Hijitos, Guardaos de los ídolos
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Tom Steller
sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Let Us Walk in the Light: 1 John
Traducción por Maria del Carmen Zanassi
1 Juan 5:18-21
“Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno. Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos, guardaos de los ídolos”.
Una manera extraña de terminar la carta
“Hijos, guardaos de los ídolos”. De qué manera extraña y peculiar Juan termina la carta. Es extraña por, al menos, un par de razones.
Es extraño que termine con un mandato
Primero, de todo es extraño terminar la carta con un mandato cuando está dirigida a generar seguridad. Uno pensaría que iba a terminar con una promesa jugosa y alentadora, pero en cambio les ordenó hacer algo a sus lectores. Esto se hace más complicado cuando nos damos cuenta de que, a través de esta carta, Juan insiste en la necesidad de obedecer los mandamientos como un prerrequisito para que tengamos vida eterna. Y ahora termina su carta con un mandato más para agregar a la lista.
Es extraño que termine con este mandato en particular
Pero, no solo es extraño que termine la carta con un mandato, sino que el hecho de que lo haga con este mandato particular es especialmente desconcertante. “¡Hijos, guardaos de los ídolos!”. ¿Por qué repentinamente toca este tema? El mandato aparece repentinamente. Parece haber aterrizado desde el espacio exterior en el lugar equivocado de nuestra Biblia. Si 1 Corintios terminara de esta manera, no hubiera sido tan extraño, porque Pablo le dedica tres capítulos a temas relacionados con la idolatría. Pero, en los cinco capítulos y en los 104 versículos de 1 Juan, los cuales nos llevaron 20 semanas solo para tratar una pequeña parte, la palabra “ídolo” ni siquiera ha aparecido una vez.
Por eso, nuestra tarea esta mañana es tratar de ver por qué Juan concluye su carta de esta manera sorprendente. De todas las cosas con las que Juan podía haber dejado a sus lectores, ¿por qué quiere dejarnos con una advertencia contra la idolatría? Y mientras buscamos responder esta pregunta vamos a tener que definir de dónde provienen estos ídolos de los que tenemos que protegernos. Y de qué manera este mandato puede ser relevante en la Norteamérica del siglo veinte, donde los ídolos son historia antigua, o ¿o no lo son?
La idolatría en el contexto más amplio de la Biblia
Empecemos por ver la idolatría en su contexto más amplio en la Biblia. Vayan conmigo a Éxodo 20:3. Los Diez Mandamientos que Dios dio a Moisés para la gente del pacto comienzan y termina con un mandato contra la idolatría. “No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso”. Luego, en el versículo 17, al final del Decálogo, nos dan este mandamiento: “No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo ni su sierva, ni su computadora o su trabajo, o su apariencia o su inteligencia o sus vacaciones o su auto o su bicicleta o su ministerio o su salud o su novio o su elogio o nada que pertenezca a tu prójimo o a Dayton o a Iten Chevrolet”.
La razón por la que digo que codiciar, como se menciona en mi versión amplificada de Éxodo 20:17, es idolatría se debe a que el Nuevo Testamento nos enseña que la codicia es idolatría. Y Efesios 5:5 dice: “Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro o avaro que es idólatra tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”.
¿Qué es idolatría?
¿Qué es, entonces, idolatría? Idolatría es valorar cualquier cosa o cualquier persona más que el único Dios verdadero. Un ídolo es una cosa o una persona que tiene un papel protagónico en nuestros afectos. Dios es celoso. Necesita tener un papel protagónico en nuestras vidas. Cualquier cosa que usurpe ese lugar es un ídolo, sea este una esposa, un hijo, un proyecto humanitario, pornografía, drogas, poder sobre los pobres o religión. Un ídolo es un sustituto de Dios. La arqueología limita los ídolos a estatuas de piedra; la teología bíblica enseña que la idolatría es cualquier cosa que toma el lugar de Dios en nuestras vidas. Cuando lo entendemos de esta manera, nos podemos dar cuenta que la idolatría no es historia antigua, sino que está viva y prospera en Norteamérica, mientras nos apresuramos hacia el siglo veintiuno.
Por lo tanto el mandato final de Juan, “Hijos, guardaos de los ídolos”, tiene tanta relevancia para nuestros días como la tuvo para toda generación desde la creación.
¿Por qué concluir la carta con esta advertencia?
