La felicidad y los festejos Cristianos

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English: Christian Joy and Feasting

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Por Randy Alcorn sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Adriana Blasi

Transcripción de un audio

Feliz Día de Acción de Gracias para todos. Esta semana Randy Alcorn se reunió con nosotros para hablarnos acerca de su nuevo libro, " Happiness”. Randy, ¿cuál es la relación entre la felicidad espiritual y la felicidad que de las celebraciones y fiestas que honran a Dios? ¿Cómo debemos imaginar nuestra felicidad espiritual y el disfrute de una buena comida y amigos? Bueno, es asombroso. Cuando observas las Escrituras y te fijas en todas las citas en el Antiguo Testamento acerca de las celebraciones, las fiestas, y eso es lo que eran realmente, fiestas. Muchas veces involucraban sacrificios, pero la mayor parte del tiempo transcurría comiendo y bebiendo, y básicamente divirtiéndose y apartando el tiempo para ello. Puedes ver en Levítico 23:40 que dice, "El primer día tomarás frutos de los mejores árboles, ramas de palmera, de árboles frondosos y de sauces de los arroyos, te regocijarás por siete días en presencia del SEÑOR tu Dios". Esta es una fiesta de siete días para alegrarse en Dios y el Antiguo Testamento está lleno de celebraciones consagradas por Dios para los israelitas.

Dios incluyó en el calendario israelí siete días de fiesta, que acumulaba una cantidad aproximada de treinta días de festividades por año. Hay que añadir el Sabbat, y la suma total es de aproximadamente ochenta festividades y días de reposo anuales. Si sumamos las festividades más tardías de Purim (un día) y Janucá (ocho días), además de las celebraciones de casamiento, de nacimiento, y la cantidad de días libres para las celebraciones y alabanzas, ¡el total excedía los tres meses anuales!

Si observa Deuteronomio 14. Este es un pasaje que me ha impactado. Los versículos 24-26 de la RVR dice: " Si el camino es tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que JEHOVÁ, tu Dios, haya escogido para poner en él su nombre, cuando JEHOVÁ, tu Dios, te haya bendecido, entonces lo venderás, llevarás el dinero contigo e irás al lugar que JEHOVÁ, tu Dios, escoja. Allí entregarás el dinero por todo lo que deseas: por vacas, por ovejas, por vino, por sidra o por cualquier cosa que tú desees. Comerás allí delante de JEHOVÁ, tu Dios, y te alegrarás, tú y tu familia".

Lo primero que me llama la atención es el lenguaje. Se habla de hedonismo; y esto es un hedonismo indicado por Dios. Cualquier cosa que apetezcas, obtén lo mejor de todo lo que desees para comer y tomar: vino, y vino fuerte. Y comerás delante del Señor, tu Dios, y te alegrarás. Y me encanta que dice: "ante el Señor tu Dios". La felicidad y la alegría no son cosas que debemos hacer a espaldas de Dios, como si eso fuese posible, que desde luego no lo es. Pero él convoca. "Hazlo todo ante mí. Y yo implícitamente estaré allí contigo. Voy a disfrutarlo contigo. De manera que, cuando estés festejando, yo estaré festejando contigo".

Piensa en el regocijo que se produce en la presencia de los ángeles de Dios del cual Jesús hace mención en dos ocasiones en Lucas 15:7, 10. ¿Quién está en presencia de los ángeles? Dios lo está. El pueblo de Dios está en presencia de los ángeles, y desde luego, los ángeles mismos están allí. Todo el cielo está de fiesta. Todo el cielo está regocijándose acerca de las conversiones en la tierra. Y todas estas son las cosas que debemos celebrar. 2 Crónicas 30:21-23 comenta como el pueblo de Israel guardaba la fiesta de los panes sin levadura por siete días con gran contentamiento. Y el término "contentamiento" y otros términos hebreos se utilizan para todas estas celebraciones del Antiguo Testamento.

Cuán diferente sería si las personas pudiesen ver la iglesia menos como un grupo que siempre critica, siempre se queja, siempre se siente perseguido — cuya imagen muchas veces proyectamos al mundo, sin dudas. Y que también podemos proyectar a nuestros niños que se están criando en hogares cristianos. Escuchan lo que su mamá y papá hablan y el espíritu crítico, y las quejas, y la ingratitud, y todo ese tipo de cosas. Pero ¿qué pasaría si nosotros como creyentes fuésemos reconocidos como personas de celebración y gozo, como lugares de festejo?

