El secreto para una vida sin miedo
De Libros y Sermones BÃblicos
(Página creada con '{{info|A Secret to Fearless Living}}<br> Hermanos, el amor a la comodidad está matando nuestra valentía. La prosperidad nos dice que podemos tener carácter sin conflicto, ci...')
Edición más nueva →
Revisión de 20:12 24 jul 2025
Por Greg Morse sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por María Veiga
Hermanos, el amor a la comodidad está matando nuestra valentía. La prosperidad nos dice que podemos tener carácter sin conflicto, cicatrices de honor sin sufrimiento, medallas sin guerra. La fe débil, la poca oración y las distracciones insignificantes se abrigan bajo el manto de los tiempos de prosperidad. Cristo tiene más para nosotros.
Si consideramos a hombres como Nehemías como padres espirituales, debemos aprender de su valentía. Al comienzo de su libro, encontramos a un hombre llorando, ayunando y orando a Dios sentado en un palacio de prosperidad. Es copero del rey Artajerjes, quien un día cuestiona la aflicción de su siervo. "¿Por qué no ha de estar triste mi rostro?", responde Nehemías, "cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está en ruinas, y sus puertas consumidas por el fuego?" (Nehemías 2:3).
Jerusalén yace en ruinas, con los muros derribados ladrillo a ladrillo. Las tumbas de sus antepasados quedan expuestas a la profanación. "¿Qué pides?", pregunta el rey (Nehemías 2:4). "Si tu siervo ha hallado gracia ante tus ojos, más días de vacaciones, quizás un aumento de sueldo, más trabajo remoto", respondemos. Lástima por los exiliados que regresan a Jerusalén, pero ¿qué puede hacer un simple copero desde una tierra extranjera?
Nehemías responde: "Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia ante tus ojos, que me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que la reedifique" (Nehemías 2:5). De alzar una copa de vino a levantar un muro, de las exquisiteces al peligro, de los palacios a la persecución, el coraje de este hombre renuncia a la comodidad. Y el Señor de todo lo bendice. Nehemías parte con suficientes recursos, pero necesita algo que el rey no puede darle: coraje. Sanbalat el horonita y Tobías el amonita, junto con el ejército de Samaria, lo esperan. La reconstrucción de Israel les desagrada, les ofende, les enfurece. Nehemías no puede hacer la obra solo; ¿puede el copero conmover al pueblo? Nehemías les cuenta cómo la mano de Dios ha estado sobre él para bien. Los judíos, sacerdotes, nobles, funcionarios y obreros responden al unísono: «Levantémonos y edifiquemos» (Nehemías 2:18). Y con eso, Nehemías se convierte en un hombre marcado.
A medida que las brechas en el muro comienzan a cerrarse, la oposición abierta crece. Nehemías e Israel se visten para la acción como hombres y lanzan oraciones al cielo como niños indefensos, implorando protección de quienes intentarían detener la obra por cualquier medio. La amenaza está siempre presente; ellos siempre están listos. Los que llevaban cargas estaban tan cargados que cada uno trabajaba en la obra con una mano y sostenía su arma con la otra. Y cada uno de los constructores tenía su espada ceñida a su cintura mientras construía (Nehemías 4:17-18). Nehemías relata: «Ni yo, ni mis hermanos, ni mis siervos, ni los hombres de la guardia que me seguían, ninguno de nosotros se quitó la ropa; cada uno llevaba su arma a su diestra» (Nehemías 4:23).
Contenido |
Psicología del Valor
Llega el momento de que Nehemías sea probado desde dentro. El enemigo lanza una guerra psicológica, intentando atemorizar a Nehemías y al pueblo para que se sometan. Tienen un espía cerca de Nehemías: Semaías, hijo de Delaía. Este le dice a Nehemías: “Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo. Cerremos las puertas del templo, porque vienen a matarte. Vienen a matarte de noche” (Nehemías 6:10).
Nehemías registra su propia respuesta: “Pero yo dije: ‘¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y qué hombre como yo podría entrar en el templo y vivir? Yo no entraré’” (Nehemías 6:11). Estaba dispuesto a morir en ese muro, con sus hermanos a su lado y espada en mano. Mejor morir de pie que agazapado con el rabo entre las piernas en el templo. ¿Cómo habrías respondido tú? Analicemos su mente para ayudar a hombres excesivamente cautelosos a elegir la valentía en lugar de la cobardía.
Conoce quién eres.