Ahora tenemos que plantear la pregunta: “Esta bien, Juan, nos damos cuenta que la idolatría es un tópico relevante, pero ¿por qué concluye su carta de esta manera?”
La respuesta que nos da Juan es: Pueblo de Bethlehem he sido su instructor durante 20 semanas. Han sido una congregación atenta. Es sencillamente justo que les haga una prueba final. Por eso, concluí mi carta con un enigma: “Hijos, guardaos de los ídolos”. Mi intención es que inicialmente se sientan perplejos para que piensen, investiguen y discutan hasta que el foco de luz se encienda. Y entonces verán como esto encaja. Y cuando lo entiendan, van a querer obedecer.
Saber que Dios es verdadero y real
Bueno, al pensar, investigar y discutir, comencé a ver cosas que nunca antes había visto. Lo primero que vi fue tan obvio que no podía creer que no lo hubiese visto antes. El versículo 21 no es impredecible. Sigue al versículo 20. La repetición de una palabra clave en el versículo 20 conduce naturalmente al mandato del versículo 21. “ sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos, guardaos de los ídolos”. Por supuesto, la palabra clave es “verdadero”. Verdadero en el sentido de “real”. El objetivo de la venida de Jesús al mundo, según el versículo 20, ocurrió para ayudarnos a entender que Dios es real, que realmente existe, que realmente es luz, que realmente es amor. Dios no es el producto de nuestra imaginación. Él es la realidad máxima de este mundo.
Semillas de duda en El Mago de Oz
La película El Mago de Oz casi destruyó mi fe cuando era un niño pequeño. O al menos abrió la puerta para dudar de la existencia de Dios por primera vez en mi vida. Un tornado llevó a Dorothy y a Totó a una tierra lejana llamada Oz. Les dijeron que la única esperanza de volver a su casa en Kansas era encontrarse cara a cara con el gran Mago de Oz. Por lo tanto, alentada por la esperanza, Dorothy emprendió viaje por el camino de baldosas amarillas hacia la Ciudad Esmeralda, evangelizando a lo largo del camino. El espantapájaros, el león y el hombre de hojalata se convirtieron y la acompañaron al palacio del Mago. Mientras miraba la película, también me convertí. Mis esperanzas se multiplicaron. Casi no podía esperar para ver al mago. Tenía grandes expectativas. Y en efecto cuando llegaron allí el mago de Oz era más impresionante de lo que podíamos haber imaginado. Su cara era más grande que la vida; su voz estridente resonaba fuera de las paredes del palacio. Pero, ¿saben lo que pasó entonces hacia el final de la película?
Totó deambula detrás de la cortina, la abre y revela la verdad detrás del Mago de Oz. El Mago de Oz era un engaño. Era un anciano generoso pero patético, sin ningún poder especial. Él simplemente proyectaba su cara sobre una pantalla gigante y amplificaba su voz. Lo que Dorothy, el espantapájaros, el león, el hombre de lata y yo habíamos esperado resultó no ser real.
Como resultado de esta película, específicamente puedo recordar que me preguntaba, por primera vez en mi vida, si Dios era un engaño. Quizás mi cura, el Padre Winzerling, era un fraude, o tal vez también a él lo habían engañado. Quizás a alguna mente maestra se le ocurrió la religión y creó la Biblia para engañar a gente ingenua y desesperada. Tal vez Dios no era real. Tal vez realmente Dios no existía en absoluto, excepto los que podíamos inventar con nuestra imaginación. Qué pensamiento tan temible para un muchacho, religioso como yo. ¿Han tenido esos pensamientos alguna vez? ¿Se preguntan alguna vez ahora si Dios existe – quiero decir, si existe realmente? ¿Es real Dios o es algo elaborado por nuestra ilusión? ¿Estamos solo jugando aquí domingo tras domingo? A veces, aún desde que me he convertido en un cristiano, esos pensamientos vienen a mi mente.
Jesús es la evidencia de que Dios es real
¿Cuál es la solución para esta duda? La respuesta del apóstol Juan es “Jesús”. Jesús es la evidencia de que Dios es real. Según el versículo 20, Jesús, el Hijo de Dios, “ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos al que es verdadero”. En 4:7, 10 se nos dice que Dios, al mandar a Jesús para morir por nosotros, manifestó su amor por nosotros, es decir, hizo su amor real, concreto, tangible, inequívoco para aquellos que lo podían ver.
