Si Todavía Piensas que ya has Triunfado
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Revisión de 19:23 19 nov 2012
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Ruben Saenz Serrano
La adoración personal no es principalmente acerca de cuántas veces has leído completamente la Biblia No es acerca de trabajar una vez más a través de tus devo- cionales o comentarios favoritos. No es acerca de volver a las notas de tus sermones. Todas estas cosas se deben mirar y usar como ayudas para una cosa más fundamental: la humilde, diaria, personal y meditativa adoración gozosa de Dios. Es comenzar y terminar tu día en comunión con Cristo. Es el hábito regular mirar fijamente la belleza del Señor.
La comunión con Cristo es avivada por la humildad. La comunión con Cristo es avivada por la tristeza y la celebración. La comunión con Cristo es impulsada por un preciso sentimiento de quién tú eres, qué necesitas y una celebración de aquel que nos da todo eso. El conocimiento del pecado y de la promesa de salvación, te dirige diariamente a Cristo, no una rápida revisión de un pasaje de su Palabra y una rápida oración, sino sentarse a sus pies y llorar por tu pecado y darle alabanza por la gracia quete encuentra allí. La evaluación del éxito destroza la adoración personal.
Toma crédito por el éxito que solamente la gracia puede producir
Les damos a los pastores mucho crédito por lo que solamente la poderosa, divina y soberana gracia tiene el poder de conferir o comprar, de manera que podemos hacer lo que nuestro ministro héroe ha hecho.
¿Podemos aprender de los demás? Naturalmente. ¿Los ingredientes de un ministerio saludable pueden ser identificados? Si. ¿Debemos ser agradecidos por los dedicados siervos del Señor y expresarles nuestro agradecimiento? Sería un error no hacerlo. Pero debemos reservar nuestra adoración (sea la nuestra o la de otra persona) para el Señor. No podemos recordarnos suficientes veces que sin su presencia, poder y gracia nuestros ministerios son nada.
Siente el derecho a lo que tú nunca ganarás o lograrás
La adquisición de derechos siempre parece seguir al orgullo. Si piensas que has ganado ____________, entonces vas a pensar que mereces ____________. Ahora, si acarreas contigo no solamente orgullo sino también el derecho que tú crees que mereces, tendrás la tendencia a convertir las bendiciones en demandas y los dones de gracia en algo inesperado. Nunca tenemos que olvidar que no hemos ganado ni nuestra posición delante del Señor, ni nuestro lugar en el ministerio. Cada vez que El nos acepta y en cada situación cuando nos usa, es el resultado de una sola cosa, una cosa solamente: su gracia.
No tenemos el derecho, ni otros tampoco, de permanecer por nosotros mismos con las manos levantadas. Independientemente, no merecemos sino su enojo; solamente su gracia nos hace merecer la aceptación de su amor. La engreída expectación de las bendiciones causará que no solo cuestiones el aprecio de la gente que está a tu alrededor, sino también la bondad de Dios.
No puedes permanecer menos que atento y protectivo cuando se trata de la tentación y el pecado.
El éxito causa ocasiona que te sientas seguro de ti mismo; siendo seguro de ti mismo ocasiona que cometas decisiones imprudentes; las decisiones imprudentes te exponen a la tentación y al pecado; el orgullo ocasiona que tú pienses que puedes manejar la exposición a ellos; y al corto plazo habrás fallado. El éxito ocasiona que te olvides de la guerra diaria en tu corazón y que vivas con una mentalidad pacifica. Debido a que tú piensas de ti mismo más altamente de lo que debes, no construyes las precauciones necesarias en tu estilo de vida espiritual.
Tú vives en medio del “ya lo hice” y del “no todavía” Hay tentaciones alrededor. En el centro, tú eres susceptible a su atracción. En el centro, todavía está el enemigo acechando por su siguiente comida. En el centro, somos capaces de engañarnos a nosotros mismos y personalmente desengañarnos. En el centro, necesitamos ser rescatados de nosotros mismos. En el centro, siempre debemos vivir vidas humildes, preocupadas y protectivas. En el medio, necesitamos constantemente ser rescatados por gracia.
Cargar en tu ministerio más de lo puedes manejar responsablemente
El orgullo hace que aceptes más responsabilidad de la que puedes manejar. El éxito te permite asignarte a ti mismo más trabajo en el ministerio de lo que realmente puedes realizar. La gloria personal ocasiona que pienses que eres esencial, más necesario de lo que siempre puedes ser. Es el orgullo, no la humildad, que hace difícil para ti decir “no”. Es el orgullo lo que difícil para ti vivir dentro de los limites de tu verdadero carácter y fortaleza.
Estoy persuadido que mucha de la tensión entre la familia y el ministerio es causada por el éxito. Nosotros sabemos que Dios no nos pedirá que guardemos un mandamiento de una manera que haga que quebrantemos otro mandamiento. De manera que, si al final nuestra familia sufre descuido debido a nuestro ministerio, es porque estamos haciendo cosas en el ministerio que no deberíamos estar haciendo debido a que equivocadamente consideramos que podemos manejar más de lo que somos capaces de hacer.
¿Qué acerca de ti? ¿Hay evidencias del fruto del éxito en tu ministerio¿ Dejemos que este articulo de dos partes humildemente genere una evaluación personal. Tú y yo estamos algo desordenados. Sí, por gracia frecuentemente lo hacemos bien, pero también frecuentemente lo hacemos muy mal. Algunas veces celebramos con mucho entusiasmo al Señor, y algunas veces estamos llenos de nosotros mismos. Algunas veces estamos profundamente agradecidos, pero algunas veces creemos que merecemos más y somos exigentes. Algunas veces guiamos con un corazón pastoral, y algunas veces estamos temerosos, interesados en nosotros mismos y políticos. Algunas veces, como personas quebrantadas, encontramos gente quebrantada con el evangelio, pero algunas veces en nuestro orgullo solamente queremos que la gente se esconda como lo hacemos nosotros. Algunas veces vivimos y trabajamos con la mirada en el reino de Dios, pero algunas veces nos amamos a nosotros mismos y tenemos un plan maravilloso para nuestras vidas.
La gran guerra espiritual no solo ruge fuera de nosotros; hay amplia evidencia de que cada día también ruge dentro de nosotros. El ministerio dirigido por el evangelio y centrado en Cristo, aquel que da gracia a los que escuchan, no comienza con el conocimiento teológico; comienza con un corazón humilde. Comienza con el reconocimiento de tus propias necesidades y el reconocimiento que tú y yo somos más parecidos a la gente a quien el Señor nos ha llamado a ministrar. Y para esto tenemos la gracia de Jesús.
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