El fruto de la esperanza: La Franqueza
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Revisión de 14:12 21 may 2012
Por John Piper
sobre Esperanza
Una parte de la serie Hope in God!
Traducción por Javier Matus
2 Corintios 3:12
Hoy vemos un tercer fruto de la esperanza, es decir, la franqueza. El primer fruto de la esperanza que vimos hace dos semanas fue el gozo (Romanos 12:12). El segundo fue el amor (Colosenses 1:4-5). El cuarto y último fruto de la esperanza la próxima semana será la constancia.
Entendiendo 2 Corintios 3:12
El texto del mensaje de esta mañana es 2 Corintios 3:12, “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.” Puede ver de inmediato por qué pienso que la franqueza es un fruto de la esperanza. Pablo dice que a causa de su esperanza, él es muy franco [audaz, osado, valiente]. La esperanza cristiana es la causa de la franqueza en la vida cristiana.
Si usted no es franco en su testimonio, si usted no es valiente y toma riesgos en sus proyectos de justicia, si no es abierto y directo en su manera de hablar, puede ser que su esperanza sea defectuosa. Tal vez usted está esperando en las cosas equivocadas que hagan feliz su futuro. Tal vez usted nunca ha pensado seriamente acerca de la relación entre la fuerza de su esperanza y la franqueza de su servicio a Cristo. Pero Pablo dice que hay una relación muy cercana: “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.”
Este versículo (v. 12) llega en medio de un capítulo perplejo que deja a muchos lectores en una niebla muy espesa. Pero tenemos que preguntarnos, “¿Cuál es la esperanza de que Pablo está hablando aquí en el versículo 12?” Y, “¿qué es esta franqueza de la que está hablando?” Y para responder a estas dos preguntas tenemos que atravesar por lo menos algo de la niebla de la confusión que rodea a este capítulo.
Entonces, lo que me propongo hacer es, primero, echar un vistazo a los antecedentes del Antiguo Testamento. Luego, en segundo lugar, vamos a dar una vuelta rápida a través de los primeros 12 versículos de este capítulo. No vamos a explicar cada detalle, y no tendremos tiempo para hablar sobre el último párrafo del capítulo (vv. 13-18), pero vamos a tratar de entender lo suficiente como para estar seguro de lo que Pablo tiene en mente cuando dice: “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.” Así que la tercera cosa para hacer será aclarar lo más posible lo que Pablo tiene en mente cuando habla de la esperanza y la franqueza. Entonces, finalmente, podemos reflexionar sobre la relación entre estos dos y mirar algunas ilustraciones bíblicas que Dios puede utilizar para animarnos a tener una esperanza más fuerte y una mayor franqueza en su servicio.
1. El trasfondo del Antiguo Testamento
Antes de que podamos entender este capítulo, tenemos que volver atrás y poner algunas promesas del Antiguo Testamento ante nosotros. Son Jeremías 31:31-33 y Ezequiel 36:26-27.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. (Jeremías 31:31-33) Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de ustedes, y quitaré de su carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne. Y pondré dentro de ustedes mi Espíritu, y haré que anden en mis estatutos, y guarden mis preceptos, y los pongan por obra. (Ezequiel 36:26-27)
En otras palabras, el Antiguo Testamento prometió que Dios haría un nuevo pacto con su pueblo algún día. Sería mejor que el antiguo pacto que hizo en el Monte Sinaí cuando dio la ley. Pero sería mejor no tanto porque habría nuevos mandamientos, sino porque los mismos mandamientos ahora serían escritos en el corazón en vez de sólo ser escritos en tablas de piedra.
Otra forma de decir esto es que el antiguo pacto no fue acompañado con un derramamiento del Espíritu de Dios para cambiar los corazones de muchísimos de los hijos de Israel. Por lo general tenían corazones de piedra y no guardaron los mandamientos del pacto. Pero en el nuevo pacto, Dios pondría su Espíritu en su pueblo y los haría caminar en sus mandamientos. En otras palabras, Dios iba a escribir sus mandamientos en sus corazones. En el antiguo pacto Dios escribió sus mandamientos en tablas de piedra. En el nuevo pacto los escribe en el corazón humano. Así que el antiguo pacto vino en un código escrito, o en “letra” (como dice Pablo), pero el nuevo pacto viene en el poder del Espíritu Santo.
