El Hombre de Proverbios 31
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Última versión de 21:18 2 feb 2021
Por Scott Hubbard sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Harrington Lackey
Por un delicioso golpe de la providencia de Dios, el idioma inglés da testimonio de la descripción del trabajo de un marido en la misma palabra marido. Para un marido es un hombre que practica la cría, o el cultivo. Como un maestro jardinero, su trabajo es nutrir y cuidar a su esposa que ella trae flores.
Debemos tener cuidado de estirar la imagen demasiado lejos, por supuesto. Ninguna mujer es simplemente un parche pasivo de tierra, indefenso hasta que un marido viene a cultivarla. Recuerda a Ana y a Abigail, mujeres que florecieron sin marido (Lucas 2:36–38) o con una tonta (1 Samuel 25:3). Estas mujeres (y nuestras iglesias conocen a muchas de ellas hoy en día) florecen como flores silvestres en el desierto, plantadas y atendidas por un novio mayor.
Sin embargo, la Escritura pide a los esposos terrenales que imiten a este esposo celestial, a nutrir a sus esposas en mayores grados de resplandeencia practicando la cría marital cristiana (Efesios 5:25–30). Por lo tanto, cada vez que encontremos una esposa en plena floración, sería prudente ver si podemos aprender de su hombre.
Proverbios 31 nos muestra a una mujer así como a un hombre.
Contenido |
La cría conyugal
Muchos hombres sueñan con tener una esposa de Proverbios 31. Ella es una -esposa sabia,- que construyen sus hogares con el trabajo y la habilidad (Proverbs 14:1). Ella le da a su hombre un buen nombre para que él -es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra.(Proverbios 31:23).- Ella es -algo bueno- sin cualificación ni reserva (Proverbios 18:22), porque -ella le trae bien y no mal todos los días de su vida. (Proverbios 31:12).- Puede ser noble sin ella, pero con ella es rey (Proverbios 12:4).
Muchos no reconocen, sin embargo, que detrás de la mujer Proverbios 31 hay un hombre de Proverbios 31. Y si leemos este poema en el contexto de todo el libro, sabemos que este hombre no es un tonto. Teme al Señor y no se apoya en su propio entendimiento (Proverbios 1:7; 9:10). Ha absorbido la enseñanza de su padre y de su madre, y los ha hecho alegrarlos (Proverbios 10:1; 15:20). Ha rechazado los caminos del tonto, el burlado y el para andar en el camino de la sabiduría (Proverbios 3:17; 9:4–6).
En otras palabras, no sólo es un marido, sino un labrador, un cultivador del carácter de su esposa. Entonces, ¿qué podemos aprender de un hombre así? Aunque camina en el fondo del poema de Proverbios 31, todavía enseña lecciones en el arte de la ganadería, ya sea para maridos maduros como él, o para hombres que acaban de comenzar.
Confía en ella.
La primera descripción del poema de la actitud del marido hacia su esposa puede sonar poco notable: -En ella confía el corazón de su marido, (Proverbios 31:11).- Decir "confía en ella" puede que no nos sorprenda, pero debería. En las Escrituras, la confianza del corazón pertenece únicamente a Dios, como por ejemplo en Proverbios 3:5: - Confía en el Señor con todo tu corazón,- Pero aquí, su corazón confía en ella. ¿por qué?
Porque al principio aprendió la lección de que -Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada. (Proverbios 31:30).- Bruce Waltke escribe: -Esta excepción actual eleva a la valiente esposa, que ella misma teme al Señor, al más alto nivel de competencia espiritual y física. La afirmación implica que este esposo y esposa disfrutan de una sólida relación espiritual. (El Libro de Proverbios, Capítulos 15–31, 521).-
Muchos hombres en el mundo antiguo trataban a sus esposas como poco más que pedazos de propiedad para la crianza de los hijos, cuanto más bonitas mejor (Derek Kidner, Proverbios, 46). Este hombre no. El matrimonio, para él, era más que placer y posteridad. Se trataba de camaradería, comunión, confianza, cultivada de la tierra de reverencia por Dios (Proverbios 31:30). Y así, en el noviazgo, el compromiso y más allá, arraigó su unión en el miedo divino.
Podemos probar el fruto de tal confianza en casi todos los versos del poema. En particular, observe que su confianza en ella lo libera de la necesidad de microgesar. La ha llevado a una visión doméstica moldeada por el temor de Dios, y ella está con él, corazón y alma. Desde ese lugar de confianza implícita, ella florece con la acción mujer —reunir, comprar, vender, proveer, enseñar, dar, hacer— y él disfruta - el fruto de sus manos, (Proverbios 31:31).-
Antes y por encima de toda prioridad conyugal, entonces, un hombre de Proverbios 31 cultiva con su esposa una comunión de santo miedo. Las devociones familiares triunfan en la televisión. La adoración dominical es mejor que el fútbol dominical. Sus propias comodidades toman un asiento trasero a su semejanza de Cristo. Y como ella teme a Dios, él no tiene miedo de confiar en ella.
Valora su fuerza.
La mujer Proverbios 31 nos presenta una paradoja. Ella es, por un lado, demasiado doméstica y típicamente femenina para complacer a muchos modernos. Sin embargo, ella es, por otro lado, demasiado dura y subversivamente femenina para complacer a muchos meros tradicionalistas. Sus dedos no son demasiado suaves para manejar una pala, ni demasiado insensibles para sostener el hilo (Proverbios 31:16, 19). Sin dejar de ser claramente femenina, -Ella se ciñe de fuerza, y fortalece sus brazos. (Proverbios 31:17).-
Y el poema sugiere que a su marido le encanta. Cuando llega a casa a encontrar a su esposa con suciedad debajo de las uñas (Proverbios 31:19), o cuando escucha a su risa en el momento venidnte (Proverbios 31:25), o cuando observa su bullicio sobre el hogar con una energía para rivalizar con los suyos (Proverbios 31:15, 22, 27), no se siente intimidado. Es lo suficientemente fuerte como para no temer su fuerza.
