Duro y Tierno

De Libros y Sermones Bíblicos

(Diferencias entre revisiones)
Saltar anavegación, buscar
(Página creada con '{{info|Tough and Tender}}<br> ====¿Cómo pueden seguir los pastores al Buen Pastor?==== Jesús, nuestro Pastor principal, es notablemente duro y tierno, y a menudo, en moment...')
m (Duro trasladada a Duro y Tierno)
 

Última versión de 18:54 11 abr 2025

Recursos Relacionados
Leer más Por Gary Millar
Indice de Autores
Leer más sobre Santificación y Crecimiento
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Tough and Tender

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Gary Millar sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por María Veiga


¿Cómo pueden seguir los pastores al Buen Pastor?

Jesús, nuestro Pastor principal, es notablemente duro y tierno, y a menudo, en momentos y de maneras inesperadas.

Vemos esta sorprendente combinación una y otra vez en los Evangelios: persigue a la mujer samaritana (tierno) y confronta su promiscuidad (duro); llama a la mujer cananea "cachorro" (duro) y sana a su hija (tierno); llama a Pedro "Roca" (tierno) y luego lo llama Satanás (duro); acepta las lágrimas de la prostituta (tierno) y lanza un ay sobre el diezmo de los fariseos (duro). Ahora bien, si los pastores deben parecerse a Jesús, si los pastores subalternos deben imitar al gran Pastor, ¿qué debemos hacer con eso?

Podríamos simplemente señalar que los pastores deben ser flexibles, capaces de desempeñar diferentes roles en diferentes momentos. Pero no creo que esto llegue al meollo del asunto. Esta no es realmente una pregunta pragmática sobre cómo debemos actuar en situaciones específicas. Jesús era mucho más que un experto en relacionarse con las personas en cada situación. Hizo lo que hizo y dijo lo que dijo porque era quien era. Su ejemplo nos impulsa a los pastores a reflexionar sobre la clase de hombres que somos. Más aún, nos confronta con una pregunta fundamental: ¿Buscamos la semejanza a Cristo en el ministerio más que la competencia?

El carácter de Cristo

En el ministerio y en la vida en general, siempre es más fácil centrarse en la competencia que en el carácter. (Como alguien que trabaja en educación teológica, conozco muy bien esa tentación). Pero la competencia sin carácter es muy peligrosa. De hecho, la competencia sin carácter conduce casi inevitablemente a los desastres de liderazgo de alto perfil que han salpicado el panorama evangélico en el mundo angloparlante en los últimos años (y que se han reflejado discretamente en ejemplos menos conocidos en iglesias locales de todo el mundo). Por eso es tan crucial que los pastores busquen el carácter de Cristo.

Todo nuestro discipulado, formación teológica, mentoría y entrenamiento deben tener como objetivo fundamental conformarnos a la imagen de Cristo. Ser como Cristo debe ser la prioridad en todo comité de búsqueda y en toda descripción de puesto en el ministerio. Ser como Cristo debe ser la prioridad en nuestras oraciones por nuestros pastores. Sobre todo, debemos anhelarla, esperarla y fomentarla en quienes nos dirigen. Sin esto, no estamos prestando atención a las prioridades de las Escrituras; estamos invitando al desastre.

La imagen multifacética de Jesús que encontramos en los Evangelios nos da material más que suficiente para identificar las maneras clave en que los pastores pueden vivir como él. Consideremos solo cinco.

1. Cristo quería agradar al Padre.

Los relatos de la vida y el ministerio de Jesús están marcados por declaraciones de su deseo incontenible de ocuparse de los asuntos de su Padre o simplemente de agradarle (Lucas 2:49; Juan 4:34). En definitiva, la mayor responsabilidad y privilegio de todo pastor es complacer y glorificar a Dios. Solo esta ambición puede controlar nuestros deseos pecaminosos de éxito, poder y aclamación.