La realidad de Jesús nos garantiza la realidad de Dios. Es por eso que en toda su carta, Juan se preocupa para que sus lectores permanezcan fieles al Jesús real. Algunos falsos maestros enseñaban: “Jesús no es el Cristo”, 2:22, o “Jesús no ha venido realmente en carne”, pero Juan insistió en que Jesús vino en carne, que realmente es el Cristo.
¿Por qué tenemos que creer a Juan?
Bueno, Juan, ¿por qué tenemos que creerle? Su respuesta serían los cuatro primeros versículos de la carta: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos acerca del verbo de vida - pues la vida ha sido manifestada y nosotros la hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó -; lo que hemos visto y oído os proclamamos también a vosotros”. Juan vio, oyó y tocó a Jesús antes de que muriera y después de que resucitara. Fue un testigo.
La realidad de Jesús demuestra la realidad del Padre y Él es nuestra conexión al Padre. El versículo 20 nos dice que estamos en Dios, que es verdadero al estar en su Hijo Jesucristo. El versículo 21 sigue: “Hijos, guardaos de los ídolos”.
El objetivo de la carta en términos negativos
Creo que hay otra razón por la que Juan quiere que sus lectores dejen la carta con el versículo 21 sonando en sus oídos. ¿Se acuerdan del problema que expusimos al principio? Repetidamente hemos dicho que el sentido de la carta de Juan es la seguridad de la vida eterna. Lo desconcertante acerca de la carta es que solo tenemos la seguridad de la vida eterna si obedecemos los mandatos de Dios. Por ejemplo, 3:14: “Nosotros sabemos que pasamos de muerte a vida (seguridad), porque amamos a los hermanos (condición)". Ahora, Juan cierra la carta con un mandato – no amarnos unos a otros, lo cual podíamos haber esperado – sino que nos cuidemos de los ídolos.
Pero, al considerar este mandato, me quedó claro como todo se relaciona. Me pregunté. “¿Cuál es el equivalente positivo de cuidarse de los ídolos? Bueno, el versículo precedente sugiere la respuesta: “estamos en el Dios que es verdadero”. O usar la frase que aparece una y otra vez – al menos 11 veces a través de toda la carta – específicamente, “Permanecer en Dios/permanecer en Jesús”. Lo cual es virtualmente un sinónimo de otro concepto repetido frecuentemente, “el amor a Dios”.
Por lo tanto, en otras palabras, lo que Juan está haciendo cuando dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos” es poner en desconcertantes términos negativos lo fundamental que ha estado afirmando a través de la carta, precisamente: “amen a Dios”, “permanezcan en Dios”, “estén en Él que es verdadero”. “Hijitos, guardaos de los ídolos”. “Hijitos, amen el único que es verdadero, permanezcan en Él”.
La Manera Perfecta de Terminar la Carta
Esta es una manera perfecta de terminar la carta, en la cual el principal objetivo es la seguridad de la vida eterna condicionada por la obediencia. Porque el poder afianzado en la obediencia es amor por Dios. En 5:2, leemos: “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos”.
Los mandamientos de Dios no son difíciles de obedecer si lo aman. Si se deleitan con sus promesas de hacerles el bien y confían que Él es real, genuino, entonces hacer lo que Él manda será lo único que van a querer a hacer. Porque confiamos que nunca nos mandará a hacer algo que nos destruya. Solo nos manda a hacer lo que es mejor para nosotros. Otro tema recurrente que teje su camino a través de las Escrituras, desde el Génesis hasta la Revelación, dice así: “Andad en todo el camino que el Señor, vuestro Dios, os ha mandado, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a poseer” (Deuteronomio 5:33). Si aman a Dios, si confían que esto será bueno para ustedes, obedecer los mandamientos de Dios no será difícil, sino lo único que quieran hacer.
El triple objetivo de 1 Juan
Por lo tanto, el triple objetivo de 1 Juan puede resumirse así: Seguridad de vida eterna – basada en la obediencia – fortalecida por el amor a Dios. “Estas cosas os he escrito a vosotros, que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (5:13). “Sabemos que pasamos de muerte a vida porque amamos a nuestros hermanos" (3:14). “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos” (5:2-3). El triple objetivo de Juan es la seguridad de la vida eterna, condicionada por la obediencia y fortalecida por el amor a Dios.
Amor por Dios, lealtad a Dios y confianza en Dios es el motor de esta gran carta. Por eso, no sorprende después de todo que Juan dejara estas palabras sonando en los oídos de sus lectores: “Hijos, guardaos de los ídolos . . . Hijos, guardaos de los ídolos…Hijos, guardaos de los ídolos”.
