Tsunami y Arrepentimiento
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Revisión de 14:26 2 jun 2011
Por John Piper
sobre Desastres Naturales
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Caridad Adriana Zayas Velázquez
Desde los púlpitos hasta los telediarios, desde el New York Times hasta el Wall Street Journal, el mensaje del tsunami se perdió. Es un doble dolor cuando se pierden vidas y las lecciones no son aprendidas. Cada calamidad mortal es una llamada misericordiosa de Dios a los vivos al arrepentimiento. “Lloren con esos que lloran”, dice la Biblia. Si, pero permítasenos también llorar por nuestra propia rebelión contra el Dios viviente. Primera Lección: lloren por los muertos. Segunda lección: lloren por ustedes mismos.
Toda calamidad letal es un misericordioso llamado de Dios a los vivos al arrepentimiento,. Esa fue la impresionante declaración de Jesús a aquellos que le trajeron las noticias de las calamidades. La torre de Siloam se derrumbó, y 18 personas fueron aplastadas. ¿Qué hay de esto, Jesús? Preguntaron. El contestó: “ Ustedes creen que ellos eran peores ofensores que todos aquellos que vivieron en Jerusalem? No , se los digo yo; pero a menos que os arrepiéntais, todos pereceréis del mismo modo”. (Lucas 13:4-5)
El punto de cada calamidad letal es este: Arrepentíos. Permitan que sus corazones se rompan ya que Dios significa muy poco para nosotros. Duele que él sea un chivo expiatorio para culpar por el dolor, pero no elogiado por el placer. Es lamentable que él encabece las noticias sólo cuando el hombre se burla de su poder, pero no por los diez mil días de ira retenida. Rindamos nuestros corazones , amamos más la vida de lo que queremos a Jesús Cristo. Avoquémonos en la misericordia de nuestro Creador. El nos la brinda a través de la muerte y la resurrección de su Hijo.
Este es el punto de todos los placeres y todo el dolor. El Placer dice: “Dios es como esto, pero mejor; no hagáis un ídolo de mi. Yo sólo señalo el camino hacia él”. El Dolor dice: “Lo que merece el pecado es algo como esto, pero peor: no se ofendan conmigo. Sólo soy una advertencia misericordiosa.”
Pero, las bañistas topless en medio de las secuelas del tsunami en Phuket, Tailandia no captaron el mensaje. Tampoco lo hizo el hombre que a duras penas escapó de la poderosa ola con la ayuda de un gimnasio-jungla y el techo de hojas de palmeras. El concluyó: “Me he quedado con un inmenso respeto hacia el poder de la naturaleza”. Se lo perdió. El punto es: reverenc ia al Creador, no, respeta a la creación. (Nota edit.: El punto teológico de John Piper se mantiene igual, pero observe que la mención fue truncada erróneamente por Associated Press. El señor Green en realidad vio y dijo la verdad, y fue referido de forma incompleta por el recurso de John Piper. Para ver la apología a Patrick Green de John Piper ver “Una Carta de John Piper”).
En su escrito en el New York Times, David Hart con razón, desprecia la celebración de la magnitud de la naturaleza: “Cuando Thoreau (celebraba) el desenfreno salvaje de la naturaleza, parecía, esta semana, como un niño que ha visto una película de guerra y piensa que él ha experimentado la gloria del combate.” Pero Brooks no ve el mensaje implícito en la calamidad.: “Este es un momento para sentirnos muy mal, por los muertos y por aquellos de nosotros que no encuentran la explicación.”
David Hart, en su escrito en el Wall Street Journal, va más alla de Brooks y expresa: “ Ningún Cristiano tiene licencia para pronunciar odiosas banalidades acerca de los consejos inescrutables de Dios o sugestiones blasfemas sobre que todo esto sirve misteriosamente a los buenos fines de Dios.”
Estas respuestas están previstas en las Escrituras: “Yo maté a vuestros jóvenes con la espada…Y ni por ello regresaron a mi, declaró el Señor .” (Amos 4:10). “Ellos blasfemaron el nombre de Dios quien tenía poder sobre las plagas. Ellos no se arrepintieron ni le dieron gloria” (Revelación 16:9).
Contrarias a la declaración de Hart, las Cristianas Escrituras sí nos permiten hablar de los “inescrutables consejos” de Dios y de cómo él trabaja en todas las cosas para misteriosos buenos fines. Llamar a esto banal y blasfemo es como un pájaro llamar malvado al viento bajo sus alas.
Jesús dijo que el mas mínimo evento en la naturaleza está bajo el control de Dios. “¿No se venden dos pajaritos por un centavo? ¿Y uno de ellos no caerá al suelo y se alejará de su Padre?” (Mateo 10:29). El dijo esto para dar esperanza a aquellos que resultaran muertos en su nombre.
El mismo se levantó sobre el mar y detuvo las olas con una simple palabra (Marcos 4:39). Aun si la Naturaleza o Satanás desataron el mortal maremoto, una palabra de Dios lo hubiera parado. El no la dijo. Esto significa que hay un designio en este sufrimiento. Y todos sus designios son sabios, justos y buenos.
Uno de estos designios es mi arrepentimiento. Sin embargo, no pondré a Dios en tela de juicio. Yo estoy en tela de juicio. Solamente por Cristo podrán las olas que un día me alejaro, traerme de regreso de un modo seguro a su lado. Ven. El arrepentimiento es un buen sitio para estar.
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