Y ahora en el Nuevo Testamento — no solo ocurría en el Antiguo Testamento — en la iglesia del Nuevo Testamento, la Cena de Señor, la fiesta del amor, ¿sabías que ahora tenemos galletas y jugos? Esto está bien simbólicamente, pero realmente necesitamos tener fiestas. ¿Y qué, si el mundo nos mira? ¿Qué hubiese pasado de haber liderado la celebración junto con la Naciones Unidas — y que fue votado de forma unánime —cuando 192 países hace unos años decretaron al 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad? ¿Qué pasaría si la iglesia celebrase el Día Internacional de la Felicidad celebrando las buenas nuevas de la felicidad a la cual hace referencia Isaías 52:7?

Más festejos cualquiera sea el caso. Gracias, Randy. En nuestro entorno nos gusta decir que las circunstancias externas de la vida no determinan nuestra felicidad. Esto es importante para quienes sufren, y es una resistencia importante para nuestro mundo que dice que las circunstancias externas de la vida son fundamentales para una verdadera felicidad. Esto es falso. Pero también parece deshonesto decir que las situaciones externas no juegan un rol importante en nuestra felicidad que glorifica a Dios. ¿Cómo comunicamos nuestra alegría en Dios en las circunstancias de la vida que glorifican a Dios?

Bueno, primero observamos como Pablo se regocijaba frente a ciertas circunstancias. Tomemos en cuenta el verbo kairo y la forma sustantiva de korah que se traduce como "regocijándose" y "alegría", palabras que se asocian a Pablo cuando se entera que Epafrodito, por quien muchos estaban preocupados, ahora está bien (Filipenses 2:28-30). Estuvo a punto de morir, pero ahora están celebrando que está bien. Eso es una circunstancia. Se trata de un amigo que estaba en problemas, pero ahora está bien, de manera que te alegras. Está bien que uno se alegre en diferentes circunstancias. Si recibes un aumento, eso es fantástico. Alégrate. Sé feliz. Eso es circunstancial. Pero al mismo tiempo, es una bendición de Dios. Muchas de las bendiciones comunes de Dios son circunstanciales.

Sin embargo, no podemos esperar que nuestro regocijo y alegría provengan de las circunstancias de nuestra vida. Recuerdo cuando era un cristiano joven, cuando era un adolescente que leía Torturado para Cristo de Richard Wurmbrand, y El refugio secreto de Corrie Ten Boom, y El contrabandista de Dios del Hermano Andrés, y todas estas grandes historias de personas en grandes tribulaciones. Tuvieron que atravesar situaciones tremendas, pero en medio de ellas, pudieron percibir una felicidad trascendental, alegría, gozo, dicha y placer en Dios. Y creo que una de las cosas que debemos hacer es tener presente nuestras verdaderas circunstancias.

Normalmente cuando pensamos en circunstancias, somos algo despectivos al respecto. Si las cosas van bien, las Sagradas Escrituras nos dice en 1 Tesalonicenses 5:18, que demos gracias en toda circunstancia. Y Pablo dice, "he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir. escasez Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:11-13).

Pero también pienso que debemos enfocarnos en lo que llamaría nuestras verdaderas circunstancias — no todas las circunstancias son visibles. Hemos sido creados por un Dios bueno y alegre. Hemos sido creados en su imagen. Él nos dio la capacidad de ser felices. Si solo tomamos Romanos 8. Pensemos en el versículo 1: "No hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús".

En Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte, y Dios ha enviado a su Hijo a salvarme (versículo 2). Puedo poner mi mente en el Espíritu, que es vida y paz (versículo 6). El Espíritu de Dios habita en mí y me empodera (versículo 11). Dios me ha adoptado, y puedo llamarlo, "Abba, Padre" (versículo 15). Soy heredero de Dios y coheredero junto con Cristo (versículo 16). El sufrimiento presente no puede compararse con la gloria que nos será revelada (versículo 18).

La creación será entregada para libertad y gloria de los hijos de Dios. El mundo mismo, el universo mismo, será finalmente redimido durante la redención de nuestros cuerpos (versículo 23). El Espíritu intercede por nosotros en nuestras debilidades (versículo 26). Cristo mismo intercede por nosotros (versículo 34). Ellos habitan en nosotros. Hemos sido llamados a una vida en la cual Dios dispone todas las cosas para nuestro bien (versículo 28).

Somos más que vencedores a través de aquel que nos amó (versículo 37). Cuanto más nos dará Dios, quien no escatimó ni a su propio Hijo, ¿cómo no nos dará también todas las cosas (versículo 32)? Y finalmente, y más importante aún, nada nos separará del amor de Cristo (versículos 35, 38-39). Estas son todas las verdaderas circunstancias de la vida cristiana. Meditemos en las circunstancias que son la verdadera base para la felicidad presente y eterna.


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