Guíame, oh Señor
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Revisión de 14:24 20 dic 2022
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Alicia Mateos Castro
Diez plegarias para líderes cristianos
La de pastor es una llamada extraña y difícil. Es extraña porque, por usar la metáfora bíblica, un pastor es una oveja a la que el Gran Pastor ha confiado algunas responsabilidades de pastoreo con un “rebaño de Dios” particular (1 Pedro 5:2) —es una oveja que pastorea. Y es difícil porque, además de asumir estas responsabilidades tan exigentes, él mismo necesita la guía del Gran Pastor tanto como cualquier otro cristiano. Es, de hecho, un ejemplo a seguir para el resto del rebaño (1 Pedro 5:3).
En otras palabras, un pastor es un seguidor que guía, lo que da énfasis a que su llamada sea la adecuada. Él es antes que nada, un seguidor de Jesús, el Gran Pastor, igual que cualquier otra oveja. Guía no describe su condición elevada o su autoridad espiritual incuestionable sobre el rebaño, sino su llamada sobria para seguir a su Pastor de manera que sus compañeros ovejas puedan “considerando el resultado de su conducta, imitar su fe”, para que les transmitan “la palabra de Dios,” y velen por sus almas “como quienes han de dar cuenta” (Hebreos 13:7, 17).
Llamada a una dependencia piadosa
Si se entiende correctamente, la llamada de un pastor está diseñada para mantenerle en una posición de dependencia piadosa, por la que sus compañeros de rebaño rezan. ¿Pero quién es adecuado para esa llamada —responsable ante Jesús por cómo es un ejemplo de lo que significa ser cristiano, cómo de bien maneja la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15) y cómo les va a las almas bajo su cuidado espiritual? La llamada de un pastor debería a menudo hacer que las ovejas se arrodillaran, porque lo bien que guíe un pastor depende de lo bien que siga la guía del Gran Pastor.
Con ese fin, hay a continuación diez sugerencias para los pastores extraídas de varios salmos para orar por la guía de Jesús. Pueden adaptarse fácilmente por los miembros de la iglesia para orar para aquellos que les quieren que sirvan como guía.
1. Orientación: condúceme como mi pastor.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar,
junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma;
me guía por senderos de justicia
por amor de su nombre. (Salmo 23:1–3)
Gran Pastor, el rebaño del que formo parte es tu rebaño, y yo solo soy un “supervisor,” un seguidor guía por designación de tu Espíritu (Hechos 20:28). Por lo tanto, dependo más de ti para que me guíes, pues separado de ti nada puedo hacer (Juan 15:5). Ayúdame a seguir dirigiéndome a ti para que proveas a todas mis necesidades (Filipenses 4:19) y a buscar servir a tu rebaño por la fortaleza que me das (1 Pedro 4:11). Guíame en tu nombre por las sendas de la justicia.
2. Sabiduría: guíame en tu entendimiento.
Dame entendimiento para que guarde tu ley
y la cumpla de todo corazón.
Hazme andar por la senda de tus mandamientos,
porque en ella me deleito. (Salmo 119:34–35)
Gran pastor, creo que “el principio de la sabiduría es el temor del Señor” y que “buen entendimiento tienen todos los que practican tus mandamientos” (Salmo 111:10). Por ello me deleito en tu palabra: es la fuente de entendimiento para que mis compañeros ovejas y yo andemos“ como es digno del Señor… agradándole en todo” (Colosenses 1:10). Así pues, dame entendimiento para que, con sabiduría, guarde tus mandamientos con toda mi alma, porque te quiero (Juan 14:15).
3. Enseñanza: Guíame con tu Espíritu.
Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios;
tu buen Espíritu me guíe
a tierra firme (Salmo 143:10)
Gran Pastor, me has llamado para que, como seguidor líder, enseñe a mis hermanos y hermanas (1 Timoteo 3:2; Tito 1:9). Ayúdame a recordar que no tengo nada que enseñarles que no haya recibido de ti por tu Espíritu a través de otros (1 Corintios 4:7). Y ayúdame a recordar que soy responsable de enseñar no solo mediante lo que digo, sino mediante lo que hago por el poder de tu Espíritu (Santiago 1:22). Así pues, guíame con tu buen Espíritu y enséñame a hacer tu voluntad.
4. Pureza: guíame en tu justicia.
Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis inquietudes.
Y ve si hay en mí camino malo,<br. y guíame en el camino eterno (Salmo 139:23–24)
Señor, guíame en tu justicia. (Salmo 5:8)
Gran Pastor, lejos de tu cuidado soberano soy tan vulnerable a la tentación y tan propenso a errar como cualquiera de mis compañeros ovejas. Conoces el estado de mi corazón y de mis pensamientos más íntimos mucho mejor que yo. Haz lo que debas hacer para revelar cualquier camino malo en mí para que mis apreciados hermanos y hermanas “que en ti esperan” nunca tengan motivo para ser“humillados por mí” (Salmo 69:6). Ayúdame a guiar buscando ser un confesor, alguien que se arrepiente, un recipiente de gracia y alguien que busca santidad y guía. Guíame en tu justicia —no me dejes guiar en la mía.
