La sabiduría de Dios en tus relaciones
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Revisión de 14:53 25 mar 2013
Por Paul Tripp sobre Sabiduría
Traducción por Laura Coloma
La Palabra de Dios realmente nos abre los misterios del universo. En realidad, nos hace más sabios de lo que seríamos sin ella. No obstante, habiendo dicho todo esto, es triste que no tomemos ventaja de esta sabiduría que Dios nos ha dado. Es triste que nuestros pensamientos no sigan los de él, que no nos exijamos ver la vida a través del lente de sus revelaciones. Es triste que nos engañemos creyéndonos más sabios de lo que somos. Esa insensatez no nos molesta y tampoco nos motiva a buscar su ayuda. Uno de los lugares en los que vemos esto más claramente es en las dificultades que experimentamos en nuestras relaciones.
¿Por qué les he recordado todo esto? Donde voy encuentro gente desanimada y confundida por sus relaciones. Quiero que piensen en sus propias relaciones y las vean desde tres perspectivas que provienen de la sabiduría bíblica. Estas mentalidades son esenciales para crear y mantener un estilo de vida relacional saludable.
1) Vivan sus relaciones con una mentalidad de siembra.
Pablo refleja esta mentalidad con estas palabras muy conocidas: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.” (Gálatas 6:7, LBLA). Esta mentalidad es fundamental si quieren vivir con hábitos de reconciliación. Tienen que entender el principio de las consecuencias. Es así: existe una relación orgánica entre las semillas que siembran y las frutas que cosechan. En el mundo físico nunca sembrarán semillas de duraznos y obtendrán manzanas. De la misma manera, existirá una coherencia orgánica entre las semillas de palabras y las acciones que siembren en sus relaciones y la calidad de la cosecha que experimentarán más adelante mientras vivan y se relacionen entre sí.
Cada día cosechan plantas relacionales que vienen de semillas de palabras y acciones que sembraron con anterioridad. Y cada día siembran semillas de palabras y acciones que cosecharán más adelante. La mayoría de las semillas que planten serán pequeñas, pero mil semillas pequeñas que se vuelven árboles resultarán en un bosque que cambiará el ambiente. Sus relaciones están constantemente sembradas con semillas de palabras de pequeños momentos y las acciones crecen en un bosque de amor o de problemas.
2) Vivan sus relaciones con mentalidad inversora.
Todos somos buscadores de tesoros. Todos vivimos para ganar, mantener, guardar, y disfrutar las cosas que valoramos. Nuestro comportamiento en cada circunstancia de la vida es nuestro intento por obtener algo valioso de esa situación. Hay ciertas cosas a las que han asignado importancia, y una vez que las tienen, no están dispuestos a vivir sin ellas (estos principios aparecen en Mateo 6:19-33). Todos lo hacen. Vivimos para poseer y experimentar las cosas en las cuales hemos puesto el corazón. Vivimos siempre por algún tipo de tesoro.
Cada tesoro en el cual tienen puesto el corazón y que buscan activamente les dará un rendimiento. Una discusión es una inversión que traerá el tesoro de tener la razón, y de allí obtendrán algún tipo de rendimiento relacional. Si discuten agresivamente acorralando a la otra persona, no es probable que el rendimiento de la inversión sea el aprecio del otro, ni el deseo de tener nuevamente una conversación similar. Si invierten en el tesoro de la voluntad de servicio, experimentarán el rendimiento de la apreciación, el respeto, y una amistad más profunda. Si tener el control es má8as importante para su amigo (a) o esposo (a) que sentirse escuchado (a), querido (a) y comprendido (a), entonces vivirán con ese rendimiento en la calidad de su relación.
La inversión es inevitable; lo hacen diariamente, y es muy difícil alejarse del rendimiento de la inversión que han hecho. Pregúntense,
¿Qué cosas valoro en este momento, qué cosas trabajo para experimentar cada día y no estoy dispuesto a prescindir de ellas?
¿Cómo influye en mis relaciones el rendimiento de estas inversiones?
3) Vivan sus relaciones con mentalidad de gracia.
Cuando me casé, no entendía la gracia. Tenía una visión principal-ística de la Escritura que me llevó a traer una ley de economía en todas mis relaciones. El enfoque principal de la Biblia no es un grupo de principios prácticos para la vida. No, el tema principal de la Biblia es una persona, Jesucristo. Si todo lo que ustedes y yo hubiésemos necesitado fuese el conocimiento y la compresión de un grupo de principios para la vida revelados por Dios, Jesús no hubiese necesitado venir.
Pienso que hay muchos cristianos viviendo relaciones carentes de Cristo. Sin saber lo que han hecho, han construido una relación basada en las leyes y no en la gracia. Y por eso le piden a la ley que haga lo que sólo la gracia puede lograr.
El problema es que no sólo somos personas necesitadas de sabiduría; también somos personas que necesitamos ser rescatadas- y de lo que necesitamos ser rescatados es de nosotros mismos. Nuestro problema fundamental no es la ignorancia de aquello que está bien. Nuestro problema es el egoísmo del corazón que nos lleva a preocuparnos más por lo que queremos que por lo que esté bien. Las leyes, los principios, y las perspectivas de la Escritura proporcionan las mejores normas a las cuales deben aspirar nuestras relaciones. Ellas pueden revelar nuestros errores y fallas, pero no tienen la capacidad alguna de alejarnos de ellos. Para eso necesitamos la gracia diaria que sólo Jesús nos puede dar.
Entonces, no debemos simplemente obligarnos el uno al otro a los altos niveles relacionales de la Palabra de Dios, sino que debemos también cada día ofrecer la misma gracia que nos hemos dado los unos a los otros para que seamos herramientas de gracia en la vida del otro. Nuestra confianza no está en nuestra capacidad de mantener la ley de Dios sino en la gracia que da vida y transforma corazones de quien nos ha atraído a él mismo y tiene el poder de atraernos unos a otros. Cuando vivimos con esta confianza, vemos las dificultades de nuestras relaciones no como molestias que debemos soportar, sino como oportunidades para entrar en una experiencia más profunda de rescate, transformación, perdón, fortalecimiento de la gracia de Jesús, quien murió por nosotros y está siempre con nosotros.
Tres mentalidades – cada una es un pilar fundamental para la construcción de un estilo de vida relacional bíblico saludable. Cada una de ellas necesita la honradez de la humildad personal, y cada una de ellas nos anima a reconciliarnos el uno con el otro y con Dios otra vez y otra vez y otra vez.
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