Cuando Dios no es suficiente

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Última versión de 18:40 28 may 2013

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English: When God is Not Enough

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Por Scotty Smith sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por María Gigliola Montealegre-Chaves


"Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (Confesiones de San Agustín).

"Hay un vacío con la forma de Dios en el corazón de todo hombre que no se puede llenar con ninguna cosa creada, sino sólo por Dios, el Creador, que se dio a conocer a través de Jesús" (Pensamientos de Blaise Pascal).

Entonces vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel y se sentaron delante de mí. Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: "Hijo de hombre, estos hombres han erigido sus ídolos en su corazón, y han puesto delante de su rostro lo que los hace caer en su iniquidad... Por tanto, háblales y diles: "Así dice el Señor Dios: Cualquier hombre de la casa de Israel que erija sus ídolos en su corazón, y que ponga delante de su rostro lo que lo hace caer en su iniquidad, y después venga al profeta, yo, el Señor, le responderé entonces de acuerdo con la multitud de sus ídolos, a fin de alcanzar a la casa de Israel en sus corazones, que están apartados de mí a causa de todos sus ídolos"" (Ezequiel, 14:1–5).

Los nuevos corazones que tenemos en Cristo son corazones que todavía necesitan perfeccionarse y cuando Dios "no es suficiente" a nivel funcional, nuestras ansiedades y temores se apoderan de nosotros y por ende vamos a la caza de los dioses diseñados y de pseudo-salvadores. ¿A qué se parece esto?

Al inicio de Ezequiel 14, interceptamos una conversación fascinante que tuvo lugar entre el profeta y Dios. Aquí está la historia de fondo: Israel, en lugar de mostrar y contar la historia de la redención de Dios a las naciones, poco a poco había sido arrastrada hacia el culto de los dioses de los pueblos vecinos.

La inclinación de Israel hacia la idolatría no sucedió porque la gente se aburrió con la liturgia de su templo, o se enamoró de la música de los grupos de adoración en los templos paganos, o se impresionó con la oratoria del nuevo profeta cananea que recién se mudaba al barrio. Nadie en Israel buscaba nuevos servicios de adoración, sino nuevos dioses a quienes servir. El centro de su culto pasó de Dios hacia sí mismos. Empezaron a adorar la adoración más de lo que adoraban a Dios, es decir, su relación con Dios se hizo utilitaria y no doxológica.

Cuando dar gloria al único y verdadero Dios ya no es nuestra pasión principal en la vida, el culto se convierte en un medio práctico para satisfacer las dos misiones básicas de la vida: los suministros y la protección. En lugar de vivir para dar gloria a Dios y buscarle para satisfacer nuestras necesidades, existimos para nuestra propia gloria y para buscar aquellos dioses que satisfagan nuestras demandas.

¿Cómo responde Dios? Tres frases me saltan a la vista en este pasaje tan fundamental, cada una de las cuales destaca con cuánta tenacidad Dios nos ama en Cristo y cómo Él busca implacablemente el afecto de nuestro corazón.

El lamento de Dios: "estos hombres han erigido sus ídolos en su corazón".

Tenemos toda la capacidad de erigir ídolos físicos en cualquier lugar. No importa si se trata de un becerro de oro en el jardín o un automóvil nuevo en el acceso al garaje, la principal inmobiliaria de la idolatría es el corazón. Las obras que realizamos con nuestras manos y las palabras que salen de nuestras bocas, son solamente el desbordamiento de lo que se vive en los santuarios de nuestros corazones. La petición y el mandato de Dios para con nosotros es siempre: "Dame, hijo mío, tu corazón" (Prov. 23:26). Tendrá nuestros corazones, porque sólo Dios merece nuestros corazones.

La promesa de Dios: " yo mismo, el Señor, le responderé de acuerdo con su gran idolatría"

A pesar de que Su paciencia no tiene límites, el amor de Dios por su pueblo lo mueve a actuar con fuerza y, de ser necesario, con dolor. ¿Cómo nos responde Dios conforme a nuestra idolatría? Dios nos permite saborear las, a menudo, destructivas consecuencias de confiar en los ídolos. Sólo cuando nuestros ídolos nos fallan comenzamos a entender la futilidad y la locura de la idolatría (Is. 44). La idolatría lleva en sí un poder cegador y vinculante. Sólo un poder tan grande como la gracia de Dios puede cortar los engaños y destruir las trampas de la idolatría.

La esperanza de Dios: "Voy a hacer esto para recuperar los corazones del pueblo de Israel, ya que todos me han abandonado por sus ídolos".

Como he sido guiado, y a veces arrastrado, en el proceso de transformación del Evangelio, estas pocas palabras de esperanza han significado mucho para mí. ¿Por qué a veces Dios nos hace la vida tan difícil? ¿Por qué Dios suele escribir historias que nosotros nunca hubiéramos escrito, sigue una cronología que nosotros nunca hubiéramos elegido, y contesta nuestras oraciones de maneras que se sienten como que Él nos está rechazando? Él nos da su respuesta: "Voy a hacer esto para recuperar los corazones del pueblo de Israel, ya que todos me han abandonado por sus ídolos". Nadie nos ama como Dios lo hace en Jesús, incluso si esto conlleva un cautiverio babilónico para convencernos.

Los celos de Dios por nuestro amor es el mayor cumplido que Dios nos ha podido pagar, pero también es el regalo más costoso que Él nos ha podido entregar. Era costoso para Dios, ya que requería la vida y la muerte de su Hijo, y es costoso para nosotros ya que significa que el amor de Dios nunca nos dejará ir. Eso puede ser muy perturbador y embrolloso. A veces anunciamos, "Nada va a separarme del amor de Dios", sin darnos cuenta plenamente de todo lo que esto implica. El Dios de amor no va a tolerar nuestro amor por los ídolos. Aleluya y prepárate.



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