La maldición de la cruz

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Última versión de 12:15 1 abr 2013

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English: The Curse of the Cross

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Traducción por Erick Velasquez


"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". (Gal. 3:13)

- Gálatas 3:10-14

Nuestro repaso de la reconciliación realizada por Jesús el día de ayer nos recordó que sin una adecuada comprensión del Antiguo Testamento, no podemos entender a cabalidad todo lo que sucedió en la cruz. Hoy veremos cómo la muerte de Cristo en la cruz cumplió con los mandamientos de la Ley.

En Gálatas 3:13, leemos que Jesús se hizo maldición por nosotros en la cruz. Los decretos del Antiguo Testamento nos proporcionan la base para comprender esta maldición. Bajo la ley de Moisés, de hecho, junto a cada mandamiento, existen bendiciones prometidas para la obediencia y maldiciones para la desobediencia. La más grande bendición que el pueblo de Dios pudo tener bajo el Antiguo Testamento fue ver a Dios en Persona. La visión es denominada "visión beatífica", y continúa siendo la mayor bendición del Nuevo Testamento. Podemos ver la esperanza por la "visión beatífica" en Números 6:22-27 donde Dios manda que los sacerdotes bendigan al pueblo de Israel. El paralelismo entre la bendición de Dios a Su pueblo en el verso 24 y la esperanza de que Dios sería tolerante con Su pueblo en el verso 27 nos demuestra que la mayor bendición que un hombre puede recibir sería la experiencia directa con Dios.

Si la mayor bendición que una persona podría esperar es la experiencia y visión directa de la gloria de Dios, entonces la mayor maldición que uno podría recibir sería encontrarse apartado por completo de tal situación. Nada podría ser peor que ser apartado por completo de la presencia misericordiosa de Dios, hallándose en presencia de Su ira. La eterna condenación de Dios es advertida por la maldición del exilio en el Antiguo Testamento y es revelada claramente por las enseñanzas acerca del infierno en el Nuevo Testamento.

Esta es la maldición que Cristo soportó por nosotros. En la cruz, El fue abandonado por Dios y enviado a las profundidades de la tierra, apartado de la misericordiosa presencia de Dios. Esta experiencia es demasiado misteriosa y nadie puede sumergirse, por completo, en sus profundidades. Sin embargo, no debemos pensar que en la cruz, la unidad ontológica entre el Dios Padre y el Dios Hijo fue separada. Para esto hubiera sido necesario un cambio en el ser de Dios.

Todavía en la cruz, Jesús fue realmente abandonado por el Padre. Tal vez podamos explicar esto diciendo que, en la cruz, la ira de Dios fue derramada sobre el Hijo de tal manera que se interrumpió su comunión. Esta interrupción fue tan horrible que produjo temor en Jesús en la víspera de Su ejecución y Su lamento sobre la cruz. (Mateo 27:46)

Coram Deo

Nosotros merecemos la maldición. Nosotros merecemos ser apartados de la misericordiosa presencia de Dios. Nuestro deseo de cumplir y transgredir la Ley coloca maldición sobre nuestras cabezas. Pero esa maldición ha sido soportada por nosotros. Cristo fue olvidado en la oscuridad para que nosotros no tuviéramos que soportarlo. Si estas en Cristo, no necesitas temer el ser abandonado por Dios.

Pasajes para posterior estudio

Deuteronomio 29
Isaías 53:8
Lamentaciones 5
Mateo 24:45-51
Colosenses 2:13-15



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