¿Cómo nos cuidamos de los ídolos?
¿Cómo hacemos aquí en Bethlehem cuando se trata de obedecer este mandamiento fundamental? ¿Cómo hacemos, ustedes y yo, en la privacidad de nuestros corazones, cuando ningún otro ser humano nos está mirando? ¿Nos cuidamos de los ídolos? ¿Nos cuidamos de los sustitutos de Dios? ¿Hay algo o alguien que está tomando el lugar de Dios como papel protagónico de nuestras vidas?
Periódicamente, necesitamos hacer un inventario y apartar los dioses extraños que se han introducido en nuestros corazones. Por lo tanto, mientras finalizamos nuestro estudio de 20 semanas de 1 Juan, tenemos que preguntarnos ¿Cómo nos cuidamos de los ídolos, cómo alejamos a los dioses extraños que se han escabullido inesperadamente? La manera bíblica es concentrarnos en toda la capacidad del único verdadero Dios para suplir todas nuestras necesidades y la completa deficiencia de todos los dioses conflictivos.
Dios mismo es la vida eterna
En los versículos 18-20 del capítulo 5, Juan nos da tres incentivos para cuidarnos de los ídolos. Según el versículo 20, el único Dios verdadero, que conocemos como Jesús, no solo da vida eterna sino que Él mismo es la vida eterna. La vida eterna que Jesús nos ha prometido es nada menos que la íntima comunión personal con Dios para siempre – una comunión que comienza y se transforma en el aquí y ahora, y luego se extiende por siempre jamás, sin fin, ininterrumpida por la muerte.
Solo aquellos que son de Dios son liberados de la sujeción del maligno
El incentivo en el versículo 19 es que solo aquellos que son del único Dios verdadero son liberados del poder del maligno. Hay un maligno, hermanos y hermanas, su nombre es Satanás. Él también es real. Está muy satisfecho de ser ignorado por la sofisticada Norteamérica, porque en la ignorancia Satanás los tiene bajo su poder. Pero, aquellos que son de Dios han sido “librados del dominio de las tinieblas y trasladados . . . al reino de su Hijo Amado” (Colosenses 1:13).
Jesús protege a aquellos que son nacidos de Dios
Como aprendimos la semana pasada, el incentivo del versículo 18 es que Dios protege a aquellos que son nacidos de Dios del pecado mortal, de la persistente desobediencia no confesada. Jesús nos protege del maligno. Satanás puede tentarnos, pero no nos puede tocar. No puede infligir daño definitivo en aquellos que han nacido del único Dios verdadero.
Incentivos positivos y negativos
En 2:15-17, Juan nos dice que nos cuidemos de los ídolos usando diferentes palabras. Escuchen los incentivos, tanto positivos como negativos: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo”, esto es, cuídense de los ídolos. “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
Bendiciones o dolores
Repasando, toda la Biblia es una declaración de las bendiciones de alabar al único Dios verdadero y una declaración de los dolores que inevitablemente se originan al sustituir a Dios por alguna cosa o por alguien.
Escuchen el contraste en el Salmo 115:3-8: “Nuestro Dios está en el Cielo, Él hace lo que le place. Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de mano de hombre. Tienen boca y no hablan; tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen; tienen nariz y no huelen; tienen manos y no palpan; tiene pies y no caminan . . . Oh Israel confía en el Señor, Él es [tu] ayuda y [tu] escudo”.
La satisfacción de nuestra sed
Si se sienten tentados de decir no a Dios y sí a algún placer fugaz – a algún ídolo - o si ya han pecado, permitan que esta letanía de las Escrituras los vuelva a atraer al verdadero Dios revelado en Jesús:
Cruzad a la costa de Chipre y ved; y enviad gente a Cedar y observad atentamente, Y ved si ha habido cosa semejante ¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, aunque esos no son dioses? Pues mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. Espantaos, oh cielos, por esto y temblad, quedad en extremo desolados – declara el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí frente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua (Jeremías 2:10-13)
Oh! Todos los sedientos venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed. Venid comprad vino y leche, sin dinero y sin costo alguno ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan y vuestro salario en lo que no sacia? Escuchadme atentamente y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma. (Isaías 55:1-3)
Y finalmente, Jesús dijo:
Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dará se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna (Juan 4:13-14).
¡Hijos míos, cuidémonos de los ídolos!
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