El resultado fue que el antiguo pacto, la ley de Moisés, dio como resultado, para la mayoría de los israelitas, la condenación y la muerte, porque se topó con la rebelión en el corazón. Porque cuando el mandato de Dios se topa con un corazón no arrepentido y rebelde, sentencia destrucción. Pero el nuevo pacto resulta en la justificación y la vida, ya que se junta con corazones sumisos de fe. Jeremías y Ezequiel esperaron el día en que el Espíritu Santo sacaría el corazón de piedra y pusiera en el corazón de carne.
Ahora podemos empezar a dar sentido a la descripción de Pablo de su ministerio en 2 Corintios 3, ya que él se ve como un ministro o un siervo de este nuevo pacto. Dios está ahora cumpliendo las promesas de Jeremías y Ezequiel, y lo está haciendo a través de la predicación del evangelio en la boca de Pablo. Pablo ve el trabajo del Espíritu en su propio ministerio como el sello de su autenticidad apostólica. Eso es lo que está hablando cuando comienza el capítulo 3.
2. Una visión general de 2 Corintios 3
Por tanto, vayamos, en segundo lugar, al contexto más amplio de 2 Corintios 3 y caminemos a través de los doce primeros versículos juntos.
Escribiendo la Ley de los Corazones de los Creyentes
En primer lugar, versículos 1-3:
¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de tener cartas de recomendación para ustedes, o de recomendación de ustedes? Nuestras cartas son ustedes, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que son carta de Cristo expedida [literalmente: ministrada] por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tabas de carne del corazón.
Se puede ver por su lenguaje que ve el cumplimiento de las promesas del nuevo pacto sucediendo en su propio ministerio. Dios está escribiendo la ley en los corazones de los creyentes bajo el ministerio de Pablo, y entonces ellos se convierten en cartas de recomendación vivas para él.
La Letra Contra el Espíritu
Ahora los versículos 4-6:
Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica.
Aquí, Pablo explica por qué él tiene una confianza increíble de que él es un instrumento de Dios en el gran cumplimiento de las promesas del nuevo pacto. Su confianza no está basada en nada que provenga de sí mismo. A cambio, dice que todo es de Dios, y la evidencia es que Él no está simplemente entregando las leyes escritas o tradiciones como los escribas y fariseos. Más bien, él está predicando a Cristo en el ministerio y el poder del Espíritu. Y el resultado es una vida nueva. Esta vida nueva es la autenticación de la autoridad de Pablo como ministro del nuevo pacto.
Así que los versículos 1-6 terminan con el contraste entre el código escrito (o la letra) que mata y el Espíritu que vivifica. Cuando el problema del mundo es que los seres humanos están muertos en delitos y pecados, la solución no es dar prescripciones del antiguo pacto. La solución es el poder del nuevo pacto para dar vida. Una vez que hay vida, puede haber obediencia. La ley puede ser escrita en el corazón. Pero mientras sólo haya muerte espiritual, la ley sólo puede condenar y destruir.
El Antiguo Pacto Contra el Nuevo Pacto
Este cambio sigue en los versículos 7-11:
7) Y si el ministerio [dispensación] de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
Esto se refiere al antiguo pacto, la promulgación de la ley en el Monte Sinaí. Fue un evento espectacular, pero no creó vida espiritual. La ley significa la muerte, donde el Espíritu no despierta los corazones.
8) ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio [dispensación] del Espíritu?
Note que lo opuesto a la dispensación de la muerte es la dispensación del Espíritu, porque el Espíritu da la vida, como dice el versículo 6. Pablo cree que esta dispensación, o el tiempo, del Espíritu ha comenzado, y que es una obra gloriosa de Dios, y algún día se consumará con la conversión de todo Israel, y la reunión del número total de los gentiles—Romanos 11:26-27—y el establecimiento del reino de Dios. Más gloria vendrá como resultado del cumplimiento del nuevo pacto que el que se produjo como resultado de la preparación del antiguo pacto.
