¿Debemos aprender a “perdonarnos”?

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English: Should We Learn to “Forgive Ourselves”?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Mariana Ramirez

Transcripción de audio

Eric escribe para preguntar: “Pastor John, he escuchado muchas veces como debemos perdonarnos a nosotros mismos, pero no puedo encontrar un texto bíblico que lo respalde. ¿De dónde saca la gente esta aplicación?”

Bueno, comparto con Eric la misma perplejidad sobre el lenguaje de perdonarse a uno mismo. Nunca he predicado que nos debemos perdonar. Por lo menos no recuerdo haberlo dicho. Nunca lo he usado como una manera de tratar con mi propia condenación o el odio hacia mi mismo, o lo que sea que se supone debe tratar. No creo que esté en la Biblia, y la razón por la que no creo que esté en la Biblia es porque creo que si lo estuviera sería intrínsecamente confuso sobre la naturaleza del perdón.

Tal vez la razón por la que la Biblia no piensa en estas categoría de perdón a sí mismo, es porque para perdonar se necesita a una persona que haya lastimado y otra persona que haya sido agraviada. Yo te insulto, tú eres insultado. Así pueden suceder las disculpas y el perdón. Yo te puedo decir a ti, una persona diferente, “Lo siento”. Tu puedes decirme a mi, una persona diferente, “Te perdono”. Pero cuando hablamos de perdonarse a uno mismo ¿Quien es el que lastima y el que ha sido agraviado?

Usualmente cuando alguien habla sobre perdonarse a sí mismo, habla de perdonarse algo que le hizo a alguien más. Por ejemplo, Jack me insulta y luego me pide perdón, luego yo perdono a Jack. Entonces, ¿Por qué Jack perdonaría a Jack si Jack no insultó a Jack? Así es como funciona el perdón y eso es a lo que me refiero cuando digo que sería intrínsecamente confuso. Rompe las categorías claras de lo que es realmente el perdón. Comienza a enturbiar las aguas de lo que realmente es el perdón: una persona agraviada perdonando a la persona que le hizo mal, no una persona que hizo el mal perdonando a quien hizo el mal. Eso no tiene sentido.

Los que usan esta forma confusa de hablar realmente están tratando con algo real. Están tratando de llegar a algo, ¿verdad? Y ¿qué es eso? Cuando busco en la Biblia para tratar de encontrar un paradigma para lidiar con lo que creo que estas personas realmente están tratando de lidiar, lo más cercano que puedo encontrar es 2 Corintios 7:8-10 LBLA. Pablo ha encontrado culpables a los corintios. Han pecado. Ha escrito una carta fuerte para llamar su atención y convocar su arrepentimiento. Ellos sí se arrepienten y claramente él los perdona. No les guarda rencor. Aquí está lo que Pablo escribe:

“Porque si bien os causé tristeza con mi carta, no me pesa; aun cuando me pesó, pues veo que esa carta os causó tristeza, aunque solo por poco tiempo; pero ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis entristecidos para arrepentimiento; porque fuisteis entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra.Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte.”

Ahora, reflexiona lo que Pablo quiere decir con tristeza conforme a la voluntad de Dios y tristeza del mundo - una lleva al arrepentimiento y la vida, y otra que lleva a la muerte. Creo que esta realidad está muy cerca de lo que la gente enfrenta cuando habla de la necesidad de perdonarse a sí mismos. Quieren decir que necesitan pasar de la tristeza mundana por el pecado a la tristeza conforme a la voluntad de Dios por el pecado y más allá hacía la vida y libertad. La diferencia es una tristeza que lleva de la auto-condenación que da la muerte a la aceptación vivificante de Dios, y en este caso, la declaración de no condenación de Pablo.

Entonces, la manera bíblica de salir de la muerte con este llamado auto-perdón es humillarnos y admitir que no tenemos derecho a tomar el papel de juez y pronunciar la sentencia de muerte sobre nosotros mismos. Es orgullo pensar que podemos escuchar el veredicto de Dios de no culpable o el veredicto inocente de nuestro amigo; es decir, te perdono y lo rechazo. Lo rechazamos y nos ponemos a nosotros como el nuevo juez pronunciando una sentencia de muerte sobre nosotros. El problema bíblico con eso no es la falta de perdón a uno mismo. Esa no es una categoría bíblica. Es un fracaso arrogante confiar en el veredicto libre de Dios: no hay condenación.

Entonces, mis palabras finales son: Humillémonos y bajemos de la silla de juez, dejando que Dios sea Dios en su pronunciamiento de no condenación.


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