El dolor: un jardín secreto del orgullo

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English: Pain: A Secret Garden of Pride

© Desiring God

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Por Marshall Segal sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Rebeca Lescano


El dolor puede ser un jardín secreto del orgullo.

No hablamos de ello a menudo porque es un tema muy delicado, muy vulnerable, muy doloroso. Pero, por muy delicado que sea el tema del dolor, es igualmente peligroso andar de puntillas a su alrededor. John Piper escribe lo siguiente sobre nuestro dolor:

Satanás utiliza el placer y el dolor para intentar destruir nuestra fe. Se vale del placer para hacernos dudar de la grandeza satisfactoria de Dios, y del dolor para hacernos dudar de su bondad soberana.

El dolor puede ser un arma poderosa para el bien en el corazón de la fe. Puede producir una humildad más profunda y sincera y una mayor dependencia de Dios. Y el dolor puede infligir heridas mucho peores y más duraderas que cualquier agonía física. En el peor de los casos, puede hacer que dudemos de la bondad de Dios, que nos rodeemos en la autocompasión y que nos aislemos de él, así como de los demás.

El dolor se enorgullece porque cree que nadie más lo entiende. Nadie siente lo que yo siento. Y así el dolor se distancia de cualquiera que intente hablar de su sufrimiento. Pero los afligidos se infligen aún más cuanto más se alejan de los demás. Dios sé ha dado a sí mismo, su palabra y a los demás para producir fe, e incluso alegría, en medio del dolor, incluso del dolor más severo y único.

Una prueba para determinar si nuestro dolor está produciendo orgullo es preguntarnos cómo respondemos al estímulo de los demás, tal vez especialmente de otros creyentes que no entienden nuestro dolor. ¿Estamos dispuestos a escuchar la palabra y la esperanza de Dios de alguien que no ha experimentado o no puede comprender nuestro sufrimiento actual? Si no estamos dispuestos, entonces el dolor nos ha llevado al aislamiento y Satanás está teniendo éxito en su propósito para nuestro sufrimiento.

Estudio de caso: El dolor de la soltería no deseada

Estoy aprendiendo esta lección sobre mí mismo a partir de mi propia experiencia con el sufrimiento. Desde muy joven, anhelaba el afecto, la seguridad y la intimidad que esperaba tener con una esposa. Mucho antes de poder conducir, ya buscaba apasionadamente el matrimonio. Por eso, cuando Dios me negó la boda mucho después de que la mayoría de mis amigos ya se habían casado, experimenté el dolor y la soledad de la soltería no deseada. No es ni remotamente tan insoportable o intenso como muchos otros sufrimientos y pérdidas, pero fue real y duró para mí durante más de 10 años.

Hace un par de años, escribí algunos artículos relacionados con la soltería cuando todavía no estaba casado y parecieron tener buena aceptación. Supongo que los artículos gustaban y los compartían a muchos, en parte, porque yo mismo era un hombre soltero que reflexionaba sobre las dificultades (y las bondades) de la soltería no deseada.

En abril de este año, después de un par de décadas de intentarlo, fracasar y madurar, finalmente me casé con mi esposa. Apenas cuatro meses después, me sorprende lo rápido que parezco haber perdido toda credibilidad ante algunas de las personas que aún no se han casado. Mi yo recién casado publicó un artículo titulado «Esperanza para los solteros infelices». El artículo se basó en un capítulo que escribí para un libro sobre la masculinidad y la feminidad, Designed for Joy por su título en inglés Si bien muchos expresaron su aprecio por el artículo, un nuevo coro de voces se opuso a mi escrito:

«No quiero ser irrespetuoso con esto, pero es difícil tomar en serio un artículo sobre la soltería escrito por alguien que está casado.»

«Sé que las palabras de tu artículo son ciertas, pero estás casada. Es fácil hablar así cuando ya estás casado.»

«Esto es simplemente ofensivo. Sólo las personas que ya están casadas escriben cosas así.»