9) Porque si el ministerio [dispensación] de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio [dispensación] de justificación. 10) Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11) Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
Note primero que el nuevo pacto se llama la dispensación [ministerio] de la justicia, pero el antiguo pacto no se llama una dispensación de la injusticia (v. 9). La ley no es injusta, sino que es santa, justa, y buena—Romanos 7:12. El contraste es entre la dispensación de la justicia y la dispensación de la condenación. El punto del contraste es que cuando el Espíritu viene y cambia los corazones de la gente, ellos creen y reciben la justicia de Dios como un don. Pero antes de que el Espíritu cambie el corazón de una persona, sólo hay rebelión y el resultado es que la ley trae condenación.
El otro contraste a notar es que la nueva dispensación es permanente (v. 11) y por lo tanto tiene mucho más gloria que la antigua dispensación, cuya gloria es prácticamente nada en comparación y está pereciendo.
Ahora viene nuestro texto en el versículo 12:
Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.
3. El significado de la esperanza y la franqueza
Ahora deberíamos poder ver cuál es la esperanza que Pablo tiene en mente. Es la esperanza de la promesa del nuevo pacto. Es la confianza de que el Espíritu soberano de Dios está obrando en su ministerio para cambiar los corazones de piedra en corazones de carne y de dar vida (v. 6) y justicia (v. 9) y permanencia (v. 11) a todo el pueblo de Dios. ¡Dios está obrando! ¡No simplemente les dice en tablas de piedra lo que deben hacer, sino que lo obra en ellos!
La esperanza de Pablo
La esperanza de Pablo es que Dios ahora se ha comprometido a cumplir su antigua promesa de sacar el corazón de piedra, escribir su ley en los corazones blandos de carne (Jeremías 31:33) y poner su Espíritu dentro de ellos y hacer que anden en sus estatutos (Ezequiel 36:27). ¡La era del cumplimiento ha comenzado! Y la victoria del propósito de Dios es cierta, porque su Espíritu es soberano. Él creará nuevos corazones donde le plazca. Él causará que suceda la obediencia que requiere. Él preservará permanentemente a todos los que Él llame. Y la gloria de su obra será mucho más allá de todo el Antiguo Testamento jamás conoció.
Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.
Es la esperanza de un evangelio victorioso—¡la buena noticia de que Dios Padre ha elegido a su pueblo, de que Dios Hijo murió por sus pecados, y Dios Espíritu Santo les llevará a la fe y escribirá la ley de Dios en sus corazones! El evangelio logrará todo lo que fue mandado a hacer. No regresará vacío tal como la Palabra de Dios no puede caer al suelo. Pablo está completamente seguro de que el Espíritu de Dios vencerá y justificará y preservará para la gloria a todos aquellos a quienes Dios ha escogido para sí mismo. Sus obras misioneras no pueden fallar. Mediante el gran poder del Espíritu Santo a través de la predicación del evangelio, todos los ordenados a la vida eterna van a creer (Hechos 13:48). Y todo el pueblo de Dios, redimidos de todo linaje y lengua y pueblo y nación, se juntarán para el Cordero y brillarán como el sol en el reino de su Padre.
Puesto que Pablo tiene tal esperanza, él es muy franco.
La franqueza de Pablo
Si esa es la esperanza de Pablo, debemos preguntarnos ahora, “¿Cuál es su franqueza?” La palabra que Pablo usa aquí tiene tres connotaciones. Hay tres aspectos de la franqueza. Probablemente podría averiguarlos por usted mismo preguntándose qué es lo contrario a la franqueza.
1. En primer lugar, todo lo contrario a la franqueza es el miedo o timidez. Y entonces, uno de los aspectos de la franqueza es el valor del atrevimiento.
Ejemplo: 1 Tesalonicenses 2:2, “Pues habiendo antes padecido y siendo ultrajados en Filipos, como saben, tuvimos denuedo [¡la misma palabra en griego!] en nuestro Dios para anunciarles el evangelio de Dios en medio de gran oposición.” La franqueza superó el miedo de sufrir persecución.
2. En segundo lugar, todo lo contrario de la franqueza también es la vergüenza. Y así, otro aspecto de la franqueza es el valor de no tener vergüenza.
Ejemplo: Filipenses 1:20: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, antes bien con toda confianza [¡la misma palabra!] como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.” La franqueza venció la tentación de sentir vergüenza del evangelio.