Por el contrario, su camaradería sugiere que su fuerza es su deseo, su placer, su puntería. Su pasión y fortaleza son parte de lo que la hace -superar- sus ojos (Proverbios 31:10, 29). Dios nos llama hombres, también, a crecer tan alto en madurez en Cristo, y tan profundo en seguridad en Cristo, que no nos desanimamos ante la fuerza mujer de nuestras esposas, sino que procuramos cultivarla.
Un marido que hace lo contrario, que disminuye la fuerza de su esposa directamente (desalentando a ella de ciertas actividades disponibles para las mujeres piadosas) o indirectamente (al negarse a crecer fuerte a sí mismo), no quiere un compañero de ayuda, sino sólo una sierva.
Se entrega al llamamiento de Dios.
Proverbios 31 lleva las marcas de la cuidadosa artesanía literaria, desde su estructura hebrea acróstica hasta los temas que tejen a lo largo. En los versículos 20–27, el poema también incluye un chiasmo, un dispositivo literario que resalta el centro de un pasaje. Cuando trazamos el camino hasta el centro de este quiasmo, encontramos en el versículo 23: -Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra.-
Como escribe Derek Kidner, aunque -su influencia se extiende mucho más allá del hogar... sus logros son (como ella desearía) valorados sobre todo por su contribución a la fortuna y la buena posición de su esposo" (Proverbios, 46).- En otras palabras, ella convoca su notable fuerza principalmente para apoyar el llamamiento de su esposo.
Como ayudante de su esposo, esta esposa encuentra su misión bajo las alas suyas (Génesis 2:18). Sus vocaciones son menos como dos conjuntos de vías de tren y más como el tronco y las ramas de un árbol: ella hace que el hogar sea fuerte y estable para que pueda ramificarse y ofrecer la fruta de la familia al mundo. Por supuesto, el llamamiento de la esposa a menudo la trae al mundo, y la del esposo siempre lo trae de vuelta a la casa (Proverbios 31:14, 16, 20, 24). Pero en general, ella toma el dominio en casa para que él pueda hacer lo mismo en el extranjero (Proverbios 31:11, 15, 21, 27).
¿Qué significa esto para nuestro hombre Proverbios 31? Significa, contraintuitivamente, que sirve mejor al llamado de su esposa cuando se entrega a un gran llamamiento propio. Si un hombre sólo tiene una pequeña visión, no sólo en su trabajo, sino en su familia, iglesia y comunidad, entonces sólo necesita una pequeña ayuda de su esposa. Pero si su visión es grandiosa y piadosa, entonces, como escribe Herman Bavinck, puede -ayudar en el sentido más pleno y amplio, física y espiritualmente, con su sabiduría y amor, con su cabeza y su corazón (The Christian Family, 6).-
Y no se equivoquen: requiere tanta ayuda. El poema implica que este hombre puede sostener la cabeza en las puertas no sólo por quién es en sí mismo, sino por qué tipo de mujer tiene: no pobredumbre en sus huesos, sino una corona en la cabeza (Proverbios 12:4).
La alaba.
El único discurso del poema viene al final, de los labios de un marido admirador:
Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,
también su marido, y la alaba diciendo:
Muchas mujeres han obrado con nobleza,
pero tú las superas a todas. (Proverbios 31:28–29)
¿Está hablando en hipérbole? Probablemente. Pero así como el amante puede llamar a su amada -más hermosa entre las mujeres (Canción de Salomón 1:8),- así como este hombre puede decir: -Tú las superas a todas.- En sus ojos, ella lo hace.
Tal alabanza no es sólo una respuesta a la floreciente belleza de una esposa, sino también un medio para cultivar más. En la lógica del Evangelio —sobre la cual descansa toda la verdadera cría— el amor engendra belleza; elogios engendra loable. Primero viene el amor de Jesús; luego viene la belleza de la novia (Efesios 5:25–27). Un marido que retiene sus elogios, pero espera loable, es como un jardinero que retiene el agua hasta que las plantas crecen.
¿Muestra su esposa alguna fiabilidad (Proverbios 31:11), alguna diligencia en su llamamiento (Proverbios 31:15), cualquier cuidado de crianza hacia sus hijos (Proverbios 31:21), alguna sabiduría hacia sus vecinos (Proverbios 31:26), alguna generosidad hacia los pobres (Proverbios 31:20)? Entonces tienes razón, sin inseguridad, para dar elogios cálidos, reflexivos y específicos.
Elogiarla en público y en privado, con ella y sin ella. Elogiarla a los niños, a los vecinos y a sus amigos. Alabado sea para bien, para mal, para más rico, para más pobre, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte te separe. Y espera que a medida que lo hagas, ella crecerá cada vez más loable.
Un esposo cristiano no le da la espalda a Dios cuando alaba a su esposa. Así como su confianza en su esposa es en última instancia confianza en el Dios al que teme (Proverbios 31:11), así su alabanza a su esposa es finalmente alabanza al Dios que la dio (Proverbios 19:14). Cuando el hombre de Proverbios 31 alaba a su esposa por la obra de sus manos, está alabando a Dios por la obra de sus manos: ella.
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