Por qué trabajamos día y noche
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Revisión de 16:26 18 mar 2013
Por David Mathis sobre Trabajo y Vocación
Traducción por Analuz Pozzo Abalos
Es inteligente detenerse y pensar todos los días en por qué hacemos lo que hacemos.
Para aquellos que nos tomamos un descanso del trabajo en el Día del Trabajador (aunque suene irónico), a continuación hay tres incentivos del apóstol Pablo para recordarle a los cristianos por qué trabajamos.
1) Trabajamos para no ser una carga para otros. (2 Tesalonicenses 3:8)
Si no haces tu parte para alimentarte, y planeas seguir alimentándote, entonces estás dependiendo de otra persona para que te provea ese alimento. Pasa lo mismo con la ropa, la casa e Internet. Una de las razones por las que los Cristianos trabajamos es para ser capaces de sustentarnos a nosotros mismos (y a nuestras familias, 1 Timoteo 5:8), y no ser una carga para otros.
Pablo cuenta que mientras entre los Tesalonicenses, él y su grupo “no comían el pan de nadie sin pagarlo, sino que con trabajo y fatiga trabajaban día y noche a fin de no ser carga a ninguno de ustedes” (2 Tesalonicenses 3:8). Trabajaron día y noche, haciendo carpas mientras rezaban a Cristo crucificado, para no ser una carga para otros.
Es trágico cuando los cristianos toman ventaja de otros. Es una verdadera vergüenza cuando el mundo tiene cierta impresión de nosotros porque algunos que reivindican a nuestro Jesús no siguen sus enseñanzas. Sí, hay momentos en que la enfermedad, la incapacidad o circunstancias extenuantes nos alejan del trabajo, pero en general, los seguidores del Carpintero con buenas condiciones físicas trabajan para cubrir sus propias necesidades y para no ser una carga para los demás.
2) Trabajamos para ser capaces de compartir con otros. (Efesios 4:28)
Este segundo texto va más allá que el primero. Los cristianos no sólo no queremos ser una carga para otros, pero también queremos exceder lo esperado. No sólo queremos cubrir nuestras propias necesidades, también queremos adquirir lo necesario para compartir con otros.
Pablo escribe en Efesios 4:28, “El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados”. Aquí está el Evangelio transformador e la gracia en el trabajo, no sólo cubriendo las bases de lo que es justo, sino hacer un esfuerzo adicional para poder mostrar misericordia a otros.
La visión de los cristianos sobre el trabajo está profundamente orientada a otros. No sólo no queremos ser una carga para otros, pero también queremos alivianar sus cargas. La perspectiva de los cristianos no es beneficiarse ellos solos, sino ser capaces de ayudar a otros — especialmente cuando podemos dar desde el corazón, no sintiéndonos obligados por un tercero que les saca a los que trabajan y les da a aquellos que no lo hacen.
3) Nuestro trabajo no es en vano para Jesús. (1 Corintios 15:58)
Este tercer y último texto se aplica en particular al “ministerio” cristiano — a ayudar a otros, en palabras y hechos, explícitamente en el nombre de Jesús. Aquí está la medida apretada, remecida y rebosante que encontramos en 1 Corintios 15:58: “Mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano”.
Es algo muy profundo saber que nuestros trabajos no son en vano, saber que no desperdiciamos nuestro esfuerzo y energía, estar seguros de que nuestro trabajo importa. ¿Cómo es así? “En el Señor” — en Jesús, focalizados en el, impulsados por el, con el propósito de darle la gloria.
Que Dios nos de la determinación para descansar bien hoy, y luego la gracia para volver mañana — por nuestro júbilo, por el bien de otros, y por la gloria de aquél que trabajó por la salvación eterna.
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