar de ello sin pecado” (Hebreos 4:15), proveerá una escapatoria más persistente (Hebreos 13:5), más poderosa (Juan 1, 4:4), y mucho más satisfactoria (Hebreos 11:25-26) que nuestras tentaciones “comunes”.
Cada escapatoria será ligeramente diferente. Pero todas incluyen escuchar a Jesús y creer en lo que promete. Luchar contra la idolatría es creer en promesas por encima de las percepciones. “Reconocerás la verdad, y ésta te liberará” (Juan 8:32).
Y cuando hayamos caído en el pecado, estamos invitados a ir directamente a la cruz, donde nuestro pecado cancelado ha sido ya completamente pagado. Allí, “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y nos perdonará por nuestros pecados y nos limpiará de toda injusticia” (Juan 1, 1:9).
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