Soportando las cargas unos a otros
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Revisión de 00:26 20 abr 2011
Por John MacArthur
sobre Comunión y Hospitalidad
Una parte de la serie Tabletalk
Traducción por Marina Puertas
Los problemas de este mundo son varios y despiadados. No es fácil concentrarse en el cielo ante las aflicciones de la vida terrenal. Por supuesto que se nos pide que centremos nuestras mentes en aspectos del cielo y no en los terrenales (Col. 3:2) pero incluso el creyente más comprometido dirá que los juicios terrenales oscurecen la perspectiva celestial.
Nos preocupamos. Nos apenamos. Nos tropezamos. Nos presionamos ante los esfuerzos de nuestras labores diarias. Sentimos la culpa de nuestra condición caída. Mientras tanto, reaparecen adversidades de distintos tipos. Se trata de una de las muchas responsabilidades mundanas que a menudo impiden que pensemos en ascender al cielo.
Y, sin embargo, se nos ordena que “busquemos lo que está en el cielo” (Col. 3:1). Se nos enseña que “miremos no las cosas que se ven sino las que no se ven” (2 Cor. 4:18). No debemos permitir que las responsabilidades de esta vida separen a nuestros corazones del cielo.
¿Cómo es posible? Cuando una carga nos pesa y hay demasiados problemas para alguien, los sentimientos quiméricos pueden parecer muy vanos.
Justo por eso la iglesia es tan importante. Nuestro deber como creyentes es ayudar a cargar con las responsabilidades de prójimos (Gal. 6:2). Cuando alguien se tambalea, asumimos su carga. Si se está tambaleando, cargamos con sus responsabilidades. Y si se tambalea, le levantamos. Ayudar a otros creyentes a soportar el peso de sus problemas mundanos es uno de los deberes prácticos principales que deberían tener en cuenta todos los cristianos.
Obviamente, ese concepto contradice al sentido de nuestra cultura, debido a la tendencia de la sociedad secular de favorecer la auto absorción. Nuestra generación ha desarrollado una obsesión poco saludable por el entretenimiento. Nos invaden múltiples diversiones triviales diariamente y tendemos a interaccionar con otros de forma fragmentada o con medios impersonales. Vivimos en ciudades muy pobladas y barrios sobrepoblados y, sin embargo, las personas están más aisladas que nunca.
Y seamos honestos, las iglesias reformistas y evangélicas a menudo imitan la cultura justo donde necesitamos comparar y contrarrestar su influencia. Ya que las iglesias intentan expandirse, ser más llamativas y más tecnológicas, normalmente tienden a convertirse en más frías e impersonales. Las iglesias contemporáneas incluso parecen animar en ocasiones la agenda del "yo primero" y el amor propio en vez de la de los mandatos "con el prójimo" de las Escrituras. En consecuencia, no cargamos con las responsabilidades de los prójimos tal y como deberíamos.
Sin embargo, Pablo hizo de su deber una prioridad. Fue el centro de sus advertencias a las iglesias gálatas. La primera mitad (o más) de los palacios es una defensa de la justificación por fe y una serie de argumentos ante la falsa enseñanza que amenazaba con poner a esas iglesias en servidumbre de la ley. En Gálatas 5:14 él les recordaba: “Toda la ley se cumple con una palabra: “Debéis amar a vuestro prójimo como a vosotros mismos”.
¿Cómo se manifiesta mejor ese amor? “Carga con las responsabilidades del prójimo y cumple así la ley de Cristo” (6:2).
El primer y preeminente ejemplo de cargar con las responsabilidades que Pablo menciona implicar cargar con la responsabilidad del pecado de otro cristiano. "Si alguien que comete una trasgresión, vosotros como espirituales debéis recuperarle con ternura" (v.1). Por supuesto, no se trata de un enfoque distinto a los pasos de la disciplina eclesiástica que Jesús apuntó en Mateo 18:15-17. Explica únicamente cómo se realiza el proceso (con suavidad y tranquilidad) y subraya el objetivo verdadero (recuperación, no el castigo o el reproche público per se).
Esto significa que la persona que recupera al hermano pecador no debe aproximarse como si fuera su maestro sino con tranquilidad, como quien quiere ayudar a cargar la responsabilidad para que aquel que se ha tambaleado vuelva a equilibrarse otra vez.
A continuación, el verso 2 afirma el principio subyacente como imperativo ("Carga con las responsabilidades del prójimo"). Obviamente, este precepto se aplica a todos los tipos de responsabilidades y no solo a las de aquellos que caen en el pecado. Cuando Pablo sugiere que cargar con la responsabilidad es “cumplir con la ley de Cristo”, aclara que el tiene en mente toda la ley moral. Cada acto de compasión y de sacrificio propio por sus hermanos es un medio práctico de mostrar el amor de Cristo y, por tanto, de cumplir con las exigencias morales de Su ley.
Sin embargo, el apóstol tiene claramente en mente las cargas espirituales, emocionales y temperamentales y no sólo la carga física. Las cargas que debemos ayudar a transportar por otros incluyen la culpa, la preocupación, la pena, la ansiedad y todas las demás cargas similares.
¿Deseas cumplir con los requisitos morales de la ley? Ama a tu prójimo. ¿Cómo se le ama? Cargando con sus responsabilidades.
Es interesante que Pablo hiciera hincapié en una epístola escrita para contrarrestar a las personas que caían en el legalismo. Es como si dijese, “¿Queréis acogeros a una ley? Que sea la de Cristo. Si os tenéis que asumir cargas, que sea mediante actos de amor hacia el prójimo".
Si lo haces con fe, tu propia carga no parecerá tan pesada. Y lo mejor es que será más fácil concentrarse en el cielo, sin tener en cuenta tus juicios en esta vida.
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