5. Guía: guíame en tu verdad.
Señor, muéstrame tus caminos,
y enséñame tus sendas.
Guíame en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
y en ti espero todo el día. (Salmo 25:4–5)
Gran Pastor, todas sus sendas providenciales son “misericordia y verdad” (Salmo 25:10). Pero como seguidor guía, a menudo no sé cuál es el camino correcto. Este rebaño y yo dependemos totalmente de ti para guiarnos. Hazme lo bastante humilde como para recordar que “en la abundancia de consejeros está la victoria” (Proverbios 11:14), lo bastante paciente como para no actuar hasta que me otorgues claridad suficiente y lo bastante osado para guiar siguiéndote cuando tus orientaciones sean lo bastante claras. Guíame a mí y a mis compañeros ovejas en tu verdad y enséñanos.
6. Coraje: Guíame por causa de mis enemigos.
Señor, enséñame tu camino,
y guíame por senda llana
por causa de mis enemigos. (Salmo 27:11)
Gran Pastor, mostraste tan sabio y misericordioso coraje frente a tus adversarios espirituales y humanos. Enséñame a cultivar ese coraje. Enséñame a ser “pronto para oír, tardo para hablar y tardo para la ira” (Santiago 1:19), para buscar con valor la gloria del que me envió y no la mía (Juan 7:18). Enséñame a amar de verdad a mis enemigos y buscar su bien (Lucas 6:27) y al mismo tiempo seguir siendo lo bastante valiente como para hablar la verdad en amor cuando sea impopular y despreciada (Efesios 4:15). Guíame por senda llana por causa de mis enemigos.
7. Desánimo: guíame con tu luz.
Envía tu luz y tu verdad;
que ellas me guíen. (Salmo 43:3)
Gran Pastor, cuando sucumba al desánimo por la oposición de mis adversarios, críticas de mis compañeros ovejas, arrepentimiento por tragedias que hayan ocurrido en mi rebaño, dificultades en mi familia, mi debilidades que me asuelan por todas partes, o cansancio por unas labores largas y agotadoras, apiádate de mí. Envía tu luz y tu verdad y deja que me guíen para que “se aliente mi corazón” de nuevo (Salmo 27:14).
8. Protección: guíame hacia tu refugio.
Porque tú eres mi roca y mi fortaleza,
y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás. (Salmo 31:3)
Gran Pastor, diste tu vida por tus ovejas para liberarnos de nuestro mayor peligro:la ira de tu Padre (Juan 10:11; Romanos 5:8–9). Nos contaste que experimentaríamos tribulación en el mundo, pero que confiásemos porque tú has vencido al mundo (Juan 16:33). Y prometes que nos liberarás “de toda obra mala y nos traerás a salvo a tu reino celestial” (2 Timoteo 4:18). Protégeme a mí y a mis compañeros ovejas del peligro verdadero de la irreligiosidad. Protégeme a mí como seguidor guía de desanimar a otros temiendo lo que el hombre puede hacerme más que la destrucción y el retroceso de la fe. Eres mi roca y mi fortaleza, cuando tenga miedo, guíame para que busque en ti mi único refugio seguro.
9. Abrumado: guíame cuando mi corazón desmaya.
Oye, oh Dios, mi clamor;
atiende a mi oración
Desde los confines de la tierra te invoco,
cuando mi corazón desmaya.
Condúceme a la roca
que es más alta que yo. (Salmo 61:1–2)
Gran Pastor, me reconforta que un seguidor guía tan lleno de fe, fuerte y valiente como David a veces se sintiera abrumado por sus circunstancias y que su corazón desmayara. Y me reconforta que sepas de qué estoy hecho y recuerdes que soy polvo (Salmo 103:14). Cuando me abrume, ponme “sobre una roca [...] en alto” (Salmo 27:5), por encima de la lucha, donde pueda descansar y recuperar la perspectiva. Condúceme a la roca que es más alta que yo.
10. Deserción espiritual: condúceme a través de mi oscuridad.
¿A dónde me iré de tu Espíritu,
o a dónde huiré de tu presencia?
Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú;
si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú.
Si tomo las alas del alba,
y si habito en lo más remoto del mar,
aún allí me guiará tu mano,
y me asirá tu diestra.
Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán,
ni aún las tinieblas son oscuras para ti,
y la noche brilla como el día.
Las tinieblas y la luz son iguales para ti. (Salmo 139:7–12)
Gran Pastor, cuando las tinieblas me envuelvan y te haya perdido de vista; cuando no pueda distinguir tu presencia y tu voz me parezca un eco distante; cuando me invada una tormenta espiritual y me desoriente y confunda, recuérdame que a lo largo de los años los santos también han sufrido experiencias parecidas. Recuérdame que ni aún mi oscuridad es oscura para ti. Y revélate —no solo a mí, sino también a mis hermanos y hermanas —como el Pastor que nunca pierde una oveja (Lucas 15:4), ni siquiera en el valle de sombra (Salmo 23:4). También ahí deja que tu mano me guíe hasta que pase la tormenta y resplandezca “la luz […] en las tinieblas.” (Salmo 112:4).
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