«Siempre son las personas casadas las que te dan el consejo de estar satisfecho con Jesús. Para ellos es muy fácil decirlo.»

Lo irónico es que escribí el artículo hace más de un año, cuando todavía estaba soltero. Decidimos publicarlo ahora para ayudar a difundir la noticia sobre el nuevo libro. Estaba diciendo las mismas verdades con la misma voz, pero mis palabras se encontraron con una nueva resistencia, incluso con rechazo.

Los comentarios anteriores no fueron la respuesta dominante, por lo que no escribo para defender el artículo ni mi punto de vista. De hecho, estoy seguro de que pensé y dije algunas de las mismas cosas que un hombre infelizmente soltero sobre el "ánimo" que recibí de amigos casados.

Sin embargo, la revelación para mí fue la facilidad con la que todos tendemos a usar nuestro dolor para rechazar las buenas noticias que Dios nos tiene para nosotros. Lo veo en mí mismo, y se corrobora en la lucha honesta de varias personas con quienes he dialogado sobre la soltería la semana pasada. Rechazamos cualquier cosa que alguien diga sobre nuestro dolor, incluso cuando se trata simplemente de repetir las palabras de Dios, simplemente porque no creemos que esa persona (autor, pastor, amigo) pueda identificarse con lo que estamos atravesando.

El libro lo suficientemente grande para nuestra fragilidad

Pero ese sentimiento acerca de nuestro sufrimiento delata la belleza de cómo la Biblia nos ayuda en nuestro quebrantamiento. A Satanás le encanta ver cómo el dolor y el sufrimiento nos separan del cuerpo de Cristo. Se enorgullece de ver cómo el orgullo se arraiga en nosotros cuando somos más débiles y vulnerables, y crece como un gran muro que nos separa del amor y el aliento de otros cristianos.

La verdad es que es casi seguro que las personas que te rodean no comprenden tu dolor. Afortunadamente, no necesitan depender de lo que saben sobre tu dolor particular para ser una bendición para ti, porque Dios escribió un libro para superar toda nuestra inevitable ignorancia e insensibilidad. Con la Biblia, las personas pueden brindarte la sabiduría y la esperanza siempre relevantes de un Dios omnisciente, amoroso y todopoderoso.

Cuando recibimos la palabra de Dios para nosotros de otras personas, escuchamos al Creador del mundo, el que diseñó cada centímetro de nuestro cuerpo y fue autor de cada segundo de nuestra historia, incluido nuestro dolor. El Dios que habla a través de la Biblia sobre todo nuestro dolor es el Artista que pintó todas las luces más brillantes y todas las sombras más oscuras en nuestras vidas. Él conoce perfectamente tu dolor y, si confías en él y recibes su palabra de esperanza, venga como venga, te promete lo mejor en lo que sea que estés enfrentando.

El poder de la simpatía

Ahora bien, Dios nos ha bendecido innegablemente al darnos hermanos y hermanas en Cristo que han sufrido como nosotros (o mejor, que están sufriendo como nosotros incluso ahora). Existe un vínculo sagrado de consuelo y aliento entre quienes han probado el mismo dolor, ya sea una soltería no deseada, un diagnóstico de cáncer, un aborto espontáneo, el desempleo o cualquier otra cosa que estés sufriendo. Dios nos ha dado generosamente compañeros de sufrimiento que a menudo brindan un consuelo único y significativo.

Pero la empatía no es una cualificación para el ministerio. Dios puede hablar de nuestro dolor con tanta verdad y profundidad a través de la simpatía como a través de la empatía, si lo escuchamos. La Biblia, como libro para los que sufren y tienen el corazón roto, habla sobre todo de nuestro sufrimiento, ya sea que lo experimentemos con alguien o no. El orgullo puede tratar de negarlo, pero Dios puede hablar poderosamente a través de un amigo lleno del Espíritu Santo que sabe poco acerca de tu experiencia de sufrimiento, pero sostiene el libro de Dios abierto ante ti.


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