¿Debía un hombre como yo huir? (Nehemías 6:11)
La valentía de Nehemías se nutre de una visión —una firme confianza en quién es gracias a quién es su Dios— para afrontar el momento temible. Dios lo eligió para comenzar la reconstrucción. Dios lo envió desde el palacio con este propósito. ¿Debía un hombre así, con un Dios así, huir ahora?
El Señor lo nombró su líder. Si otros huyen, él no puede. Existen ocasiones para que los piadosos huyan del peligro (Mateo 10:23), pero Nehemías sabía que ese no era su llamado. El Dios del cielo puso esta obra en su corazón (Nehemías 2:12). Dios estaba con él en la obra: vería el muro terminado o moriría construyéndolo. Además, ¿no les ordenó recientemente a sus hombres: “No les tengan miedo. Acordaos del Señor, que es grande y temible, y luchad por vuestros hermanos, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestras esposas y vuestros hogares” (Nehemías 4:14)? ¿Debería ahora el hombre de Dios en la misión de Dios hacerse el cobarde y esconderse con miedo tras el altar?
Nosotros tampoco. Los verdaderos cristianos somos llamados hombres de Dios. El soldado no huye de la batalla. El bombero no se esconde de las llamas. El pastor no huye de los lobos. Nos movemos hacia el sacrificio y el riesgo como hombres de Cristo. Somos hijos del Dios Altísimo, esposos de sus hijas, padres de almas inmortales, peregrinos en territorio enemigo, hombres en misión con un evangelio poderoso. No sofoquemos nuestras vidas con un amor afeminado por la comodidad. Los palacios no son lugares para los hijos de Dios cuando es necesario construir muros.
¿Te falta valentía en tu hogar, tu comunidad, en tu momento de prueba? Conócete a ti mismo. ¿Para qué te ha rehecho Dios? ¿A quién perteneces ahora? Pregúntate: ¿Debería alguien como yo huir?
Rodéate de hombres valientes.
¿Quién como yo que entraría al templo para salvar su vida? (Nehemías 6:11 NVI)
En el momento de prueba, Nehemías no se queda solo, sino que se reconoce dentro de un escuadrón intrépido. Reconstruye la muralla para defender las tumbas de sus antepasados, pero esas tumbas también lo defienden a él.
Nehemías pregunta: ¿Quién como yo entraría al templo para salvar su vida? ¿Lo haría Daniel? ¿Lo haría David? ¿Lo harían Josué, Moisés o Abraham? ¿Lo harían los hermanos que portaban sus espadas junto a él? El asesino Joab y el usurpador Adonías se escondieron de Salomón en el templo para salvar sus vidas (1 Reyes 1:50; 2:28). Pero Nehemías pertenecía a un batallón superior, uno que se jactaría de los discípulos, los mártires y el propio Mesías.
“El que anda con sabios se vuelve sabio, pero el que se junta con necios sufrirá daño” (Proverbios 13:20). Quien se mantiene firme con los leales se vuelve Inquebrantable. Entonces, ¿quiénes son tus hermanos? ¿Quién te inspira al servicio santo? ¿Qué hermanos, en tu iglesia, tus Biblias, tus biografías, te impulsan a mantenerte firme en el día de la adversidad? “No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe y preservan sus almas” (Hebreos 10:39).
¡No entres!
La valentía surge de saber quién eres, de quién eres y con qué tipo de compañía te relacionas. El tiempo de prueba es un mal momento para responder quién eres o a quién perteneces.
Cuando la voz te invita a la pornografía, la transigencia, la deshonestidad, el robo, el adulterio, a abandonar a Cristo, cuando esa voz promete seguridad, consuelo y tranquilidad, recuerda quién eres y de quién eres. No te inmutes; no te equivoques; no te desanimes. Prepárate ahora. Dios ha prometido estar con nosotros.
Pero ¿qué podemos hacer ahora? Conócete a ti mismo ahora. Conoce a Jesús ahora. Obtén una visión clara de la grandeza de las Escrituras. De Dios. Escucha su voz apacible y delicada que te impulsa a salir de tu palacio de comodidades y a enfrentar las dificultades. Deshazte del amor a la blandura. Disciplina tu cuerpo; ayuna; ve y habla de Cristo a tus vecinos. Estudia la vida de los leones, hombres en quienes mora el Espíritu de Dios, y caza en su manada. Aprende lo que significa para ti ser hermano de Cristo e hijo de Dios. Sal al mundo, vive para Jesús y hazlo entre una nube de testigos en la tierra y en el cielo. Vuelve la espada contra todo lo que le desagrada en tu vida.
Decide ahora, con la ayuda de Dios: “Edificaré, lucharé, pero no entraré; ¡Dios está conmigo!”.
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas