La Humildad: Reconociendo quienes somos en realidad
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Randy Alcorn sobre Humildad
Traducción por Silvia Griselda Buongiorne
Romanos 12:3 dice, “no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno." Y esto es lo que es la humildad - es el reconocer quienes somos en realidad. Lo que la Escritura tiene que decir acerca de quiénes somos de verdad -no es un elogio. Somos pecadores. Incluso antes de ser pecadores, éramos seres pequeños y limitados, y siempre lo seremos.
Pero no importa el que seamos pequeños, lo no está bien es el que seamos pecadores. Sin embargo ese es el estado en el cual nos hallamos por razón de nuestra propia opción. Es nuestra naturaleza propia. Sí es verdad que la Escritura dice que todos hemos pecado en Adán, sin embargo también somos todos pecadores en nuestras propias vidas.
La humildad es el reconocer que no somos dignos, y que en realidad merecemos literalmente irnos al Infierno por toda la eternidad. Si llegamos a afianzarnos de esta verdad, entonces no tendremos grandes ilusiones de que todo el mundo celebre nuestra grandeza, porque en verdad no la tenemos.
Ahora bien, al mismo tiempo podríamos desbordarnos con ese pensamiento, y pasarnos toda la vida pensando en lo podridos que somos como personas y esto nos impediría el que celebremos lo que Cristo ha hecho por nosotros. En Cristo somos limpiados de nuestro pecado. En este mismo contexto, Romanos 12 continúa hablando acerca de que cada uno de nosotros tiene dones espirituales dados por Dios para servir al bien del cuerpo. Hay una humildad en el servicio que proviene del uso de nuestros dones, así que no estamos celebrando estos grandes dones que tenemos, sino que los estamos usando para honrar a Cristo y servir como Él lo hizo. El vino no para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Cristo es nuestro modelo de la humildad. Filipenses 2 habla acerca de como El se humilló. Este es nuestro privilegio: el ser siervos humildes de Dios. Si eres un siervo de Dios y alguien te trata como un sirviente de vez en cuando, no deberías reclamar tus derechos e indignarte por el hecho de que te estén tratando como a un criado. ¡Oye! para eso has sido llamado, para ser un siervo. Y es una vocación alta. Jesús fue llamado a ser un siervo y nos ha dejado un ejemplo que el cual deberíamos seguir - caminando en Sus pasos.
Cuando un gran atleta realiza una proeza admirable, y sin tregua, se felicita a si mismo de su grandeza, eso no nos agrada ni a nosotros ni a Dios. Eso no es el ser humilde; de lo contrario es ser orgulloso. El orgullo nos aleja de Dios, la humildad nos acerca a Dios. La humildad nos pone del lado de Dios, por así decirlo, un lugar donde estamos de acuerdo con Dios acerca de nuestra verdadera condición, y necesidad de Cristo. Aun como Cristianos, necesitamos a Cristo hoy en día de la misma manera en que lo necesitábamos cuando nos convertimos por primera vez. Esto es algo que nunca debemos de olvidar.
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