Moisés el Libertador: Un judío errante
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Revisión de 20:00 26 jun 2013
Moisés estaba inmerso en los dorados aposentos del Faraón, el líder político y religioso de nación más grande del mundo, Egipto. Este Shasu (nómade errante en egipcio), este atrevido y oloroso hombre, demando en la corte Egipcia que su pueblo debía ser libre para adorar en el desierto. De este modo comenzó una disputa de voluntades, de reinos, de poderes sobrenaturales. A medida que la disputa progresaba, los magos del Faraón fueron capaces de simular uno o dos señales de Dios, pero no pudieron reproducir la obra que Dios había hecho en Moisés. Ni aunque quisieran.
¿Alguna vez encontraste alguien con falsa humildad? Pongámoslo entre comillas era “Humildad”, no Humildad. La “Humildad” dirige la atención en sí misma y trata de manipular a la gente, es un esfuerzo artificial impulsado por el temor del hombre y la envidia del verdaderamente humilde. Esto no es igual a la humildad.
Por lo que mucha gente claman ser cristianos cuando claramente no lo son y las iglesias están llenas con gente que tienen una cultura cristiana y de este modo son forzadas a simular una de las áreas claves de la madurez (Humildad), tú podrías creer que seriamos expertos en distinguir entre lo real y lo falso . Pero la humildad es algo que somos no que hacemos. Los cristianos occidentales tenemos poco interés en pensar en esta virtud, solo escribimos sobre ella. Debería ser nuestro deber reflejar la verdadera humildad de manera que podamos detectar la que es falsa en aquellos que están bajo nuestro cuidado y principalmente en nosotros mismos. Moisés será nuestro guía en esta parte del trayecto.
Eligiendo la humildad
Tres eventos claves dieron forma a la vida de Moisés convirtiéndolo en el hombre más manso sobre la faz de la tierra (Num.12:3). Su nacimiento y subsecuente adopción, su huida de Egipto y su muerte en la cima del Monte Nebo cerca de la Tierra Prometida fueron golpes aplastantes. Los tres fueron humillantes, pero solo porque algo sea humillante no significa que necesariamente guie a desarrollar humildad.
El Faraón es un ejemplo. En medio de la abrumadora y aplastante derrota Moisés dijo, “Así dice el Señor, el Dios de los hebreos:" ¿Hasta cuándo rehusaras humillarte delante de mí?” (Ex. 10:3).
El Faraón tenía que tomar una decisión ante cada milagrosa humillación pero el eligió sufrir por el orgullo y la arrogancia en lugar de tener un corazón humillado. En contraste Moisés encontró gracia para caminar a través de todos los puntos claves de sufrimiento en su vida con su cabeza inclinada a Dios de quien fluían todas las cosas, Moisés eligió humildad.
Principio de la humildad
Hay una humillación particular que viene con la adopción, y algunas se pueden manejar mejor que otras. Antes de saltar a una conclusión prematura. Yo fui adoptado y no tengo nada de qué arrepentirme, pero otros ven esta experiencia con vergüenza: “¡Fui abandonado por mis padres! Aun, creo que la mayoría no fue colocada en la Agencia de Adopción del Nilo, flotando en un rio infestado de cocodrilos, en lo que podríamos llamar, en un lenguaje político, “un programa de adopción peligroso”.
Moisés podría tener ningún orgullo en su comienzo. Su vida fue salvada, pero fue despojado de su herencia. Podría haberse gloriado en su educación, pero imagina el tormento de ser solo un Shasu en la escuela real. Mas que ser un hombre criado intelectual y fuerte entre su propia gente, el fue criado como un niño-shasu, un hijo abandonado, en una corte pagana que no tenía conocimiento de su Dios o de su pueblo, excepto en tono de burla.
