Exégesis bíblica/Prefacio
De Libros y Sermones BÃblicos
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Última versión de 18:20 13 jul 2011
Por John Piper
sobre Interpretación Bíblica
Capítulo 1 del Libro Exégesis bíblica
Traducción por Desiring God
John Wesley dijo una vez: “He pensado que soy una criatura de un día, pasando por la vida como una fl echa a través del aire. Soy un espíritu que procede de Dios, y regresando a Dios, sólo paso sobre el gran abismo, hasta que unos momentos, por lo tanto, no soy más visto; caigo en una eternidad inmutable! Quiero saber una cosa: el camino al cielo, cómo llegar seguro a esa costa feliz. Dios mismo ha condescendido para enseñar el camino; para este mismo fi n Él vino del cielo. Él lo ha escrito en un libro. ¡Oh dame ese Libro a cualquier precio, dame el Libro de Dios!” (del prefacio de Sermones para varias ocasiones de John Wesley, publicado originalmente en 1771).
Este Libro ha sido costoso. Mártires lo escribieron y otros han sufrido intensamente por su fi delidad a él. El libro ha sido preservado y transmitido a través de arduos esfuerzos. Se ha traducido a la lengua nativa de miles de pueblos, a veces a costa de la vida, por no mencionar tiempo, energía y dinero.
Este Libro es un “tesoro de santo gozo.” Es de este Libro que aprendemos lo que enseñan los apóstoles en relación con el sacrifi cio supremo del Hijo de Dios. Es de este Libro que aprendemos acerca de la supremacía de Dios en todas las cosas. Es de este Libro que aprendemos acerca de lo que nuestro soberano y buen Padre requiere de nosotros, sus dependientes hijos.
Si un tío rico dejó su enorme herencia a la persona nombrada en su testamento, y tú sabías que eras esa persona, estarías muy celoso de ver que el tribunal interpretó la voluntad de tu tío en una manera acorde con el signifi cado que el autor quería dar. O si estuvieras desesperadamente enfermo con una enfermedad terminal y escuchas de un médico que sabe la cura y que escribió un régimen de salud para ti, harías todo lo que esté a tu mano para entender lo que el médico quería decir en su régimen de salud y para hacer todo lo que el régimen pidió, ¡cuánto más debemos, al igual que Wesley, considerar la Palabra de Dios como un tesoro digno de ser estudiado!
Debido a que la Biblia es la única inerrante e infalible autoridad de lo que pensamos acerca de Dios y cómo Él quiere que vivamos, no es de sorprendernos que traigamos un montón de equipaje en el texto. Por nuestra propia naturaleza no nos gusta la idea de autoridad absoluta sobre cualquier persona fuera de nosotros mismos. ¿Y qué si Dios nos ordena hacer algo que no queremos hacer? ¿O qué si se revela a Sí mismo de una manera diferente de la que creemos que debería ser? Esto llevaría a una tremenda presión sobre nosotros de importar nuestros propios signifi cados en el texto en lugar de contender nosotros mismos con el signifi cado original del autor, independientemente de a donde nos lleve.
Por tanto, necesitamos tres cosas en las cuales tener cuidado al interpretar la palabra de Dios. En primer lugar, hemos de admitir que necesitamos ayuda y que vamos a morir sin ella. Por nosotros mismos, solo dependiendo de nuestra razón humana, estamos perdidos y sin esperanza. Necesitamos revelación del cielo. ¡Nuestra vida eterna depende de esto! En segundo lugar, necesitamos fe en la bondad soberana del autor. Esta fe no sólo nos libera para ir a donde la Biblia nos lleva, sino que nos impulsa a ir donde la Biblia nos lleva. Es, como dice Wesley, “el Libro de Dios.” En tercer lugar, tenemos que aprender a leer con el tipo de cuidado que corresponde al valor de este Libro.
En este folleto, John Piper pasa a nosotros una forma de leer el texto que aprendió de Daniel Fuller, Profesor Emérito en el Seminario Teológico Fuller. No hay nada mágico acerca de este método. Está simplemente diseñado para ayudarnos a frenar, dejar que el autor nos lleve a su mundo, y seguir el hilo de su pensamiento. Nos enseña a descubrir el punto principal del autor y ver cómo los otros puntos ilustran y apoyan el punto principal.
Como un cristiano joven en la universidad de Bethel, tuve el privilegio de tomar varias de las clases del pastor John Piper (¡Lo conocía sólo como el doctor Piper!), en las cuales nos entrenó, proposición tras proposición, a través de Romanos, 1 Pedro, 1 Juan, Efesios, Lucas y otros. Su pasión era que viéramos con nuestros propios ojos la realidad a través de los ojos de los escritores bíblicos. Él no pretendió ver perfectamente esta realidad, él estaba (y esta aún) en proceso. Él no pretendía que adoptáramos sus conclusiones, pero nos ayudó a llegar a nuestras propias conclusiones y a ver cosas que él mismo todavía no había visto. Recuerdo una vez, cuando estábamos estudiando Romanos 11:33-36, que el peso de la gloria del texto inspiró a la clase a cantar de manera espontánea la Doxología. ¡La teología Bíblica conduce a la doxología!
Después de la graduación, mi apetito por comprender y aplicar la Palabra de Dios se fue aumentando cada día más. Me llevó a pasar los próximos dos años a estar bajo la tutoría y la enseñanza del mentor de John Piper. Daniel Fuller temblaba bajo el privilegio y la responsabilidad de estudiar y enseñar la Palabra de Dios como pocas personas. Cada palabra de Dios era preciosa a sus ojos; cada proposición de la Escritura no era sólo una perla en una cuerda, sino un eslabón de la cadena. Y el estudio de este Libro importaba. La eternidad está en juego dependiendo de la forma en que se entiende y se enseña la Biblia. No hubo juego académico de hombres. Estudiamos en serio.
Durante los últimos 19 años, como pastor en la Iglesia Bautista Belén, he tratado de transmitir a los jóvenes y a los adultos, de una u otra forma, el método de estudio de la Biblia que enseña este folleto. Algunas personas lo captan con más rapidez que otras, pero al fi nal todos han visto la hermosura de la Palabra de Dios a través de este. Al leer este folleto, quiera Dios aumentar nuestra pasión para estudiar la Palabra de Dios por nosotros mismos y luego pasar este conocimiento a otras personas.
Tom Steller
Pastor de Misiones y de Desarrollo de Lideres
Iglesia Bautista Belén, Minneapolis
Julio 1999
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