2. Cristo oró pidiendo fuerza.

En los Evangelios, Jesús dedica tiempo repetidamente a orar por la fuerza que necesita para hacer lo que su Padre le ha llamado a hacer. Esta prioridad se menciona por primera vez en el desierto y continúa marcando la narrativa de su ministerio hasta el huerto de Getsemaní y la cruz. Los pastores cristianos, entonces, sirven en la debilidad, incluso mientras buscan la fuerza de Dios, pidiéndole que realice la obra prometida en nosotros a través del Espíritu. (No es casualidad que los apóstoles sean liberados en Hechos 6:4 para el ministerio de la palabra y la oración).

3. Cristo se preocupó profundamente por las personas.

Tenemos un Señor y Maestro que se preocupaba profundamente por las personas, ya fueran aquellas con las que pasaba más tiempo (como su círculo íntimo de doce o su grupo más amplio de discípulos), individuos vulnerables con los que se topaba brevemente (como la samaritana, Zaqueo o el joven rico), o simplemente “las multitudes” de ciudades individuales (como Capernaúm o Jerusalén). Se preocupaba profundamente por quienquiera que veía, y también lo hacen los pastores cristianos.

4. Cristo llegó a conocer a la gente.

Esta característica del ministerio de Cristo es casi redundante dado el punto anterior, pero es lo suficientemente importante como para destacarla explícitamente. El interés por las personas es grande, pero en el caso de Jesús, siempre estuvo acompañado de una profunda comprensión de las características y circunstancias de cada persona. Esto queda claro en Mateo 9:4, donde Jesús se dirige a los fariseos en presencia del paralítico y sus amigos; también se muestra en Lucas 9:47, cuando Jesús ve a través de la ambición de sus seguidores más cercanos (véase también Juan 2:24-25, así como sus encuentros con Nicodemo en Juan 3 y la mujer samaritana en Juan 4.

Si bien parte de este conocimiento pudo haber sido sobrenatural, gran parte parece haber sido producto de una profunda comprensión, que lo llevó a invertir en las personas y a buscar su bien.

5. Cristo habló para el bien de sus oyentes y la gloria de su Padre.

Cuando Jesús habla con las personas, lo motivan constantemente dos cosas: una profunda preocupación por su bien más profundo y, lo que está en perfecta sintonía con esto, la preocupación por agradar a su Padre. Por eso no teme exponer las motivaciones de las personas, ya sean sus amigos (Lucas 9:47), sus enemigos (Mateo 9:4) o aquellos que acaba de conocer (como el rico gobernante de Lucas 18:18). Dicho sin rodeos, no se trata de él; se trata de ellos y de su Padre.

Llamado Imposible

Al observar estas cualidades de Jesús, se hace evidente que su capacidad de ser firme y tierno a la vez provenía de algo mucho más profundo que la mera sabiduría práctica. Hizo lo que hizo y dijo lo que dijo porque era quien era. Esto también deja claro la naturaleza abrumadora del ministerio al que todo pastor está llamado. Pastorear no es simplemente cuestión de discernimiento o sensibilidad adquirida; los pastores están llamados a ser como Cristo.

Esta simple comprensión nos hace reflexionar. También silencia muchas de nuestras excusas, especialmente aquellas que ofrecemos en silencio para acallar nuestra angustia y culpa. Nuestra personalidad particular, nuestras fortalezas y debilidades únicas no nos ofrecen una cláusula de escape ni una forma alternativa de ejercer el ministerio. Todos estamos llamados a ser como Cristo y seguir sus pasos. Comprender esto nos ayudará a vacunarnos contra el virus del "profesionalismo" en el ministerio, que nos impulsa a centrarnos en las competencias y los aspectos prácticos del buen liderazgo (por importantes que sean). Los pastores que leen los Evangelios nunca pueden conformarse con lo pragmático, pues saben que están llamados a cultivar el carácter —a ser como Cristo— por encima de todo.

El llamado a ser como Cristo nos lleva a la resignación y nos recuerda que jamás podremos dominar nuestro llamado. La buena noticia es que nuestro Dios ha prometido que es más que suficiente para ayudarnos en nuestra debilidad.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas