Recuperando las disciplinas perdidas

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English: Recovering Lost Disciplines

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Por Burk Parsons sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Yenis Figuereo


Mientras escribo esto, estoy mirando hacia el vasto y frío Océano Atlántico finalizando una breve escapada familiar a la playa. He apagado mi teléfono móvil. He cerrado todos los programas innecesarios en mi equipo. He apagado la música que había estado escuchando mientras leía un par de artículos en línea, y, como es mi costumbre antes de sentarme a escribir, oré y le pedí al Señor que me conceda el discernimiento mientras me esfuerzo por escribir para su gloria y para la edificación de su pueblo.

El misionero y mártir Jim Elliot (1927-1956) escribió: "El diablo ha hecho su negocio para monopolizar tres elementos:. El ruido, el ajetreo, las multitudes... Satanás está muy consciente del poder del silencio" Es difícil escapar al ajetreo, al ruido y a las multitudes de la vida. Estamos bombardeados por una serie de diversiones y artilugios, la mayoría de los cuales hemos acogido con entusiasmo en nuestras vidas, hogares, comunidades e iglesias. Nos hemos condicionado por la distracción, y estamos liderando la próxima generación por el mismo camino a toda prisa. CS Lewis escribió: "Vivimos, en efecto, en un mundo hambriento de soledad, silencio y privacidad." Estamos en una encrucijada: o redescubrimos las virtudes perdidas de escuchar, meditar y pensar, o nos divertiremos nosotros mismos con la muerte.

Sin embargo, nuestro problema no reside, en las herramientas y juguetes de este siglo 21, pero sí en nuestra incapacidad de utilizarlos sin que ellos nos utilicen a nosotros. Cada artefacto que poseemos fue inventado para hacer la vida más fácil y simple, y, en la providencia de Dios, cada dispositivo, red y programa nos ha sido dado por Dios para utilizarlos para Su reino, Su Evangelio y Su Gloria. Dios nos ha llamado a someter la tierra, y lo hacemos escuchando con atención a su Palabra, meditando en ella, cuidadosamente pensando en cómo aplicarla y siendo hacedores de ella, en la medida en que nos comunicamos con Dios y vivimos en comunidad con otros en la familia, la iglesia y el mundo. Estamos hechos para la familia, estamos hechos para la adoración, estamos hechos para la comunidad, y estamos hechos para ser partícipes del mundo siguiendo a Jesucristo, llevando la luz de su Evangelio a un mundo oscuro. Pero para hacer esto bien, con discernimiento bíblico, sabiduría antigua y pasión duradera, debemos recuperar la disciplina de escuchar, meditar y pensar en la manera en que vivimos ante la presencia de Dios[1], ante el rostro de Dios.

  1. Coram Deo: expresión latina que significa “algo que se lleva a cabo en la presencia de Dios”. “Vivir ante los ojos de Dios”



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