Usted puede ser hospitalario incluso con poco
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Trillia Newbell sobre Comunión y Hospitalidad
Traducción por The Gospel Coalition
Me encanta acoger gente en mi casa - ¡cuantos más mejor! La idea de algún día tener un hotel casero tipo "cama-desayuno" y prepararle comida sureña (huevos, tocineta, panecillo, salsas) a extranjeros que han viajado a lo largo y ancho del país, hace que esta chica de Tennessee salte de alegría. La hospitalidad es un gozo para mí, no una carga. Pero un cambio reciente me ha dejado con mucho menos espacio para hospedar. Es fácil excusar nuestras actitudes de poca hospitalidad debido a la falta de espacio o a tener la casa desorganizada. Sin embargo, este cambio me ha hecho recordar que la hospitalidad es un asunto del corazón, no de metros cuadrados o pulcritud.
Mi familia se mudó recientemente de una casa estilo rancho, de tres dormitorios y un sótano completo, a un apartamento de dos dormitorios. El apartamento es lo suficientemente amplio para nosotros, pero sin duda más pequeño. Cuando nos mudamos a la zona, dudé en decir que yo vivía en un apartamento cuando la gente me preguntaba dónde yo vivía. En lugar de esto, yo decía algo como: "Vivo en un barrio en las afueras de la carretera interestatal". No pasó mucho tiempo antes de que el Señor me diera convicción de mi orgullo y temor a los demás. La mundanalidad y la codicia se habían deslizado en mi corazón. ¡Gracias Señor por la revelación y el arrepentimiento que siguió! Pero entonces, los amigos que venían de visita comenzaron a solicitar permanecer en nuestro apartamento.
Tenemos la tentación de querer esperar hasta que todo esté "perfecto" -que la casa sea amplia, limpia y hermosa- antes de permitir que alguien la visite. Nuestra nueva casa parecía demasiado pequeña para ser realmente acogedora. Y debido a la falta de espacio, teníamos cajas amontonadas en las áreas sociales del apartamento. O sea que se puede decir que vivíamos en una caja, llenos de cajas, ¿ya mencioné que tenemos dos hijos? Así que es una caja, llena de cajas y juguetes. No hay manera, pensé. Me imagino que otros más comparten mi preocupación acerca de si podemos atender adecuadamente a los huéspedes.
Se trata del amor
Pedro llegó al corazón de la hospitalidad cuando instó a sus lectores a " Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones", ( 1 Pedro 4:9 ). La hospitalidad era una cuestión de supervivencia en el primer siglo. Por lo tanto, Pedro recordó a los cristianos el no quejarse durante esta actividad tan común.
Continuando con lo que dicen las Escrituras sobre la hospitalidad, Pedro nos dice que debemos "ante todo, tened entre nosotros ferviente amor" y "cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros" (1 Pedro 4:08 , 10). La hospitalidad es una forma práctica de amar a tu prójimo como a ti mismo y de avivar la llama del don que Dios te ha dado.
Se trata del corazón
Es posible tener una casa completamente limpia, todas las habitaciones en orden, gran espacio, y una comida que un restaurante de cinco estrellas envidiaría, y sin embargo no ser hospitalario. Tal vez lo has hecho. Todo está limpio y ordenado, pero aún corres como Marta "preocupada con muchos quehaceres" en lugar de sentarte y disfrutar de tus invitados como María, sentada a los pies de Jesús (Lucas 10:38-42). El amor transforma la hospitalidad. Cuando empezamos a pensar en servir a los demás compartiendo no solo nuestros espacios, sino también nuestros corazones, podemos abrir las puertas con alegría.
Pablo encargó a los primeros cristianos a "compartir para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad " (Romanos 12:13). La hospitalidad y el cuidado de las necesidades de los demás marcan nuestra fe. En ninguna parte Pablo le pone calificativo a su mandato. Él no dijo: "Muestra hospitalidad, pero sólo si dispones de mucho espacio y todas tus posesiones se almacenan cuidadosamente". Nosotros no debemos esperar a que todo esté perfecto: ofrecemos lo que tenemos y confiamos en Dios para bendecir a nuestros huéspedes.
Por la gracia de Dios, no dudé por mucho tiempo antes de invitar huéspedes a nuestro hogar. De hecho, hemos tenido más visitantes extranjeros en nuestro pequeño apartamento de 1.200 pies cuadrados que lo que tuvimos en el mismo periodo de tiempo en nuestra casa amplia.
Recordemos que la hospitalidad no es sobre el qué, cuándo y dónde. Se trata de "quién". La hospitalidad es acerca de la persona a la que le damos la bienvenida y amor. Podemos confiar en que el Señor bendecirá a los que vienen a nuestras puertas si tenemos corazones para servirles y amarlos. Sus invitados puede que recuerden su espacio, pero es seguro que recordarán su cuidado.
La apertura de su casa puede parecer una tarea de gran envergadura. Pero es una pequeña acción de gracias al Señor, que lo dio todo para vivir entre nosotros y morir en la cruz en nuestro lugar.
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