Superando una Crisis de Predicación

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English: Getting Through a Preaching Slump

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Por Thabiti Anyabwile sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Laura Coloma


No recuerdo haber escuchado a los predicadores hablar de “crisis.” Quizás sea yo el único que siente haber tenido una. O, quizás hay algunas cosas de las cuales no hablamos en las cenas formales de predicadores. No sé, pero seguro sería sano para los predicadores admitir que a veces estamos “fuera de juego.” No me refiero a cuando predicamos un sermón decepcionante. Me refiero a cuando hemos tenido una serie de malos turnos al bate. De hecho, no sólo los sermones han sido mediocres, sino que nuestros corazones no han sentido lo que hemos predicado. Conocemos las palabras, las escuchamos, las creemos (generalmente), pero no nos conmueven.

Y los domingos continúan. ʕQué hacer?

No soy experto en predicar ni en salir de crisis de predicación. Pero haciendo garabatos esta noche, pensé en seis cosas que podrían ayudar.

Contenido

1.– Arrodíllense

Mucha de la inefectividad del sermón empieza en el closet de los rezos. El predicador busca y descubre que, o ha sentido poca motivación para rezar, o que sus rezos se han hecho mecánicos, o que lo urgente ha eliminado el rezo del calendario. En cualquier caso, no es la técnica en el púlpito. Es la humildad en el closet de los rezos. Los predicadores pueden ser culpables de “ateísmo práctico” o falta de oración. Sé que he sentido la diferencia en mi corazón y en los frutos aparentes de mi predicación cuando he sido fiel en mi comunión privada con Dios.

2.- Tengan Perspectiva

En ocasiones la crisis viene por pensar demasiado. Como el lanzador que una vez hizo 3 puntos sin pensar, pero ahora duda. Está pensando dos veces si lanza o no. El predicador puede pensar demasiado acerca de ese punto exegético, esa ilustración, o la utilidad. Podemos pensar mucho en la forma de hablar o en nuestra audiencia, o confiar demasiado en el sermón. Cuando eso ocurre tal vez necesitemos recordar un par de cosas básicas. Predicamos para una audiencia de Uno. La palabra hace el trabajo. El Señor entierra al trabajador y prosigue con el trabajo. Debemos fijar nuestra mente en el Dios omnipotente que enmarca los cielos con una palabra de dos letras. Debemos confiar más fuerte en Dios mismo. Ѐl hará que Su palabra logre Sus propósitos.

3. – Busquen Ayuda

Algunas veces el predicador sólo necesita ayuda. Nunca se han preguntado ʕpor qué los golfistas profesionales o los jugadores profesionales de baloncesto tienen entrenadores? En ocasiones se desarrollan malos hábitos. Hay un problema a la hora de golpear la pelota, o el codo necesita estar perpendicular al suelo en ese tiro libre. Pero no lo vemos. Necesitamos que alguien nos ayude. No debemos ser tan orgullosos para buscar esa ayuda – bien sea pidiendo a otro pastor que escuche algunos sermones, o realizar una revisión de sermones con el personal, o leer buena literatura sobre predicación. De vez en cuando, las crisis de predicación terminan gracias a una pequeña influencia imparcial y cariñosa que proviene de afuera. No debemos tener miedo de buscarla.

4. Olvídense de Ustedes

Esta es prima hermana de la número 2 arriba. Mientras que la opción número 2 tiene que ver con tener una perspectiva adecuada de Dios, esta se refiere a tener una perspectiva adecuada de nosotros mismos como hombres y predicadores. Si hay algo que sé acerca de la predicación y de los predicadores es que la predicación es un invernadero de orgullo y los predicadores son por lo general sumamente inseguros. Se nos suben los humos y pensamos que somos “buenos” o hasta “excelentes” predicadores después de un par de sermones que el Señor parece bendecir. Nos podemos olvidar muy fácilmente de atribuirle gloria a Dios cuando Ѐl toma nuestras palabras sosas y sin inspiración y las convierte en alimento y nutriente para nuestra gente. En cambio un “mal” sermón o uno “regular” que no levanta elogios pueden llevar al predicador a tener dudas y sentir lástima de sí mismo. En cualquier caso, necesitamos olvidarnos de nosotros. Necesitamos que la carne sea crucificada nuevamente con Cristo. Necesitamos una estrategia consciente para olvidarnos de nosotros, “escondiéndonos detrás de la cruz,” y aceptando nuestra insignificancia. Si logramos eliminar la tendencia a fortalecer la imagen caída de nosotros mismos y las necesidades de nuestro ego a través del púlpito, nos veremos totalmente libres de crisis provocadas por el orgullo.

5. Descansen

Mucha de nuestra vida espiritual depende del descanso adecuado como un acto de fe. Hay una gran diferencia entre obligarse a dormir y descansar en el Señor. El ciclo normal del ministerio pastoral necesita momentos de descanso. Esto es aun más importante cuando el trabajo intensivo con personas que caracteriza el ministerio pastoral y la predicación parecen una carga muy pesada. No todos los predicadores son introvertidos. Quienes no lo son necesitan retiros periódicos como parte de su rutina. Todos lo hacemos. Por lo que es importante que controlen sus horarios, sus niveles de energía, y su recreación (en el sentido tradicional de la palabra). La energía y el descanso influyen en la predicación. Si descansamos antes de agotarnos nos daremos cuenta de que las crisis son menos frecuentes y menos profundas.

6. Manos a la Obra

El lanzador en crisis debe seguir lanzando. El golfista en crisis debe seguir golpeando. El quarterback (una posición en fútbol americano) tiene que continuar lanzando. De igual manera, el predicador en crisis debe continuar predicando. Puede hacerle bien tomarse un tiempo para reanimarse. Pero en algún momento deberá subir otra vez las escaleras que llevan al escritorio sagrado y predicar. Eso es lo que hace. Y la única forma de superar una crisis, es atravesarla. Por lo tanto, necesitamos comprometernos nuevamente a hacer nuestro trabajo de texto, oración, lectura, escritura, oración y luego predicar con todo nuestro ser. Déjenlo todo a los oídos de la gente y sigan jugando el próximo domingo. Gardner Taylor una vez llamó a la predicación una “dulce tortura.” Y sí lo es. Puede ser un llamado tortuoso. Pero para quien recibe el llamado es un privilegio dulce y sagrado.

Preguntas: ʕAlguna vez han tenido una crisis de predicación? ʕCreen haber visto a su pastor pasar por una crisis de predicación? ʕQué hacen (o qué hace su pastor) para salir de esas crisis?



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