Usted tiene necesidad de resistencia
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Última versión de 20:10 24 may 2021
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Harrington Lackey
Hace unos meses, conocí a un amigo para desayunar. Cuando le pregunté cómo estaba, me respondió: "Estoy resistiendo".
Si su respuesta no suena notable, es sólo porque no sabes la tormenta espiritual aullante que había estallado en su alma durante el año pasado, y las preguntas y dudas implacables que le presionaron. Estaba luchando - contra las huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12)- en una feroz y desorientadora lucha por la fe (1 Timoteo 6:12), todo ello mientras dirige fielmente a una familia joven y en crecimiento, ayudando a (bi-vocacionalmente) a dirigir una iglesia joven y en crecimiento, y ayudando a (vocacionalmente) a dirigir un ministerio joven, creciente y cada vez más visible. Y además estaban las tensiones fiscales de la vida normal. Pocos sabían la fortaleza que esta temporada le exigía. Él estaba resistiendo, y fue notable.
Cuando observamos a aquellos como mi amigo resiste una lucha tan difícil, a menudo sentimos el impulso misericordioso de tratar de aliviar su angustia. Esto puede ser un impulso amoroso, y a veces exactamente lo que debemos hacer. Pero debemos ser exigentes y cuidadosos, porque a veces no lo es. De hecho, podríamos estar tratando de quitar algo precioso que el Señor está dando: la resistencia.
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Regalo amoroso en un paquete doloroso
El Nuevo Testamento deja claro que, para los cristianos, desarrollar resistencia es esencial. Nos dice - angosta la senda que lleva a la vida, (Mateo 7:14),- - el fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, (1 Pedro 4:12). Por lo tanto, dice, - Porque tenéis necesidad de paciencia (Hebreos 10:36)- porque - Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas (Lucas 21:19). Dios nos promete que -produzca un eterno peso de gloria- de conocer y ser conocido por Cristo (2 Corinthians 4:17; Philippians 3:8). Pero la promesa tiene una condición crucial: nuestra resistencia.
Cuando nuestro Padre celestial determina darnos el don de la resistencia, es uno de los dones más preciosos y amorosos que podemos recibir de Él. Pero, ¿cómo se gana la resistencia? Usted puede saber la respuesta: dolor. No hay forma de evitarlo. Alcanzamos toda forma de mayor resistencia sólo por la disciplina de forzarnos (o ser obligados) a empujar más allá de nuestros límites actuales y perseverar a través de una experiencia ardua, a veces agonizante, de incomodidad.
Entonces, ¿en qué paquete debemos esperar que llegue el amoroso don de resistencia de Dios? Uno que -parece doloroso más que agradable (Hebreos 12:11)-: una temporada de disciplina.
Necesidad de resistencia
La disciplina de Dios puede ser una experiencia confusa y desorientadora para los cristianos. Ciertamente fue para los destinatarios originales de la epístola a los hebreos. Como iglesia, sufrían diversas formas de persecución y alienación social debido a su fe en Cristo. Ellos también estaban en una tormenta espiritual aullante, continuamente siendo presionados por sus propias preguntas y dudas. Estaban cada vez más cansados y desanimados.
Y aquí es donde el autor de hebreos ejerció un cuidadoso discernimiento en su respuesta. Al escuchar a estos cristianos expresar su fatiga, no escuchó resistencia, como lo hice esa mañana de mi amigo. Los oyó alejarse del Evangelio (Hebreos 2:1). Los oyó perder la confianza en Cristo y comenzar a encogerse de nuevo con incredulidad temerosa (Hebreos 10:35, 39). Los escuchó arriesgar la pérdida de la mejor y perdurable posesión que una vez les había dado tal gozo (Hebreos 10:34–35). Se enfrentaron a un peligro claro y presente. Seguramente necesitaban aliento. Pero este autor sabía que no necesitaban el tipo suave y consolador. Necesitaban una exhortación firme.
Por lo tanto, no pronunció palabras. Les advirtió del peligro y dijo, << Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.<< (Hebreos 10:36).>> Luego los animó por fin a perseverar fielmente tal como lo habían hecho los grandes santos del pasado (capítulo 11), and just as -Jesús, el autor y consumador de la fe had done (Hebreos 12:1–2). Y luego les recordó que su aflicción era el doloroso paquete que contenía el amoroso don de resistencia de Dios, un don que da a todos sus hijos (Hebreos 12:3–11).
Dios te trata como hijos
Los hijos de Dios en todas las edades necesitan este recordatorio. Es por eso que el autor señaló a sus lectores hebreos de nuevo a un antiguo proverbio que todos conocían, y dijo: -¿Has olvidado la exhortación que te dirige como hijos?-
<<Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor,
ni te desanimes al ser reprendido por Él;
porque el Señor al que ama, disciplina,
y azota a todo el que recibe por hijo. (Hebreos 12:5–6; Proverbios 3:11–12).>>
Hace años, cuando el Espíritu me dirigió a Hebreos 12 durante una tormenta espiritual confusa, desorientadora y aullante, cambió por completo mi perspectiva de mi aflicción.
- <<El Señor disciplina al que ama" (Hebreos 12:6).>> Esta es una expresión del amor de Dios por mí.
- <<Dios os trata como a hijos; (Hebreos 12:7).>> Realmente soy su hijo.
- <<Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. (Hebreos 12:10). >>Hay un propósito a largo plazo, santificador y satisfactorio para esta experiencia agonizante.
Esta exhortación no calmó inmediatamente mi tormenta interna; no alivió toda mi angustia. Pero cuando empecé a entender mi sufrimiento como la disciplina de construcción de resistencia de mi amoroso Padre, -nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia (Romanos 5:3).- El Dios de la esperanza me llenó de gozo y paz al creer la promesa en esta exhortación (Romanos 15:13). Y esa esperanza alimentó mi determinación de aguantar.
Persevera por la alegría
Cuando mi amigo expresó su propia determinación de perseverar, se me dio una idea del Padre de los espíritus dando a su hijo un don precioso en un paquete muy doloroso— para que su hijo viviera (Hebreos 12:9). Mi amigo no se refería a la ligera a la disciplina del Señor, sino que la recibía con fe humilde, a pesar de que sus pruebas lo afligieron (1 Pedro 1:6). Estaba considerando el ejemplo de su hermano mayor, Jesús, y tratando de perseverar por el gozo que se le había precedió (Hebreos 12:2).
Por eso todos nosotros -tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. (Hebreos 10:36). - Y lo que se promete, lo que se establece ante nosotros, es- en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre. (Salmos 16:11).
Por lo tanto, demosnos el aliento que más necesitamos, el aliento que nos ayudará a recibir esa promesa. A veces es comodidad tierna y consuelo. Pero en otras ocasiones, tal vez más de lo que pensamos, debemos fortalecer las almas de los demás - fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios (Hechos 14:22).-
En medio de una tormenta aullante en el alma, en la agonía de - una gran prueba de aflicción (2 Corintios 8:2), es fácil cansarse, y la tentación puede ser fuerte para simplemente rendirse. En ese momento, lo que más necesitamos a menudo es una exhortación a - Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. (2 Timoteo 2:3 KJV). -Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas (Lucas 21:19).-
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