La Gloria de Dios, Nuestra Excelencia
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Revisión de 13:04 2 abr 2013
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Emma Ratcliffe
Si tu corazón se encuentra en estado de admiración funcional por la gloria de Dios, entonces no habrá lugar en tu corazón a una pastoral mediocre, mal preparada, mal entregada. Debiéramos estar sorprendidos por el nivel de mediocridad que toleramos en la vida y el ministerio de nuestra iglesia local. No, no estoy hablando en darle lugar a las personas para crecer y madurar para que no los aniquilemos con la crítica. Solo estoy hablando de aquellos lugares donde nuestros estándares son simplemente bajos. La mediocridad no es un problema de tiempo, personal, de recursos o ubicación. La mediocridad es un problema del corazón. Hemos perdido nuestro compromiso a los mas altos niveles de excelencia porque hemos perdido la admiración. La amnesia de la admiración es una puerta abierta que permite que la mediocridad entre.
La admiración a Dios inspira, motiva y convence. No hay un reemplazo para tal admiración en el liderazgo de la iglesia de Jesucristo. La admiración nos exige mas de nosotros de lo que nosotros jamas nos pediríamos. La admiración nos recuerda que Dios es tan glorioso que es imposible para ti, como su embajador, tener estándares del ministerio que puedan ser altos. No estoy hablando de edificaciones amuebladas en forma lujosa y costosa. Estoy hablando de un compromiso sólido de llevar a cabo todo lo que sea posible para demostrar la gloria de su presencia y gracia tan claramente y en forma poderosa como puedas cada vez que su gente se reúne. Estas tan sorprendido por, y tan satisfecho por, su gracia que tienes el sentido para demostrar su gracia hacia aquellos bajo tu cuidado.
No puedes adquirir este sentido de otra forma. No solamente estás llevando a cabo tu trabajo. No solamente estás llevándolo a cabo. No solamente estás viviendo las emociones. No solamente estás poniendo una cara ante otros. Estas lidiando con tu vida como el embajador de un Rey gloriosamente amplio. Y te encuentras ante un temor reverencial en realizar cualquier cosa que pudiera torcer, disminuir o desecrar esa gloria de cualquier manera.
La Verdadera Condición
Nuestros ministerios no están solamente moldeados por el conocimiento, experiencia y habilidades, sino por la verdadera condición de nuestros corazones. La excelencia en el ministerio fluye de un corazón que es divino, reverencial, acomodador de la vida, y de admiración que captura la motivación del Señor de la Gloria. La Excelencia es en realidad una relación. Solamente Uno es verdadera y perfectamente excelente. Uno es la suma y la definición de lo que es excelencia y lo que hace. Así que el que es la excelencia, en su gracia, llegó a ti cuando te encontrabas en un estado que no era de excelencia, y por la gracia te ofreció la promesa de convertirte verdaderamente en una pieza de su divina naturaleza. El te conecta a los propósitos y metas de una manera más suprema y grandiosa de la que tu jamás te hayas atrevido para ti mismo. A través de la gracia que te causa piensas en lo que no pudieras haber pensado, y desear lo que nunca antes habías querido. Te abre tus ojos a su gloria. Te abre la puerta de su reino. Te llama y te da poder para enseñar su excelencia y la excelencia de su gracia. Solamente esta excelencia tiene el poder de liberarnos de la falsa excelencia del orgullo humano y la mediocridad que resulta cuando estamos bien con nosotros y nuestro mundo tal y como está.
Cuando me encuentro en asombro por la realidad que tengo, solamente por la gracia, estar realmente unido a lo que es la verdadera excelencia en cada aspecto, quiero ser un embajador de esa excelencia. Así que tendré altos estándares para cada aspecto bajo el ministerio al cual estoy a cargo. Ya sean los ministerios de los niños o los jóvenes, los ministerios de las mujeres y los hombres, pequeños grupos o de superación, entrenamiento en liderazgo o misiones de corta duración, oración publica o evangelización, quiero que todos los ministerios de la iglesia demuestren fielmente la excelencia del que los llama de la oscuridad hacia la maravillosa luz.
Búsqueda de la Excelencia
Esto significa que estaremos comprometidos con la disciplinas que crean estos ministerios para que estén libres de caos y mediocridad como es posible entre "ya estamos" y "aun no lo estamos". Primero, debemos estar comprometidos en predicar el evangelio a nosotros mismos, recordándonos de nuestra continua necesidad de ser rescatados de nosotros y los bajos estándares. Constantemente nos recordamos en cómo somos tentados en valorar lo que es oportuno y confortable, en vez de lo que es excelente a los ojos de Dios. Y nos decimos una y otra vez que para esas batallas hemos recibido una inmensa gracia.
Esto también significa que haremos todo lo posible en mantener las relaciones de unidad, entendimiento y amor entre nosotros. Sabemos que somos pecadores. Sabemos que pecaremos unos contra otros. Sabemos que habrán momentos en que estaremos decepcionados y dolidos. Sabemos que seremos incomprendidos y equivocadamente juzgados. Sabemos que seremos egoístas y controladores, mojigatos y demandantes. Sabemos que nos pediremos unos a otros lo que ya hemos dado a Cristo. Así que determinamos que debemos darnos la humildad de la aproximación y el coraje de amar honestamente. Nos comprometeremos a patrones de confesión y perdón regularmente. Y celebraremos juntos que la gracia permite a los pecadores vivir y evangelizar junto a los pecadores en una comunidad de unidad y amor.
Y estaremos comprometidos a la disciplina de la adecuada preparación que nos permite llevar a cabo de buena manera lo que se nos ha pedido hacer. No puedes tener un ministerio que está comprometido en la excelencia de embajador si estas cosas (disciplinas) no son una parte regular de nuestra comunidad. Si olvidas quién eres, tu ministerio estará moldeado por petulancia mostrando mas cuán grande eres, en vez de qué tan glorioso es el Salvador que está contigo aun en tu debilidad . Si no estás comprometido en amar a la comunidad del evangelio, tu ministerio será por frustración y desaliento, mostrando la gloria de Dios en una forma abstracta, pero no basada en su vitalidad viviente y cambiante de la vida. Y si no estás comprometido a la disciplina de la preparación, ofrecerás un liderazgo desordenado a personas de corta visión que se volverán más una distracción, en vez de un mejoramiento, a su habilidad de ver a Dios por lo que es y entregarle su esperanza.
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