Nosotros tampoco tenemos de que enorgullecernos en nuestros comienzos. J.C. Ryle dice: “El que desee ser salvado, ´permítale que este día conozca que el primer paso hacia el paraíso es tener un profundo sentido del pecado y una baja estima de si mimo. Déjenlo arrojar esa tonta y débil tradición de que el comienzo de la religión es sentirnos bien nosotros mismos. Déjenlo más bien captar que debemos comenzar por sentirnos mal y hasta que realmente no nos sintamos mal no sabemos nada de la verdadera bondad o del cristianismo salvador. Feliz el que ha aprendido a acercarse a Dios con la oración del publicano, “Dios, ten piedad de mi, pecador”. (Lucas 18:13)
Hay muchos beneficios en buscar ser llenos en Cristo y en las promesas de Su Evangelio. Pero buscar auto-actualización, auto-exaltación, auto-superación aparte de Dios o de alguna experiencia que hayamos tenido con El, hace que tenga tanto sentido como el ratón procurando lo mismo de un gato.
Humildad y santificacion
Moisés, el Shasu, hizo su casa en Egipto. Por eso, los hebreos lo vieron con sospecha. En lugar de considerarlo como un chico de campo que se volvió bueno, ellos lo vieron como un traidor. Cuando el arriesgo todo para salvar a un Hebreo, cometiendo una ofensa capital porque mato a un egipcio que estaba golpeando al esclavo, el pudo haber pensado “Esto me hará ganar el favor de mis hermanos hebreos. “Eso no importo”. El aun era un shasu y un traidor. El fue forzado a huir y vivir como un pastor nómade por 40 años. Ahora no era solamente un insulto, ahora él era un shasu profesional.
Pero fue después de esto que el creció, madurando de un justiciero impulsivo a un hombre quien se inclinaría ante un Dios santo que le habla desde una zarza ardiente. ¿Dónde experimentamos el mayor crecimiento espiritual? Puede ocurrir en varios lugares, en una sofisticada conferencia, ante el lecho de muerte de un padre o mientras leemos la Biblia de los Gedeones en el cuarto de un viejo hotel. Pero nunca experimentamos crecimiento cuando carecemos de humildad. Ryle dice,” la madurez es para Su gloria, como el maíz maduro, el inclino su cabeza. Cuanto más brillante y clara sea su luz lo mas que vera los defectos y debilidades de su propio corazón”.
Humilde en la vida y la muerte
Moisés vivió una vida notable y obediente. Su liderazgo poderoso alimentado por Dios trajo a la nación de Israel a la Tierra Prometida. Pero como él se reveló abiertamente contra Dios (Núm. 20:11-12), le fue negado entrar a Canaán. El calmadamente acepto su castigo, este pronunciamiento vergonzoso. Y después Dios repitió esta sentencia de muerte en Deuteronomio 32, las siguientes palabras que vemos de Moisés no son quejas sino bendiciones. Dios gentilmente lo llevo a la cima del Monte Nebo y le mostro las tierras que aguardaban a Israel. Luego Dios tomo su vida gentilmente y enterraron su cuerpo en Moab, Moisés murió en humildad.
Nuestra tecnología nos ha dado la ilusión de que podemos resistir la muerte, en contra de Dios quien es soberano sobre la vida y la muerte. En el reino espiritual, somos engañados a creer que es la teología que amamos o la ley que guardamos la que sostiene nuestra vida espiritual. Dios nos ordena a perseverar, no podemos ser separados de los dones de la gracia de Dios que recibimos momento a momento, de la constante intercesión de Cristo ante el Padre en nuestro favor, la constante guía del Espíritu Santo. No podemos mirar a un cristiano morir sin ser profundamente conmovido y humillado por la experiencia.
Vamos a mirar y aprender humildad hermanos y hermanas. Evitemos como a la plaga a aquellos que nos quieren infectar con su falsa humildad y nos pidan que lo acompañemos en su juego. Recuerda, “Muchos son humillados, pero no humildes, bajo pero no humilde” (John Trapp).
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