3. El tercer aspecto de la franqueza (no tanto en español, pero definitivamente en esta palabra griega peculiar, paresia) sale cuando ve que muchas veces en el Nuevo Testamento lo contrario a la franqueza es un hablar medido y palabras diluidas e indirectas, una comunicación vaga y oscura. Así que el tercer aspecto de franqueza del Nuevo Testamento es un discurso directo, abierto, franco, recto y claro concerniente a las cosas de Dios. Cuando una persona franca habla, la gente sabe lo que quiere decir, sus cartas están sobre la mesa, él no busca protegerse a sí mismo con puntos oscuros ni sutilezas ni eufemismos ni generalidades.
Ejemplo: Juan 10:24. Los judíos dicen a Jesús: “Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.” Esta palabra “abiertamente” es la misma palabra para “franqueza” en todos estos otros lugares. Así que la franqueza supera la tentación de ocultar la verdad en la imprecisión. Es franca y simple y directa. No es política ni oculta ni resbaladiza.
Así que cuando Pablo dice aquí en 2 Corintios 3:12 que su gran esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios le hace muy franco, creo que es probable que tenga en cuenta principalmente este tercer aspecto de la palabra simple y abierta (ya que el contraste es con el ministerio detrás del velo de Moisés, v. 13). Pero ya que los tres de estos significados están tan estrechamente unidos entre sí, creo que sería justo decir que lo que quiere decir es esto: ya que tenemos una gran esperanza, no tenemos miedo de lo que el hombre pueda hacernos, y no nos avergonzamos del Evangelio, y no estamos dispuestos a encubrir la Palabra de Dios en generalidades o eufemismos agradables al paladar que oscurecen los contornos claros y definidos de la verdad. “¡Teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza!”
4. La relación entre la esperanza y la franqueza
El punto principal del texto es que una gran esperanza produce mucha franqueza. “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza.” Lo que le quita el miedo y la vergüenza y el hablar confuso a Pablo es la confianza absoluta de que el nuevo pacto ha sido inaugurado y que él es una parte de él ahora y será parte de él cuando llegue a su clímax en la gran gloria. Tiene una confianza absoluta en el poder soberano del Espíritu de Dios para dar vida a los muertos, para suavizar a los corazones duros, y para justificar a los impíos. Y él sabe que esta obra de salvación es permanente y gloriosa más allá de todas las obras de Dios bajo el antiguo pacto.
Si no compartimos la franqueza de Pablo, puede ser que seamos ignorantes de la grandeza y la certeza de las promesas del nuevo pacto que llegan a cumplirse en nuestros días—la dispensación del Espíritu. O puede ser que hayamos conocido estas cosas, pero hemos resistido fijar nuestra esperanza en ellas porque son demasiado humillantes.
La cuestión de orgullo está muy estrechamente relacionada con el tema de la esperanza y la franqueza. Sale a la luz cuando hacemos dos preguntas finales.
1. Alguien puede preguntar, ¿No hay personas que son muy francas pero no tienen esperanza? ¿No hay alpinistas que arriesgan sus vidas en los acantilados, no porque saben que la cumbre está garantizada, pero porque no está garantizada y ellos quieren lograrlo? ¿No es eso más admirable que sólo ser franco cuando hay alguien en la cima sosteniendo la cuerda?
2. Y la segunda pregunta es, ¿Cómo evitar que la franqueza se haga insolente y fanfarrona?
Sólo hay una respuesta para ambas preguntas. La respuesta a la primera pregunta es: Sí, es más admirable asumir riesgos valientes sin ningún hombre fuerte manteniéndote a salvo desde la cima del acantilado, SI ES QUE su objetivo es que usted sea admirado. Pero si su objetivo en escalar es deleitarse y mostrar la fuerza y la habilidad del hombre fuerte en la cima, entonces usted hará sus movimientos peligrosos de amor y justicia, precisamente porque sabe que van a exaltar la fidelidad y poder del hombre en la cima, y no el heroísmo de usted.
Y esa es la respuesta a la segunda pregunta también: ¿Cómo evitar que la franqueza se haga insolente y fanfarrona? Respuesta: Con sólo saltar sobre los abismos donde su Papá ha prometido agarrarlo sin importar lo que suceda.
Ya que tenemos esa esperanza—y SÓLO porque tenemos tal esperanza—podemos, y debemos, ser muy francos—valientes en la justicia, sin avergonzarnos del Evangelio, y directos en todo lo que decimos. Que Dios lo realice dentro de nosotros de acuerdo a sus promesas del nuevo pacto.
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